Eight

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Daciana, con sus ojos brillando de rabia, salió de la casa de los Cullen, dejando tras de sí un silencio que parecía eterno

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Daciana, con sus ojos brillando de rabia, salió de la casa de los Cullen, dejando tras de sí un silencio que parecía eterno. Su discusión con Edward aún resonaba en su cabeza, una tormenta de palabras que no podía apartar de su mente. Sentía cómo sus sombras, ese poder que le había dado tanto control, empezaban a moverse por voluntad propia. Oscuras y agitadas, serpenteaban a su alrededor, reflejo de su estado interior.

Se adentró en el bosque, buscando desesperadamente calmarse. Pero con cada paso que daba, el poder que normalmente mantenía a raya empezaba a desbordarse, envolviéndola como una marea oscura. Árboles y ramas se doblaban ante la fuerza de sus sombras, y el aire se volvía denso, casi asfixiante.

Al llegar al claro donde se encontraba el Tratado de las Dos Criaturas, un pacto ancestral entre vampiros y licántropos, Daciana se detuvo, respirando con dificultad. Fue entonces cuando sintió una presencia familiar. Leah Clearwater apareció entre los árboles, su andar silencioso y felino revelando su naturaleza de licántropo. Al principio, la relación entre ellas había sido tensa, un choque de personalidades y poderes. Pero, con el tiempo, habían aprendido a tolerarse, incluso a entenderse en cierta medida.

Leah, observando las sombras agitadas alrededor de Daciana, se acercó con cautela. Sabía que algo estaba mal, aunque no conocía los detalles de lo que había sucedido.

—Daciana —dijo en un tono más suave de lo habitual, un poco desconcertada por el estado de la vampira—, ¿qué demonios te pasa?

Daciana, con los ojos inyectados de cólera, no respondió al principio. Los recuerdos de su discusión con Edward seguían ardiendo en su mente. Pero al ver a Leah, la única que, pese a su antipatía inicial, había llegado a conocerla un poco más, algo dentro de ella pareció romperse. Las sombras a su alrededor empezaron a calmarse, aunque su ira seguía presente.

—No lo entenderías —murmuró Daciana, evitando los ojos de Leah. Pero la loba no estaba dispuesta a dejar que se cerrara en sí misma.

—Prueba. ¿Qué podría ser peor que lo que ya hemos pasado?

Leah no tenía idea de lo que había ocurrido entre Daciana y Edward, pero había aprendido que, a veces, escuchar era todo lo que alguien necesitaba. Daciana, por su parte, soltó un suspiro tembloroso. Las sombras alrededor de ella comenzaron a disiparse lentamente, respondiendo a su voluntad mientras intentaba controlarlas.

—Es solo... Edward —empezó, con la voz quebrada por la frustración—. No podemos entendernos... No más. Y yo... no sé si soportaré esta rabia.

Leah asintió, sin hacer preguntas innecesarias. Sabía lo que era sentirse incomprendida, saber que el mundo no siempre funcionaba a favor de uno. Así que, en lugar de hablar, simplemente se quedó allí, su presencia tranquila ofreciendo un ancla para la tormenta que rugía dentro de Daciana.

Mientras las sombras se disipaban por completo, Daciana encontró un extraño consuelo en la compañía silenciosa de Leah. No necesitaban ser amigas cercanas para que este momento tuviera sentido. En su mutua incomodidad, habían encontrado una forma de apoyarse, aunque no siempre con palabras.

Daciana y Leah se quedaron en el claro en un silencio compartido, un eco de emociones que ambas comprendían aunque no siempre expresaran. La calma que Leah ofrecía sin decir nada era algo que Daciana no había esperado, y en ese momento, lo agradeció más de lo que podría admitir. Aun así, la tensión seguía vibrando en el aire como una cuerda a punto de romperse.

—No sé qué hacer —admitió Daciana finalmente, mirando a las sombras que aún titilaban a su alrededor. A pesar de que habían perdido gran parte de su fuerza destructiva, no estaban completamente bajo control.

Leah, que había estado observando los movimientos oscuros con curiosidad y un poco de precaución, cruzó los brazos. No era del tipo que daba consejos sentimentales, pero entendía la rabia contenida. Lo había vivido, lo seguía viviendo cada vez que se transformaba y sentía el odio hacia los vampiros o el dolor de su propia historia.

—A veces, no se trata de encontrar una solución rápida —dijo Leah, eligiendo sus palabras cuidadosamente—. Solo... sobrevivir el momento.

Daciana la miró, un poco sorprendida por la simpleza de la respuesta, pero algo en esas palabras resonaba profundamente en ella. Había pasado tanto tiempo controlando, dominando su poder, y ahora se encontraba a merced de sus emociones. Quizás, por una vez, solo tenía que dejarse sentir sin luchar contra ello.

—¿Cómo lo haces? —preguntó en voz baja, genuinamente interesada—. Tú también tienes tus demonios. ¿Cómo... sigues adelante?

Leah levantó una ceja, un pequeño gesto que mezclaba sorpresa y algo de orgullo. No solía hablar de sí misma, y menos de sus problemas personales, pero había algo en Daciana que la hacía abrirse un poco más de lo habitual.

—No es fácil —admitió—. A veces es pura terquedad. A veces es porque no tengo otra opción. Pero hay días en los que simplemente te aferras a lo que sea que te mantenga en pie, incluso si es solo la idea de que mañana puede ser un poco mejor. O simplemente porque no te queda otra cosa que luchar.

Daciana asintió lentamente, procesando las palabras. Las sombras a su alrededor seguían enredándose en el suelo, pero ahora lo hacían de forma casi pacífica, como si también escucharan lo que Leah decía. Quizás había algo de verdad en eso. Quizás no siempre tenía que luchar tanto para mantener el control. Quizás, a veces, podía dejar que las sombras danzaran a su alrededor sin temor a perderse en ellas.

—Gracias —murmuró Daciana después de un largo silencio, su voz apenas audible—. No pensé que... encontraría consuelo aquí, contigo.

Leah dejó escapar una pequeña risa seca, sin rastro de burla, pero con una leve ironía.

—No te equivoques. No me encanta estar jugando a la terapeuta —respondió con un toque de sarcasmo—. Pero supongo que somos lo suficientemente parecidas como para entendernos, al menos en este desastre.

Daciana no pudo evitar una sonrisa, una que apenas asomaba, pero que Leah captó. A pesar de todo, había encontrado una conexión inesperada con la licántropa. Quizás no serían las mejores amigas, pero en ese momento, su compañía era exactamente lo que necesitaba.

—¿Crees que esto pasará? —preguntó Daciana, volviendo a mirar las sombras que aún la rodeaban, más calmadas, pero aún presentes.

Leah se encogió de hombros.

—No lo sé. Pero sé que puedes controlarlo. Si lo hiciste antes, puedes hacerlo otra vez. Solo no dejes que te controle a ti.

La vampira asintió. No tenía todas las respuestas, ni mucho menos, pero por primera vez en mucho tiempo, sintió que tenía la fuerza para enfrentarse a sus propias sombras. Y con Leah a su lado, al menos en este momento, ya no se sentía tan sola.

Sobreviví gente bonita no había actualizado porque estaba con poca imaginación acerca de esta historia y sigo un poquito bloqueada y aunque me costo

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Sobreviví gente bonita no había actualizado porque estaba con poca imaginación acerca de esta historia y sigo un poquito bloqueada y aunque me costo. Espero que este capítulo les guste mucho y les subiré capítulos cada que pueda🙃
(también poden visitar mis otras historias) 💋

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⏰ Última actualización: Oct 10 ⏰

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