𝟎𝟕.

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₍𝗔𝗘𝗚𝗢𝗡'𝗦 𝗣𝗘𝗥𝗦𝗣𝗘𝗖𝗧𝗜𝗩𝗘.₎

𝒫ara ser honesto, la vuelta a King's Landing no me fastidiaba, era el hecho de que mi madre me había prohibido pasar más tiempo del debido junto a Daenerys lo que me ponía inquieto. Me dijo que necesitaba retesarme, abandonar la idea de crecer con los bastardos de Rhaenyra y hacerme un hombre; que ya tenía la edad suficiente como para entenderlo. Al principio no quise, la miré a los ojos y me quedé callado antes de que ella me atrapara masturbándome sobre un mirador de mis aposentos.

Si no comenzaba a insistir con mis lecciones, los consejeros verdes se percatarían de que soy un bueno para nada e implicaría que Rhaenyra tome su trono como el rey lo dictaminó, entonces yo moría, Aemond moriría, Helaena moriría, ella moriría, todos moriríamos. Podrían nuestras cabezas en picas y las exhibirían por el Septo para que los grandes creyentes supieran lo que pasaría si eran tan atrevidos como para cotinuar blasfemiando nuestras tradiciones endogámicas. La sangre del conquistador es sagrada y nos hace grandes. Eso fue lo que mi madre dijo que harían y dirían.

Por mi lado no estaba tan seguro, Rhaenyra no demostró poner sus garras en personas inocentes o con quienes se enfadaba, era más paciente a comparación de Alicent. Ella gritaba, alzaba las manos y se quejaba por cada cosa diminutiva, era absolutamente insoportable no sólo para mí sino para todos los empleados del castillo.

A veces me pregunto cómo mi padre (tan moribundo y viejo) la aguantó todos estos años yendo de aquí para allá.
Aunque yo tampoco era muy inocente, me gustaba profetar para que mis guardias ahogaran a la servidumbre que me caía mal dentro de cubetas con agua de lago, y luego los soltaran. No deseaba matarlos, tampoco estoy tan loco, pero ellos deben aprender que ante los errores su repercusión era y será la disciplina dura.

Finalmente me decidí a visitar la biblioteca, ese lúgubre lugar rodeado de polvo e inciensos de resina, tan asquerosamente monótono como cualquier otra zona similar de instrucción. No iba a hacerlo, pero tenía que proteger a Daenerys, no podía permitir que ellos la lastimaran o usarán como rehén sin que yo sea el primero en magullarla antes. Lo que más me convenció fue la futura posibilidad de poder ahogarla con mis propias manos algún día; ya no tendría aliento para continuar con sus tratos adustos hacia mí. Y en todo caso, le cortaría la lengua.

Entré a la sala casi arrastrando los píes, odiaba venir aquí, mi repudio se generó desde que todo lo que consideraba divertido de estudiar transcendía una obligación casi inherente de una estúpida lógica. El lugar permanecía vacío, había sólo un maestre que a mi llegada se retiró inclinando la cabeza, lo ví hurgar entre los estantes de veneno y luego el de partos, no presté demasiada atención porque no me importaba, mi objetivo era nada más y nada menos que las vitelas de hojas y una pluma con un frasco de tinta negra el cual no demoré en encontrar. Tomé asiento en el centro de la sala y solté la vitela en la mesa, el cuero de tapa resonó. Uno de mis momentos favoritos es cuando puedo elegir mis actividades del día, y eso iba a ser dibujar. Abrí el libro y tomé la pluma para humedecer su cálamo dentro de la tinta antes de comenzar a dar trazos sin sentido; redondos, líneas verticales, cruces, no tenía muchas ideas de inspiración, hice el ojo de Sunfyre y algunas escamas ceñidas, dibujé con algo de deformidad el emblema de nuestra casa. Bufé abultando los labios mientras que con la mano libre me sostenía la mejilla.

Sin darme cuenta, ahora dibujaba algo, o a alguien, mejor dicho. Inicié por un círculo que representaba su cabeza, luego dibujé ondulaciones largas a sus costados y un vestido blanco, le adherí un gesto de enfado como suele estar la mayoría del tiempo. Y al final no supe en qué momento Drogon apareció sobre su hombro como una lagartija fea de pupilas rojas. Arriba de la cabeza de mi musa escribí "Mittys" (idiota) con caligrafía en valyrio, una de las pocas palabras que conocía por mero gusto.
Le añadí líneas cortas para simular los brazos y las piernas, y por un flanco del boceto estaba yo con un cuchillo y Sunfyre del otro lado. ¿Si la mataba me desligaría de un matrimonio cuanto antes? Mi suspiro se oyó pesado y lastimero, dejé la pluma siendo absorbida por el frasco de tinta antes de tomar los libros que se situaban en el otro extremo de la mesa.

𝗛𝗢𝗡𝗘𝗬 𝗟𝗘𝗔𝗙 ⋆ Aegon ii Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora