una noche calurosa de verano, y Abriel se recostó en el césped frío, contemplando las estrellas que brillaban con una belleza deslumbrante. Esa noche se cumplían siete años desde la muerte de su madre, y un dolor intenso le oprimía el corazón. Suspiró y miró nuevamente al cielo, sintiendo que la tristeza la envolvía como una manta pesada. Sabía que su padre también se ponía triste en esta fecha tan dolorosa, pero en ese momento, se dio cuenta de que había alguien más que la observaba en silencio: Timothy.
Sus miradas se encontraron en un instante, y Abriel no podía entender por qué se sentía tan atraída por él. ¿Era su acento extranjero? ¿Su forma peculiar de hablar? Sin embargo, una voz en su mente la reprimía: Es el prometido de tu hermana. Cálmate, Abriel, de una maldita vez.
—Quédate ahí, querida. No te molestes. ¿Por qué lloras? —preguntó Timothy, con una preocupación genuina en su voz. Llevaba puesta su pijama, y su presencia parecía ser un bálsamo en la noche oscura.
—Lo lamento, es que fui a tomar algo de agua y escuché un llanto —confesó, mientras miraba hacia el pasto, sintiéndose vulnerable.
Abriel se quedó acostada, incapaz de responder. La tristeza por su madre aún la atormentaba, y hablar de ella era como abrir una herida. Cuando Timothy se levantó para irse, ella sintió un nudo en el estómago.
—Hoy se cumplen siete años de la muerte de mi madre. ¿Cómo se hace para que deje de doler? —respondió, con tristeza en su voz. Era un tema difícil de abordar.
Timothy se recostó en el suelo junto a ella, su mirada era cálida y comprensiva. Abriel no podía evitar observarlo: estaba en bata de manga larga, tan elegante incluso en pijama. Su presencia le brindaba un extraño consuelo, y Timothy, por su parte, se encontraba cautivado por ella. ¿Era su cabello recogido? ¿Sus ojos azules? ¿Esa sonrisa angelical?
—No creo que sea posible, querida Abriel. El dolor puede persistir durante años, pero puedes elegir cómo convivir con él. ¿Qué es lo que realmente desearías? —preguntó, su tono sincero resonando en el aire.
Abriel se acercó más a él, sintiendo su dulce perfume que la envolvía en una sensación de calidez. Era un olor agradable, y su corazón latía con fuerza al pensar en la locura de la situación: su padre decía que debía comprometerse con un joven de buena familia, y ella recordaba a su primer novio, el hijo de un granjero, que era tan inteligente y divertido. Pero esa vida ya no era una opción.
—Creo que es mejor convivir con el dolor. Jamás lo había visto de esta manera. Gracias, señor Taylor —sollozó, sus lágrimas cesando de repente.
Timothy la miró fijamente, y su rostro se iluminó con una sonrisa, aunque él no comprendía completamente lo que le sucedía a Abriel.
—Fue en un baile, me lo presentó mi padre. Nunca había visto a una mujer con tanta elegancia, inteligencia y belleza junta... Bueno, al menos eso era antes de conocerla. Es decir, ustedes son parecidas, aunque tienen personalidades diferentes —dijo, con un tono de admiración que sorprendió a Abriel.
Ella se quedó pensativa.
—¿Elegancia, yo? ¿Inteligente? Más bien soy algo torpe, malhablada y un poco quejumbrosa —respondió con sinceridad.
Timothy la miró, confuso pero entretenido.
—¿Cómo puede decir eso? Puedo entender que pueda sentirse torpe o malhablada, pero en donde usted ve defectos, yo veo majestuosidad.
Abriel sonrió, sintiendo una chispa de alegría en su interior.
—Gracias, Timothy. Es lo más agradable que alguien me haya dicho sobre mí. Hasta me emociona. Siempre me hicieron sentir extraña por ser así.
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Bailando Con La Tentación
RomanceAbriel Thompson, la hija menor del influyente marqués Amaury Thompson, se encuentra en un momento crucial de su vida. Mientras su media hermana se prepara para casarse con el apuesto Timothy Taylor, Abriel jamás imaginó que un simple impulso la llev...