Capítulo 3

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Habían pasado unas cuantas horas desde que salió corriendo de la mansión y desde que había entrado al dungeon sin armas ni armadura.

No sabía cuánto había corrido, solo que, inconscientemente había activado su habilidad argonauta y sobrecargo sus piernas mientras corría por los pasillos del dungeon.

Ahora se encontraba en una zona del dungeon que no conocía, con algunas heridas internas en sus piernas.

Solo esperaba no estar cerca de la zona de un monstruo Rex o del coliseo.

Sin que el peliblanco lo notara, una gran figura oscura lo acechaba desde las sombras, siguiendo cada uno de sus movimientos con sus profundos ojos rojos, observando cada uno de sus movimientos mientras caminaba por los oscuros pasillos.

Levemente temeroso, Bell continuó avanzando por el pasillo desconocido. Con un poco de suerte, tal vez se encontraba en uno de los pasadizos de los Xenos y podría encontrarse con alguno de sus amigos.

Sin embargo, cuanto más caminaba por esos oscuros corredores, más comenzaba a sentir una mirada hambrienta y tenebrosa que lo acechaba desde las sombras.

Sintiendo el peso de esa mirada sobre él, aceleró el paso, ignorando el dolor creciente en sus piernas.

Al doblar en uno de los pasillos, se detuvo en seco al ver cómo una gran figura caía frente a él, levantando una densa nube de polvo.

Mientras el polvo se disipaba lentamente, Bell vio algo que le heló la sangre y, al mismo tiempo, hizo que todos los dolores en su cuerpo desaparecieran.

Frente a él, un enorme murciélago humanoide lo observaba con hambre, mostrando sus afilados colmillos, ansiosos por sangre fresca.

Había escuchado rumores de veteranos y de algunos aventureros experimentados, en los profundos pasillos cercanos al coliseo se encontraba un nido de Camazotz, protegido a muerte por un enorme irregular, el mismo que ahora lo miraba con una sed insaciable de sangre.

Incluso los aventureros de primera clase solo tenían un consejo respecto a este irregular, huir ante la menor señal de su presencia.

Se decía que solo un grupo de aventureros de primera clase podría enfrentarlo.

Con los años, este irregular se había vuelto extremadamente poderoso, al punto de ser catalogado como un subjefe de piso, renaciendo cada vez que era derrotado.

Con todos estos pensamientos en mente, Bell quedó inmóvil, mirando con horror los brillantes ojos rojos del enorme murciélago.

Esa breve distracción fue suficiente para sellar su destino, antes de que pudiera reaccionar, el irregular lo atacó, lanzándolo con fuerza contra una pared, levantándolo más de dos metros del suelo.

Bell: ¡Firebo...! (Gritó su magia en un intento desesperado por lograr huir, pero antes de que pudiera completarlo, el gran irregular hundió sus colmillos en el hombro del peliblanco)

El dolor recorrió su cuerpo en cuestión de segundos, arrancándole un grito desgarrador y cancelando la magia que se estaba acumulando en su mano.

Pocos sabían que la saliva de los Camazotz contenía toxinas paralizantes y anticoagulantes, facilitando así el consumo de la sangre de sus presas.

Lentamente, Bell sintió cómo su cuerpo comenzaba a paralizarse por las toxinas.

Reuniendo todas las fuerzas que le quedaban, logró lanzar un Firebolt a quemarropa, creando una potente explosion.

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⏰ Última actualización: Oct 11, 2024 ⏰

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