•Prologo•

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Era una tarde tranquila en el parque, con el cielo teñido de un azul profundo y las nubes dispersas como pinceladas suaves. El pequeño Husk, con tan solo seis años, caminaba junto a su madre. Su cabello oscuro se movía al compás de la suave brisa, y sus ojos color miel reflejaban la curiosidad del mundo que lo rodeaba. El parque estaba lleno de risas y voces de otros niños jugando, pero en ese momento, para él, todo lo que importaba era la compañía de su madre.

-Escuchar a las personas y comprenderlas puede ayudar a que confíen en ti -dijo su madre con voz suave, mientras apretaba con cariño la mano de su hijo-. Quiero que seas alguien en quien los demás puedan confiar, Husk. Alguien que apoye a quienes aprecia, que esté ahí cuando lo necesiten.

Husk, con su mirada aún infantil, la observaba con admiración. La sabiduría que emanaba su madre siempre le causaba una mezcla de asombro y seguridad. Aunque no entendía completamente lo que significaban esas palabras, algo en ellas le hacía sentir importante, como si tuviera una misión especial en la vida.

-Sí, mami -respondió con una sonrisa que hacía que sus ojos brillaran aún más, mientras seguían caminando por el sendero del parque.

El rostro de su madre, una mujer de cabellos dorados y ojos tan cálidos como la miel, se iluminaba cada vez que miraba a su pequeño. Había una ternura en su expresión que solo una madre podría tener, una mezcla de orgullo y amor incondicional. Aunque la vida a veces fuera difícil, ese momento, ese pequeño paseo por el parque, parecía perfecto.

Mientras caminaban, el pequeño Husk soltó una frase que su madre no esperaba escuchar tan pronto en la vida de su hijo.

-Mi papá me dijo que cuando tenga una esposa, todo lo que ella diga, tengo que decirle "no" -dijo Husk, su voz cargada con una inocencia que hacía eco en la ligera brisa que les rodeaba.

Las palabras cayeron como un golpe suave en el corazón de su madre. Por un momento, el rostro de la mujer se tensó, y su sonrisa se desvaneció. ¿Cómo podía su hijo, a una edad tan temprana, estar formando ideas tan equivocadas sobre lo que era una relación, un vínculo? No quería que Husk creciera con esos pensamientos, ni mucho menos que los adoptara como propios. Con una mezcla de sorpresa y decisión, se detuvo, soltando una pequeña risa para alivianar el momento.

-Eso no es cierto, mi cielo -dijo, agachándose hasta quedar a la altura de su hijo, sus ojos encontrando los de él con una mirada llena de cariño-. No le hagas caso a tu padre en eso. Cuando crezcas y encuentres a la persona que amas, a tu alma gemela, tienes que tratarla con respeto, cariño... como una princesa -hizo una pausa y sonrió suavemente-, pero solo si lo merece.

Lindo Gatito~ ──── Husk x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora