Genuinamente estaba buscando otros medios para cumplir con el deseo de Nieves, más que nada para estar segura se que era inaccesible. También era una forma de justificarme, de formar una fachada. No quería que casualmente Rubius encontrarse un medio en el cual pudiera cumplir con lo que naturalmente no puede.Recuerdo que una tarde Vegetta y yo compartíamos la comida. Si, compartir. Nunca nos podíamos de acuerdo a cerca de quién cocinaría, la última opción siempre era dejarlo a la suerte con algún juego de azar. Ese día me quejé de que llevaba tres días ganando y que quería hacer yo el almuerzo, por lo que decidimos que cada quien iba a cocinar su propia ración; una competencia de comida de toda la vida. El caso es que mientras comíamos le pregunté si conocía a un buen doctor. Cuando me dio el nombre de Auron le pregunté si él tenía acceso a dispositivos o medios avanzados, talvez una inseminación artificial.
—¿Cómo? ¿Es para que tengamos hijos si nos casamos? Pero para eso no es necesario la inseminación artificial.
—Lo sé, no es por eso. Nieves y Rubius quieren hijos, así que ella me pidió que preguntara.
Puso una cara seria, claramente no le gustó oír eso. Más importante, parecía que Rubius no se lo había contado.
—No lo sé, talvez no los tenga por ser caros. —respondió indiferente.
—Mmm... ¿Cuánto crees que se le podría donar? —él me vio aún más molesto.
—¿Quién te comprende? ¿Por qué quieres darles hijos? ¿Tan embelesada estás con esa tontita?
Duré unos minutos viéndole. Me encogí de hombros y seguí comiendo.
—Solo le estoy haciendo un favor. No es ilegal, ¿o si...? Además, ya están casados. ¿A caso intentas destruir un matrimonio?
—Igual que tú.
Me reí, a penas lo podía engañar, pero pude convencerlo, al menos un poco, de que intentaba hacerle un favor a la omega. Aunque en la actualidad siento que en vez de amargar el humor de Vegetta para asegurar mi fachada debí simplemente aprovechar más de nuestro tiempo de calidad. Ese momento pudo enmarcarse como un precioso momento, pero fue mi culpa.
Concluí al final de todo, después de una semana de búsqueda incesante, que los medios para que el matrimonio de omegas tuviera decendencia no eran eficientes, para ese momento (era un pueblo apenas desarrollado, no había que esperar mucho de eso); en varios años aquellos avances tecnológicos llegarían. En fin, para ese momento no tuve que hacer lo que tenía planeado para bloquear las otras opciones, afortunadamente. Algo así como... sabotaje. Pero por favor ignórenlo, lo importante es que no hice tal pecado.
Podrán preguntarse—o talvez no, si son minimamente perspicaces—¿cuál era mi plan? ¿por qué me encontraba tan calculadora? ¿por qué al descubrir que ninguna de las otras opciones para producir desendencia era eficaz decidí informarle a la pelirroja omega aproximadamente dos mese después? ¿Por qué me empeñaba en probar de forma cínica que ninguna de las opciones era fiable, arrastrando a Nieves a todos los sitios para que ella misma viera los fallos de los métodos y me diera la razón, cuando pude simplemente darle un "no recomendado" y ya? Pues verán, estaba intentando que se mentalizara para lo próximo que voy a retratar.
Le escribí un día antes de le grand moment para que tuviéramos una quedada en el castillo de Vegetta, en la tarde. Le dije que probaríamos otro método para que se cumpliera su objetivo, uno definitivo que no podía fallar; no le estaba mientiendo.
Pasamos el rato juntas, comentando cosas, arreglando nuestros cabellos, crafteando objetos... He de decir que nuestra relación siempre fue hermosa. Además, ella siempre confiaba en mi palabra, en mis decisiones, en mí. Cuando salíamos a pasear y entrábamos en tiendas ella siempre compraba las cosas que yo señalaba de preciosas, probaba mis mismos platos y me daba para compartir. A pesar de ser discapacitada tenía la capacidad de amar con toda la simpleza del mundo.
En cierto momento empezó manifestar hambre, como lo había previsto. Nos serví un par de cuñas de pastel de fresa, además le serví también un lindo y frío parfait. Yo sabía que comer mucho le causaba sueño, por eso le di las raciones más abundantes.
El efecto no duró en manifestarse, acostó su cabeza en mi hombro, el cual podía sentir la frialdad de sus mejillas. Agarré una servilleta y empecé a limpiar alrededor de sus labios, notando lo suaves que eran.
—¿Quieres que te lleve a mi cuarto? —ella asintió.
Dando un largo suspiro la tomé de sus extremidades y la alcé. La coloqué en mi cama y le empecé a quitar los zapatos.
—Mmm...No probamos... que dijiste para... —ella estaba cabeceando. A pesar de que siempre asumía lo que decía esta vez no comprendía sus palabras.
—¿No probamos...?
—Para el bebé... me quedo dormida...
—Oh, no... —me paré un segundo—No te preocupes, no... descansa. —Me paré y cerré la puerta para bajar las escaleras.
¡Lectores, oh lectores! ¡Tengan paciencia conmigo! ¡Permítanme divagar, tal como lo hice en aquel momento! De modo que había llegado le grand moment. Había dejado a mi Nieves acostada mirando hacia arriba, con las piernas semiflexionadas, levantando así inconscientemente su falda, mostrando al hacerlo el lado interior de entre sus muslos. Esa fue la visión que dejé cerrada tras de mí. Entraría denuedo y Nieves sería mía. ¡Lectores míos! ¡No saben cuánto ruido hizo mi lobo en esos instantes por la euforia!
Caminé por varios salones, descubriendo por primera vez las proporciones que aquel castillo propiedad de mi relación formal. A pesar de mi lento caminar, mi cara era preocupada; eso era porque la lujuria nunca está segura de que algún desastre, algún intruso, algún Vegetta no estorbe el triunfo preparado. Me dirigí afuera, le di la vuelta a todo el castillo, viendo desde lejos la vista del pueblo de Karmaland, las casas de los demás chicos.
Se me erizó la piel, mi corazón se salía de mi pecho. Me dirigí al baño. Posé mis palmas en el lavamanos, respirando pacientemente. En ese momento pude cambiar de opinión e irme del castillo, y cuando la muy despistada omega me fuera a buscar le diría que fui a recoger el método que le prometí pero hubo un fallo garrafal. Pero antes de cualquier arrepentimiento era bastante tarde.
Había invitado a Nieves la omega a mi cama el día de mi celo y por fin se había manifestado.
Quinto día escribiendo
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Confesiones De Una Alfa♥︎(Diario de Akira)『Omegaverse』#Karmaland Akira x Nieves
FanfictionLa escritura puede ser liberadora y los diarios también. Puedes usarlos para tus notas, para recordatorio e incluso para tus confesiones. Akira, una hermosa doncella, es secuestrada por unos osos de caramelo a cargo de Perséfone y encerrada en una t...