Confesiones De Una Alfa♥︎(Diario de Akira)『Omegaverse』#Karmaland Akira x Nieves

Segundo día escribiendo

Fue ahí cuando empecé vivir con ese hombre. No era ninguna sorpresa, él tenía la mejor casa de todo el territorio, fue bastante amable y yo estaba flechada.

Antes de avanzar con los siguientes e importantes acontecimientos, los cuales me llevaron a escribirlos, tengo que esclarecer mi relación general con Vegetta. ¿Han escuchado eso de que las almas gemelas no tienen que ser por regla tus parejas románticas? Ciertamente, aunque éramos pareja, nuestra relación era más inclinada a una conexión espiritual que carnal, aunque sería injusto desacreditar toda la pasión que él y yo sentimos después de nuestra boda. Hubiese sido gracioso vernos, nuestras caricias parecían golpes para decidir quién iba a dominar esa ocasión, era más lógico pensar que nos enfrentamos a un Wither.

Nunca habría adivinado por mi parte el deseo de una relación entre mi misma casta, eso me llevó a actuar de forma reacia en algún momento, como pronto se señalará. Él por su parte era lo contrario. Con el tiempo me reveló que el que fuera una alfa era lo contrario a una molestia para él; dentro de la población de alfas hay menos cantidad de mujeres por los temas históricos de la selección sexual, por eso le pareció mucho mejor mi compañía, seguro se sintió afortunado. He de decir con todo esto que a medida que nos conocíamos empezamos a apreciar una relación más libertaria e indiferente al los celos en base a conocer nuestras necesidades y sentimientos de alfa, aunque halla sido un acuerdo mutuo que no siempre marcaba bien los límites, lo que se reflejará más adelante.

Volviendo al punto, en nuestra primera cita mañanera salimos al exterior y me mostró el pueblo. Me aclaró antes que si al final del día perdía el interés podía hacer mi vida por mi cuenta. Conocí el lugar y tuve una agradable charla con una monja, quien se volvió algo así como una amiga. Regresamos a su castillo muy temprano y le emití que por el momento mi interés se encontraba intacto.

En la tarde Vegetta dijo que quería presentarme a un amigo perteneciente a la Liga de héroes de Karmaland que no había estado presente en el rescate, mencionando que era el único omega del grupo y un tonto. Él fue a recibirlo en la puerta.

Rubius, un híbrido de oso más alto que Vegetta pero más pequeño que yo, con el cabello pintado de blanco y voz grave me saludó con varios besos en las mejillas, lo que molestó al alfa masculino. Quedé impresionada con el olor de su escencia, aunque un poco fuerte, mientras hablaban de otra persona. En un momento comenzó a caminar soltando sus feromonas, a lo que no pude resistirme. Vegetta me sacó de aquel trance mientras el omega lo molestaba, terminando con su visita, por el momento.

Queridos lectores curiosos, sucedió el maravilloso encuentro unas horas después. Él abrió la puerta y me dijo que íbamos a tener una cita doble con Rubius y su novia en una casa del árbol. Estaba en proceso de decirle que más vale que fuera entretenida cuando la vi: de pelirrojo cabello liso, piel blanca como un copo, pequeña estatura, ojos de diamantes y una figura esbelta. Mi corazón palpitó con otra entonación en esos pocos segundos, antes de seguir el rastro que mi alfa amado marcaba para nosotras. El camino transcurrió con él hablando por teléfono con el omega masculino, mientras caminaba junto a ella preguntándome de dónde había salido tal belleza.

Llegamos a la casita del árbol, hecha con madera, adornada con enredaderas. Nos dejaron en el primer piso, el cual tenía un jacuzzi, antes de ellos irse a platicar sobre la estructura—al parecer era un regalo de Vegetta para Rubius—. Tomé su brazo para que me diera su atención.

—¡Hola, soy Akira! —le sonreí.

La miré detenidamente con fuego en mi corazón. Su piel era fría y suave, sus ojos eran inocentes y despreocupados, su cara era redonda, sus labios rosados, sus senos pequeños estaban erectos, tenía una minifalda que hacía resaltar sus caderas y daba una gran vista de sus bellísimas piernas. Mi lobo se había prendado de aquella omega, con un olor frío y dulce, tan mágico que me recordaba el encontrarme en otra dimensión.