El ofrecimiento

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𝐂𝐮𝐫𝐬𝐞𝐝 𝐊𝐢𝐧𝐠•

❹•

El Audi aparcó frente al bloque de edificios donde vivías. Las miradas de algunos estudiantes cayeron sobre el llamativo vehículo y agradeciste internamente haberte independizado a los diecisiete. De lo contrario, tendrías que rendirle cuentas a tus padres y eso sí que te daba miedo.

Haber crecido con un padre japonés y una madre latina tenía sus ventajas. Pero las charlas sobre posibles parejas aumentaban conforme avanzaba la edad, y tú nunca les habías presentado a nadie más que a Yuuji.

De seguro comenzaban a sospechar que tus intereses se tiraban hacia otro lado.

Te giraste, deshaciendo el cinturón de seguridad que por supuesto volviste a ponerte apenas Sukuna volvió a encender el auto.

Observaste de lado al susodicho, que se encontraba con el brazo apoyado en su puerta y la cabeza sobre su puño.

—Gracias por traerme —le dijiste, tomando tu mochila —. Aunque no hacía falta.

Sukuna dejó salir uno de sus característicos resoplidos.

—Te hubieras quedado allá —dijo despectivamente al mirar el bloque de edificios, maltratado y chamuscado.

La noche del incendio, la evacuación había sido un éxito porque ninguna persona salió herida y los bomberos controlaron el fuego. Sin embargo, apenas habían limpiado el desastre debido a que los pobres estudiantes necesitan con urgencia volver a sus habitaciones. Por lo tanto, aún no le habían dado el mantenimiento adecuado y dudabas de que lo hagan pronto.

La casera era una anciana que vivía en el primer piso. Una tacaña que jamás contrataba ningún servicio de limpieza, mucho menos un plomero o electricista. Debido a su edad, siempre terminaba por salirse con la suya al sacar la típica carta de lástima con las autoridades.

Suspiraste con resignación, pensando en los ahorros que habías conseguido trabajando a medio tiempo y el dinero que te enviaban tus padres.

«Quizá ya es hora de que me mude...»

—Tal vez el edificio sea más viejo que tú, pero es suficiente para mí... momentáneamente hablando —respondiste —. Adiós.

Abriste la puerta del auto con la intención de salir.

—Oye —Sukuna te llamó.

Te volteaste para darle tu atención. Él tenía una expresión indescifrable.

—¿Qué pasa?

—Dame tu celular.

—¿Perdón...?

Abriste los ojos como platos, confusa. Sukuna suspiró, volteando los suyos.

—Dámelo —exigió sin más.

Tú decidiste que lo mejor que podías hacer era obedecer, solo por esta vez.

—Bien. —Lo sacaste de la mochila y se lo ofreciste —. Pero me lo cuidas.

Sukuna lo tomó en un movimiento nada suave y apretó el ícono de llamadas de emergencia. Luego, con una sola mano, tecleó rápidamente un número antes de llamar. Una vibración comenzó a sonar dentro del auto, desde su bolsillo, y colgó.

Una sonrisa de suficiencia se asomó por tus labios.

—Si querías mi número, me lo hubieses pedido y ya —dijiste.

Él te dedicó una expresión aburrida al dártelo.

—No me gusta pedir las cosas.

«A mí pídeme lo que quieras...»

𝗖𝘂𝗿𝘀𝗲𝗱 𝗸𝗶𝗻𝗴 ® ||  ryomen sukuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora