Capítulo 4

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Yuichiro llegó al menos una hora después, justo cuando los oficiales de la prisión volvían a poner las esposas al rededor de las muñecas de Ferid. Abrieron la gran puerta y al cruzarse, en el momento en que el prisionero cruzó la mirada con el recién llegado, una enorme sonrisa cruzó su rostro.

―Están bromeando ¿van a encerrarme ahora? ¿Y me voy a perder este encuentro?― por primera vez desde que fue sacado de su celda, comenzó a removerse, luchando por quedarse en el sitio y arrastrando al guardia que lo empujaba para llevárselo de regreso. Parecía que, para Ferid, era mucho más motivador quedarse afuera para ver un reencuentro de novela que el de intentar poder escapar y recobrar su libertad. A pesar de sus intentos, Mito hizo una seña para que se lo llevaran y dentro de poco tiempo desapareció detrás de un pasillo.

Yuichiro movió sus labios en una mueca de desagrado. No lo soportaba y aunque una parte de él seguía guardando rencor ante la simple imagen de Ferid, la lástima que le provocaba era mucho mayor. Para Yuu, él no era más que un criminal enloquecido que estaba desesperado por ver las consecuencias de sus actos, que gustaba de disfrutar las reacciones del caos cuando explotaba.

No le iban a dar ese gusto.

Shinoa llegó a su lado, detrás de ellos Guren y Shinya permanecieron en silencio; cuatro pares de ojos se quedaron sobre el prisionero arrastrado de vuelta a su celda. Un nuevo sujeto estaba ocupando la silla de interrogatorio; los papeles y la carpeta seguían en el sitio, de la misma manera en que lo mostraron a Ferid. 

Shinoa suspiró cuando el silencio volvió.

―Como esperábamos, Ferid no fue un gran problema― levantó su mano para poder tocar el antebrazo de Yuu, ganándose un respingo de su parte. Detrás de ellos Shinya se movió para ocultar la visión del pelinegro. Era consciente, al igual que todos en la habitación, de que la situación podía salirse de sus manos― ¿Estás listo, Yuu-san?

La mueca de Yuu se pronunció. Abrió sus labios para responder pero los volvió a cerrar.

―Desde que llegaste percibiste su aroma ¿cierto?― preguntó el hombre albino. Yuu pasó saliva como única respuesta; afirmativa, por desgracia.

―Es diferente al de antes, tenue, si no estuviera medicado justo ahora comenzaría a marearme. No huele a Mika, es extraño. Estoy... mi cuerpo está enfriándose― contrario a cualquier tipo de celo o aumento de temperatura, los cambios en los Gama eran variables, no tenían un control continuo. Explotaban o no provocaban nada.
Era difícil prevenir cualquier cosa; las investigaciones y aquello que se sabía de las castas menos conocidas variaban de cuerpo en cuerpo, de la conexión que tenían con otras castas y de la salud propia del cuerpo. La poca comunidad de personas con una casta como la Gama o la Delta también obstaculizaba cualquier tipo de apoyo a nuevas investigaciones, iban a la deriva y en la oscuridad.

―¿Entrará primero o esperamos al punto sin retorno?― preguntó Shinya en voz alta, más para Guren que para Shinoa aunque esperaba la opinión de todos, refiriéndose a Yuichiro.

Detrás del gran ventanal, con el cristal opaco, Yuu podía contemplar la figura de Mikaela sentado. Tenía las piernas estiradas debajo de la mesa, el uniforme le quedaba grande y tenía algunas manchas -¿o es que Mika adelgazo? tenía sentido, en realidad, ya que su rostro lucía más afilado-. Debajo de sus ojos, tal como Ferid, se hundían manchas oscuras por el cansancio. El cabello que antes fue rubio y reflejaba el sol con sus mechones, ahora estaba opacado y demasiado pálido; más largo incluso.
Inconscientemente, Yuu comenzó a preguntarse qué tanto había pasado Mika dentro de la cárcel para verse así. Además de eso, su expresión era de irritación pura.

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⏰ Last updated: Nov 02 ⏰

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