El extraño

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•Cursed king•

A la mañana siguiente, Fushiguro debía ir a clases luego del almuerzo y tú decidiste ir a la biblioteca para estudiar unas horas antes de asistir a tu clase. Te tomaste el atrevimiento de pedir comida a domicilio para agradecerle por dejarte quedarte con él.

—¿Te gusta el salmón? —le preguntaste desinteresadamente, como quien no quiere la cosa.

Él estaba leyendo un libro sobre alquimia. No se molestó en mirarte al contestar.

—Supongo.

—¿O prefieres shogayaki? —inqueriste.

—Lo segundo.

—¡Bien! Porque acabo de pedir unas cosas a domicilio —le avisaste, prendiendo la arrocera.

Ahora sí Fushiguro alzó la vista en tu dirección, con el ceño fruncido.

—No tenías que molestarte. Puedo comer en la cafetería.

—Tenía un cupón. No te preocupes; no gasté casi nada —interrumpiste, acercándote a él —. Además,  siempre comes allí. Debes cuidarte más.

Fushiguro volteó los ojos, dejando el libro de lado.

—Bien. Iré a comprar unas bebidas —te dijo y se levantó justo cuando el timbre de la puerta principal comenzó a sonar.

—Que rápido —dijiste, apresurándote a abrir antes que Fushiguro.

El repartidor sin dudas merecía que le dieras cinco estrellas por la velocidad.

Tomaste el pomo de la puerta y la abriste a medias.

—Hola, ¿cómo estás? Viniste muy rápido...

Tu saludo se quedó a la mitad, dado que no era un repartidor lo que se encontraba al otro lado.

Un hombre de gran contextura y un físico tallado estaba allí. El cabello oscuro le caía liso sobre su frente y orejas, y una cicatriz le cruzaba verticalmente la comisura derecha de su boca.

Parecía ser mayor. Quizás de la misma edad que Jin Itadori y Sukuna. Y al igual que este último, poseía una expresión de completo aburrimiento.

Exceptuando que, apenas te vio desde arriba —porque era demasiado alto—, los extremos de su boca se curvaron en una sonrisa amortiguada.

—Usted no parece un repartidor —soltaste, mirándolo expectante.

Él alzó una de sus delgadas cejas en respuesta.

—Y tú no pareces ser la dueña de esta casa —comentó con obviedad.

—No lo soy —aclaraste y te presentaste con tu nombre —. Soy amiga de los dueños.

—¿Los?

La puerta se abrió de par en par. Fushiguro te había quitado el pomo, y se había posicionado a tu lado en vista de que tardabas demasiado en tomar un simple pedido.

La cara de tu amigo, que antes era de una normal seriedad, se congeló de pronto.

—Él es el dueño; Megumi Fushiguro —lo presentaste.

—¿Qué demonios haces aquí?

La tranquilidad que tanto caracterizaba al joven desapareció. En su lugar, una expresión de total disgusto se generó en su rostro.

El intruso no dijo nada. Tú pasaste de Fushiguro a él, de él a Fushiguro otra vez y notaste lo similares que eran en apariencia.

«¿Será...?»

𝗖𝘂𝗿𝘀𝗲𝗱 𝗸𝗶𝗻𝗴 ® ||  ryomen sukuna (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora