Capítulo 2

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Las paredes eran de ladrillo, la pintura blanca estaba despegándose del granito y estaba claro que era más que necesario la visita del mantenimiento. La sala era grande y amplia, había una fila de cubículos divididos por un acrílico que separaba la habitación en dos, cada uno de ellos contaba con dos teléfonos; aquel que iba en el interior y aquel del exterior.

Frente a la escolta que cubría guardia ese día, solo una pareja se encontraba sosteniendo los teléfonos para hablar.

―¿Volverás a quedarte ahí sin decirme nada? ―Mikaela podía tener un cuadro de Yuichiro frente a él y estaba seguro de que no tendría diferencia alguna. Era la segunda vez que lo visitaba esa semana y la segunda vez que repetía esa pregunta. Pero repetirla era mejor que no hacerla.

La audiencia sentenció lo que todos sabían que ocurriría. Mikaela tampoco se había defendido y aceptó todos los cargos señalados, sin permitirle a su abogado poder atenuar alguna condena en su contra.
Si quince años como resolución eran pocos, se debía a su profesión sucesora como parte del cuerpo policiaco y posición dentro del departamento de casos especiales.

Era el primer mes oficial con Mikaela tras las rejas.

Yuu observaba fijamente al rubio; lo peor para él era darse cuenta que Yuu había diseñado una distinta manera de verlo y que él, por primera vez, no sabía leer esos ojos verdes. No sabía si estaba decepcionado, si estaba triste o al menos molesto, ni siquiera se veía indiferente o aburrido, como tampoco vacío. Tenía un firme muro que no podía atravesar para saber lo que sucedía en el interior. 

Apenas lograba percibir la unión instintiva de sus particulares castas, de alguna manera Yuuichiro también logró bloquear toda percepción, y aquello podría considerarse como una peor condena que la de estar separados físicamente; no sentía ese lazo con su alma gemela. Existía, no sentía el dolor de un corte en él o del arranque emocional al negarlo, pero simplemente no estaba. Se trataba de un cascarón vacío que se presentaba solo porque debía hacerlo, porque era la única visita que Mikaela quería, parecía solo estar aquí para presentarme las consecuencias de sus actos. Que los daños también arrastraron a Yuu incluso si nunca fue su intención.

Quería pensar que poder verlo era, al menos, la única cosa positiva de todo. Que prefería tener el cuadro de Yuu que una silla vacía enfrente.

―No regresaré― dijo Yuichiro finalmente, y para ser las dos primeras palabras del día se sintieron más como el final de una conversación.

《Habría preferido un “hola”》 Pensó con irritación.

Pero hasta esas palabras amargas, eran mejor que ninguna palabra. Él hizo sus elecciones y estaba lidiando con las consecuencias que vio venir, que anticipó. Yuichiro solo fue una víctima arrastrada por su plan.
Tendría mucho tiempo entre rejas para pensar en arrepentirse por Yuu, lo dejaría de lado en estos momentos.

―¿Tú lo decidiste o lo decidieron por ti? ― aún así, Mikaela también estaba molesto. Con Yuu, con el sistema judicial, con los hechos, con las elecciones que no tuvo y con tener que pasar quince años lejos de él.

La pregunta hizo que Yuichiro reaccionara, la molestia se instaló en su rostro y sus dedos se apretaron alrededor del teléfono.

―Esa fue mi orden― respondió. Mikaela espejeó la tensión en sus manos al apretar, tal como Yuu.

―Déjame adivinar, ¿orden de tu superior de mando? ―Y aunque estaba furioso, elevó una de sus comisuras con una sonrisa agria. No era un secreto que Yuu seguía a Guren como un cachorro perdido. Demasiado ingenuo o demasiado confiado, eran maldición y bendición al mismo tiempo.

BestiasWhere stories live. Discover now