La luz nocturna

El niño, el hombre y el dinosaurio

Es fácil decir que cuando uno es chico le tiene miedo a la oscuridad, este es un miedo que se puede considerar común entre los niños. A veces su imaginación es capaz de jugarles malas pasadas cuando van a dormir, y un bulto de ropa puede llegar a convertirse en un monstruo que acecha por ellos desde una esquina oscura. Los padres suelen dejar una luz prendida, la puerta abierta, o en algunas ocasiones duermen con los niños para calmar sus miedos, hasta que al final lo superan, y se olvidan de las sombras que merodeaban en su habitación.

Para los padres de Mateo, la solución era simple, una pequeña luz nocturna con forma de dinosaurio haría el truco, con una luz no tan fuerte como para que lo mantuviera despierto, pero que fuera lo suficiente para que dispersara las sombras de su habitación. Aunque mateo no estaba de acuerdo en que sería de mucha ayuda.

Pero mamá, aun cuando prendes a Dino puedo verlos moverse, dejame la luz encendida por favor. - dijo Mateo.

Mi amor, ya eres un niño grande, tienes ocho años, ya es hora de que aprendas a dormir con las luces apagadas, tu papá y yo estamos justo al otro lado del pasillo, no te pasará nada – dijo la mamá de Mateo.

Está bien, ¿pero puedes dejar la puerta un poquito abierta para que entre más luz?

Sólo un poco – dijo la mama de mateo tocándole la nariz – ahora pídele a tu ángel de la guarda para que te cuide de los monstruos malos mientras duermes.

Mateo se puso de pie de un salto a un lado de la cama, se arrodilló y dijo:

"Ángel de la guarda mi dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo sé en todo mi guía sin ti soy chiquito y me perdería. Ángel de la guarda mi dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día.
Hasta que me pongas en paz y armonía con todos los santos Jesús José y María"

Bien, ahora acuéstate a dormir, que estar de vacaciones no significa que te puedas desvelar – dijo la mamá de mateo mientras salía de la habitación.

Mateo corrió hasta arriba de su cama camarote y se acostó a dormir.

Su madre salió de la habitación y apagó la luz, dejando la puerta ajustada de forma que solo entraba un pequeño resplandor, lo suficiente para aplacar las sombras y el miedo de Mateo.

Las horas pasaron y Mateo se despertó, cubierto en sudor, su pequeña luz nocturna seguía encendida, titilando, provocando que las sombras bailarán en la habitación. Mateo, siguió con su mirada una de las sombras, la más extraña de todas, que parecía moverse en una dirección en particular mientras que el resto danzaban sin rumbo fijo; la sombra, se acercó hasta la puerta, como si nadara entre la oscuridad. Mateo tomó la sábana de su cama y se arropó de pies a cabeza, esperando que lo que sea que fuese esa cosa que se movía en la habitación desapareciera; pero el sonido de la puerta al cerrarse hizo que saliera de su búnker a prueba se fantasmas.

La puerta se había cerrado por si sola, y la habitación hubiera quedado sumida en la oscuridad de no ser por la pequeña luz nocturna en forma de dinosaurio. Si bien Mateo se alegró de tener la pequeña luz, aun así no estaba cómodo con que la puerta del cuarto estuviera cerrada, así que apartó su sábana y desde la esquina de su cama camarote trató de estirarse todo lo que pudo para alcanzar la puerta sin tener que bajar de la cama, sosteniéndose de las barandas que crujían con cada movimiento que hacía.

Mateo estiró su mano en la oscuridad, sabía que la puerta no estaba muy lejos de su cama, ya antes la había abierto de esa forma, pero esta vez mientras se estiraba, sentía algo diferente, la habitación era más fría que antes, y una especie de atmósfera tétrica y terrorífica provenía desde la puerta. Mientras más se acercaba más cruijia la madera, los dedos de su mano derecha se estiraban para alcanzar la perilla, mientras que los de su otra mano se aferraban a la madera para no resbalar y caer, pero antes de poder alcanzar la puerta escuchó el ruido de algo pesado que cayó al suelo, y acto seguido la habitación quedó en completa oscuridad, la luz nocturna que le había regalado su mamá había desaparecido.