03| Entre paredes.

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La cuerda colgaba desde el ventilador. Alex y Agares miraban desde la ventana aquel chico que tenía entre 16 o 17 años, ¿Cómo alguien tan joven puede pensar en suicidarse?

El chico subido sobre el escritorio, miro por un momento el hueco de la soga, no parecía muy seguro de lo que iba a hacer. Agarro la cuerda y la paso por su cabeza hasta que quedó en su cuello, su respiración era pesada, sus manos temblaban y sus ojos se iban a un vacío.

Alex miraba con atención al chico, parecía que se le iban a salir los ojos, su piel se erizo y sus uñas se enterraban en las palmas de su mano.

Agares por otro lado solo esperaba a que el chico se colgará, no mostraba compasión en sus ojos, su mirada se desvío hacia la puerta de la habitación, otro chico había entrado.

Ese chico era más grande que el de pelo grisáceo, pero para Agares todos los humanos eran iguales.

El joven miraba a la gran sujeta que está parada en la puerta. Tenía un físico maravilloso, un cuerpo grande y fuerte. "Cómo me gustaría ser él"... El chico en la puerta tenía una mirada fría y pesada.

- Vaya Lionel, creí que está noche lo harías pero veo que sigues siendo el mismo cobarde de siempre. Que vergüenza decir que eres mi hermano.

Lionel se quedó pensando... No era la primera vez que lo intentaba, eso era cierto, también es cierto que se acobardaba cuando la soga tocaba su palido cuello. ¿A qué le tenía miedo?, ¿A morir? ¿ A no saber que hay después? O tal vez a no vivir la vida que se escribió para él.

Bajo la mirada al piso no era capaz de verlo a los ojos, ¿Y cómo hacerlo? La imagen de su hermano siempre estuvo sobre él. El otro chico solo hizo un  burlón, tomo la manija de la puerta y salió de la habitación cerrando la puerta detrás de él.

No fue capaz de pronunciar una palabra, se odiaba a sí mismo. Se quitó la cuerda del cuello, bajo de la mesa y se dirigio a su cama maldiciendo entre dientes.

Abrazando la almohada y llorando como un niño pequeño. Un calor lo envolvió, era igual a un abrazo reconfortante. Alex a su lado, con sus enormes alas cubriendo el cuerpo del chico para ayudarlo a dormir.

Agares los veía desde un rincón de la habitación sin decir ni pío, solo se preguntaba ¿Qué para en esta casa para que un mocoso se quiera quitar la vida?

Los rayos del sol entraron por la ventana derritiendo el cabello blanco como la nieve, aquellos ojos grises no tardaron en abrirse. No tuvo más remedio que levantar su cuerpo de la cama, no había ningún ruido, todo estaba en silencio.

Alex y Agares se miraban mutuamente, esperando a que el otro le respondiera las dudas que tenía en la cabeza que no podía resolverse. ¿Qué problemas tiene alguien que nació en cuna de oro. Algo que solo las paredes podían contar, lo que sucede después de que se cierran las puertas o después de que las ventanas dejan de ver el exterior.

La casa que era un silencio abrumador, se rompió al escuchar voces masculinas y una completamente frágil. El joven tuvo que empezar a vestirse.. nada especial, una playera blanca y unos pantalones vaqueros. Antes de salir se miro al espejo. Si, ahí seguía ese rostro pálido de siempre, volvió a la cama y se sentó en la esquina de la misma, tomando un par de tenis blancos, mientras los ataba intentaba mentalizarse para bajar las escaleras.

En cuanto abrió la puerta, el ambiente era tenso, nada bueno le esperaba, ya lo sentía venir. Caminaba intentando contener la respiración en un intento de mantenerse firme y no empezar a temblar igual que un niño asustado. Tanto Alex y Agares le seguían el paso para averiguar que era lo que se escondía detrás del ambiente tenso.

Las escaleras que eran infinitas al subirlas, al bajarlas se volvieron en tres simples escalones. Camino por el pasillo hasta llegar al gran comedor, encontrándose con un hombre robusto en la cabeza de la mesa.

- Buen día, padre. -

El hombre levantó la mirada.

— ¿Quién te crees para bajar a la hora que te plazca? -

No respondio, solo se quedó callado mientras tomaba asiento justo al lado de su hermano.

— Te hice una pregunta Lionel, ¿No vas a responder? -

- Me quedé dormido... -

Lionel mantuvo la mirada baja, el hombre robusto frunció el ceño. Pero no tuvo de otra más que dar la orden para que empezarán a desayunar. Todo era perfecto y tranquilo, o no tanto, el hombre robusto volvió a hablar.

- ¿Cuántas veces tengo que decirte que no voy a soportar tus actitudes? -

Comento para seguidamente tomar un poco del jugo de naranja. Una voz completamente frágil, como si se fuera a romper... Interrumpió.

- Cariño, ya deja a Lionel... Ya te dijo que se quedó dormido.

El gran hombre miro a la mujer igual que un depredador ve a su presa.

- Es por tu culpa que es así, desde que era un bebe lo tienes igual que a un niño mimado. -

- Dejala en paz...- 

Se escuchó un susurro, pero fue lo suficientemente alto para que el hombre mirara a Lionel.

- ¿Perdón?-

- Dije que la dejes en paz. No tienes derecho de hablarle de esa manera.-

Lionel miro a su madre, era como ver una figura de porcelana, tan frágil que con un solo toque se podía romper.

- Ella ha hecho un gran trabajo en criarme a mi y a Archie, ¿Tú donde estabas? Jugando al padre de una familia perfecta.-

El hombre no aguanto más y se levantó de su lugar rápidamente, tirando la silla en el proceso, algo que Lionel también repitio.

- No Lionel, siéntate... No hagas enojar a tu padre.

- ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué lo defiendes?! ¡Siempre te golpea, no debería de llamarse un hom...-

Un golpe interrumpió a Lionel, fue tan fuerte que Lionel cayó al suelo.

- ¡Cállate Lionel! ¡¿Por qué no puedes ser como Archie?! -

- Porque yo no soy Archie... Él es un maldito bastardo...

Un golpe en la espalda de Lionel lo volvió a interrumpir, el enorme trozo de cuero que su padre al parecer tenía en su poder.

- Archie no es más que otra escoria...-

Un golpe, dos, tres, cuatro, cinco... La figura de porcelana estaba aterrada, se levantó de su lugar y corrió hacia su pequeño para cubrirle la espalda lastimada. Aún cuando el hombre miro a su esposa, no se detuvo.

Archie sentado en la mesa solo mirando aquellos golpes, escuchando esos sollozos, no se inmutó en alzar la voz o decir algo para defenderlos.

Por un momento Lionel perdió el sentido del oído igual a cuando alguien te tapa los oídos. Alex se encargaba de eso. Agares por otro lado estaba... Actuando raro, no sabía describir su sentir... ¿Sorprendido? ¿Asustado? ¿Asqueado? No había palabra para describir su rostro.

Agares levantó la mitad y todo se volvió diferente... Jarrones rotos, bueno, la cara era un desastre. Escuchó jadeos... Giro lentamente su cabeza y se encontró con la mujer en el piso retorciéndose completamente lastimada. Con unos ojos hermosos pero llenos de miedo.

El hombre robusto estaba a su lado con la respiración agitada y con su camisa llena de sangre ¿Qué había pasado?

Agares despertó gracias a que Alex lo había sacudido, pero aún cargaba con ese sentimiento extraño... Quería dejar de estar entre esas paredes.

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⏰ Última actualización: Oct 22, 2024 ⏰

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