Incierta colera

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La fuerza de la corriente de agua generada por el encuentro impulsó al conejo lejos de la batalla. En su posición, no hizo más que cerrar los ojos antes del impacto y, con ello, sintió cómo el aire se le escapaba de la boca.

Pretencioso del escape, el oso sabía que el albino no cedería ante la derrota, así que siguió atacando a la bestia, a pesar de su estado débil. Sin embargo, lo que Conter no sabía era que este había sido descuidado con el tiempo que le quedaba de la poción, y aún siendo consciente de su situación, socorrió a su compañero en peligro. Qué heroico.

La ira con la que el calamar trataba de aplastar al azabache era inmensa. Apretaba los dientes con tanta fuerza que pronto sintió el sabor metálico y distintivo de la sangre. Llegaría el momento en que las piernas de este no podrían soportar más; no le quedaban pociones, y mucho menos fuerzas para pelear. En la desesperación del conejo, de ver a su compañero protegiéndolo, hizo que agarrara desde atrás de su armadura y lo separara de las garras del calamar. Conter había aprovechado el tiempo que ganó el oso y utilizó las antorchas que anteriormente le había dado el argentino para aguantar un poco más la respiración, salvando así a su compañero.

El calamar cayó de repente al suelo por el cambio inesperado de fuerza, atascándose entre las cumbres. Era el momento perfecto para escapar; sin embargo, la salida del lugar estaba a diez metros de la superficie, y no serían capaces de lograrlo sin ser atrapados por el Kraken. Conter, que con una mano agarraba al oso, nadó hasta una esquina del fondo y escarbó con su pico de netherite hasta crear un agujero.

Apurado, arrojó el cuerpo de su compañero al refugio provisional, nadó para entrar y rápidamente logró tapar la entrada con rocas, dejándolos a él y a Spreen agotados en la cueva.

La respiración que habían estado conteniendo estalló, y el aire entró rápidamente en sus sistemas. El oso tosió con fuerza al recobrar el oxígeno.

[...]

Los dos descansaban recostados contra las paredes estrechas del pequeño albergue que había formado el conejo. Sus ojos dolían por el esfuerzo y la tensión acumulada, y no hacían nada más que esperar a recobrar totalmente la consciencia.

En el silencio abrumador, solo se escuchaban las gotas que caían del techo de piedra, impactando suavemente con la poca agua que había en el suelo del refugio, creando un ritmo monótono que parecía marcar el paso del tiempo. También resonaban sus respiraciones, profundas y entrecortadas, y el bombeo intenso de sus corazones. Sin cesar, pronto se percataron de lo cerca que estaban el uno del otro, y el oso fue el primero en romper el silencio.

—¿Estas loco?—dijo con dificultad. Conter no entendía a que se refería su compañero, seguían agitados.

—¿No viste que todos ya estaban saliendo?—continuo el oso.—El agua, se estaba poniendo roja, no sé que significa, pero se supone que es malo.

Conter no recordaba haberlo visto así; si su compañero no se hubiera interpuesto, quizá hubiera muerto. Ahora estaba atrapado con él, a 10 metros de la salida. Se miraban en repetidas ocasiones, pero ninguno realmente sabía qué hacer a continuación. Es entonces que el conejo recordó el comunicador que le dio su compañero antes de adentrarse en el océano. Buscó por sus bolsillos rápidamente; sin embargo, encontró el objeto medio averiado por la caída que sufrió.

—Maldita sea.—Dijo Conter sosteniendo el aparato entre sus manos.

Le dio pequeños golpes a los costados y encendió el comunicador en busca de respuesta. Por otro lado, a Spreen le causaba gracia la situación, por la similitud a la noche anterior donde se quedo atrapado. Después de un momento, se escuchó la voz de Farfa a través del comunicador, y esperanzado, Conter respondió.

𝙸𝚛𝚛𝚎𝚜𝚙𝚘𝚗𝚜𝚊𝚋𝚕𝚎𝚜『 Spreenter 』✰  Dedsafio 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora