El teléfono de la muerte

Capitulo 3: El sol se marchó

Rhea, Clara y Francis caminaban hacia el lugar donde había sido encontrado el teléfono, atravesando las calles y un puente para llegar al panteón.

Rhea sentía como su corazón latía demasiado rápido, la adrenalina le ayudaba a continuar caminando pues el lugar donde había encontrado Francis el teléfono era cuesta arriba.

De repente entendió por qué la noche anterior había sentido escalofríos.

Cruzaron un puente para acercarse más al sitio que les había indicado Francis, sigilosamente Rhea se acercó a él y le pregunto en voz baja.

— ¡¿Como está el lugar?!—.

Francis paso saliva y contesto nervioso.

— Hay muchas cosas—

—¿Cómo por ejemplo?— volvió a preguntar en voz baja.

—Hay un lugar donde está marcada la silueta de alguien sobre el pasto seco— contestó Francis.

Rhea no le creyó, pues que tonto no llamaría a la policía por un hallazgo como ése.

Siguieron caminando, subiendo un pequeño cerro frente al cementerio.

Clara que iba más adelante que Rhea, vio en el suelo una prenda  que de inmediato reconoció.

— ¡Es de ella!— Grito eufórica.

Rhea se apresuró a dónde estaba Clara, y efectivamente era una prenda de mujer.

Al mirar alrededor de la prenda, vio unos pantalones de licra, ropa interior cubierta de sangre.

Estaba pasmada pero su punto máximo de terror llegó cuando vió sobre el pasto seco, cabellos que parecían haber sido arrancados con brutalidad.

Siguió el rastro de los cabellos que eran aproximadamente 25 metros, dónde al final encontro unos tenis grises partidos de las puntas  y mordidos por los talones

— Esto parece intencional— pensó.

El corte en las puntas parecía hecho por un hacha o con un cuchillo.

Clara que estaba junto a ella miró a dos metros y vio la cobija con la que la había abrigado de pequeña.

Rhea sintió que algo aterrador había hecho semejante cosa horrible, su mente le decía que corriera tan lejos como pudiese.

Pero antes de que se diera cuenta la noche había caído sobre ellas, y las cigarras aturdían sus oídos.

— ¿Y Francis  el hombre que nos trajo aquí?— Preguntó Clara.

Clara grito el nombre de Francis pero el no respondío.

— Creo que se fué — Dijo Rhea.

De repente una silueta de un hombre se vio a unos tres metros de ellas.

— Francis eres tú — le hablo Clara.

La tensión en el aire se volvió palpable cuando Rhea se dio cuenta de que la figura que se acercaba no era Francis. Su corazón latía con fuerza, y un instinto primitivo de supervivencia comenzó a apoderarse de ella.

Clara, aún esperanzada, dio un paso hacia adelante.

— ¡Francis! — gritó, pero la voz del extraño resonó con un tono oscuro y casi burlón.

— No, no soy Francis — dijo el hombre, su risa fría cortando el silencio de la noche. — Soy mucho más interesante que ese perdedor.

Rhea sintió un escalofrío recorrer su espalda. El hombre caminaba con una calma inquietante. Cada paso que daba resonaba en el suelo como un eco de advertencia y su voz parecía como si estuviese usando algo para distorsionarla.