capitulo cuatro

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El baile continuaba con su animada música y risas, y Abriel se sentía un poco abrumada por la atención que había estado recibiendo. Cada mirada, cada palabra, parecía ser una presión que no podía soportar. Con el corazón aún acelerado por el baile con Timothy, decidió que necesitaba un respiro. Se alejó del bullicio del salón, buscando un rincón más tranquilo donde pudiera recuperar su compostura.

Mientras caminaba hacia los jardines, el aroma de las flores frescas la envolvió. Las luces de las antorchas iluminaban el camino, creando un ambiente casi mágico. Abriel se detuvo un momento para admirar el paisaje, cuando de repente escuchó una voz familiar que la hizo girar estaba harta de los hombres todos unos lamiscones de su padre sólo querían caerle bien al señor Thompson y ella lo notaba.

—¡Abriel! ¿Eres tú?

Se giró rápidamente, y su corazón se detuvo por un instante. Era Lucas, su amigo de la infancia. No se habían visto en años, pero la imagen de él seguía viva en su memoria. Lucas había sido su confidente y compañero de juegos, pero ahora se presentaba como un joven apuesto, con cabello castaño claro y una sonrisa deslumbrante que hacía que su corazón latiera con fuerza.

—Lucas, ¡no puedo creer que seas tú! —exclamó, sonriendo de oreja a oreja mientras corría hacia él y lo abrazaba con fuerza.

Él la sostuvo firmemente, riendo con alegría al ver a su amiga. —¡Te ves increíble! Ha pasado tanto tiempo.

Abriel se alejó un poco para mirarlo mejor. Lucas había crecido, su rostro se había esculpido en un joven atractivo, y su porte denotaba una confianza que antes no tenía. La conexión entre ellos parecía intacta, como si el tiempo no hubiera pasado.

—Me alegra tanto verte —dijo Abriel, sintiendo una calidez en su pecho que no había experimentado en mucho tiempo.

—Igualmente. Escuché que volviste a casa —respondió Lucas, mirando a su alrededor—. Este lugar sigue siendo tan hermoso como lo recordaba.

Abriel asintió, aunque su mente estaba llena de recuerdos. Recordaba las tardes pasadas en el jardín, jugando y riendo, sin preocuparse por las expectativas ni las obligaciones. Pero al mirar a Lucas, algo nuevo comenzó a florecer en su interior.

—¿Y tú? ¿Qué has estado haciendo? —preguntó, queriendo saber más de él.

—He estado en Londres, trabajando con mi padre en su negocio. Pero nunca olvidé los veranos que pasamos aquí —respondió, su mirada fija en ella—. Siempre te admiré, Abriel. Eras tan valiente.

Ella se sonrojó, sintiéndose halagada. —Eso fue hace mucho tiempo. Ahora estoy en medio de un baile para encontrar un prometido.

La expresión de Lucas se tornó seria. —¿Un prometido? ¿No estás contenta con eso?

Abriel sintió un nudo en el estómago. —No realmente. No me siento lista para eso. Hay tantas cosas que no he vivido aún.

—Entiendo —dijo Lucas, su tono se volvió comprensivo. Se acercó un poco más—. Nunca quise que te sintieras atrapada en eso.

Mientras hablaban, Abriel no podía evitar notar la conexión que había entre ellos. La manera en que Lucas la miraba, con una mezcla de admiración y preocupación, despertó en ella una atracción que no había anticipado. Era un tipo de conexión que nunca había experimentado con nadie más, ni siquiera con Timothy.

—¿Bailas? —preguntó Lucas, extendiendo su mano hacia ella. Su gesto era tan natural, tan familiar, que Abriel se sintió emocionada al aceptarla.

—Claro, me encantaría —respondió, sintiendo que su corazón latía con más fuerza a medida que se acercaban a la pista de baile.

La música comenzó de nuevo, y mientras giraban, Abriel se dio cuenta de que bailar con Lucas era completamente diferente. La forma en que se movían juntos, el ritmo que compartían, hacía que se sintiera en casa. No había presión, solo la calidez de un viejo amigo que se había convertido en algo más.

—Eres increíble en la pista de baile —dijo Lucas, su sonrisa iluminando su rostro.

—Tú también lo eres —respondió Abriel, sintiendo la tensión en el aire. ¿Era posible que estos sentimientos fueran más que una simple amistad?

—Siempre pensé que deberíamos haber sido más que amigos —murmuró Lucas, acercándose un poco más, su voz suave y cargada de emoción.

Abriel sintió que su corazón se aceleraba. —¿Qué quieres decir?

Lucas la miró fijamente, como si estuviera sopesando sus palabras. —Solo que siempre he sentido que teníamos una conexión especial. Algo que va más allá de la amistad.

Ella se quedó en silencio, contemplando sus palabras. La idea de haber compartido tanto tiempo con él, de haber crecido juntos, ahora se sentía como un lazo más fuerte. Abriel se dio cuenta de que en el fondo de su corazón había un espacio para Lucas, un espacio que había estado cerrado mientras buscaba su lugar en el mundo.

—Quizás deberíamos explorar eso —dijo Abriel, sintiendo una chispa de valentía.

—Me encantaría —respondió Lucas, su sonrisa se amplió y su mirada se iluminó.

Mientras continuaban bailando, el mundo a su alrededor se desvanecía. La música los envolvía, y Abriel sintió que la atracción por Lucas se intensificaba. Su risa, su calidez, y la familiaridad de su compañía la hacían olvidar, aunque fuera por un momento, la presión de sus responsabilidades.

El baile continuó, y cada giro, cada risa compartida, fortalecía su conexión. Sin embargo, en el fondo de su mente, Abriel sabía que la situación era complicada. La idea de un prometido seguía acechando, pero en ese momento, todo lo que quería era disfrutar de la compañía de Lucas y descubrir lo que significaba para ella.

—¿Quieres salir un momento al jardín? —sugirió Lucas, su mirada llena de expectación.

—Sí, sería perfecto —respondió Abriel, sintiéndose emocionada al salir del bullicio del baile.

Mientras se dirigían hacia el jardín, su corazón latía con fuerza, sabiendo que algo estaba a punto de cambiar en su vida.

Espero que este capítulo se ajuste a lo que buscas y que refleje el desarrollo emocional de Abriel. Si deseas realizar más cambios o agregar algún detalle, házmelo saber.








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