Lilith Parker
Crecer en una ciudad de Estados Unidos durante toda tu infancia era algo maravilloso, pero...
Estar en Las Vegas era una experiencia asombrosa, casi como un sueño. Nunca había tenido la oportunidad de visitarla, aunque mis padres sí habían ido por cuestiones de trabajo. Sin embargo, nunca me habían llevado con ellos, ya que decían que tenían asuntos que atender. A esa edad, no podía quejarme de nada; había muchas cosas que no comprendía.
Era alrededor de las cuatro de la tarde, pero ya empezaba a oscurecer, por lo que algunos locales ya habían encendido esas luces que brindaban un magnífico brillo a la ciudad, haciéndola única.
El hotel Blackwhite
Matheo y yo nos encontrábamos en uno de esos hoteles típicos de cinco estrellas, en la parte superior, que era la zona VIP. Desde ahí, podía apreciar la ciudad desde mi perspectiva: la suave brisa del aire tibio, el sonido de la música a lo lejos y las luces que iluminaban los edificios, con elegantes tonos de colores y algunos neones.
El cuarto del hotel era espacioso y limpio, con un agradable aroma a menta, que es uno de mis olores favoritos. Además, el piso de azulejo blanco tenía un ligero deslizamiento, y las luces emitían una cálida combinación de luz blanca y amarilla a través de hermosos cristales. Las paredes eran de un tono gris, decoradas con sutiles detalles en blanco.
Todo esto transmitía una sensación de elegancia, similar a la combinación del blanco y negro, junto con un olor de perfume de alta gama.
En la habitación había una mesita de cristal con dos copas vacías y una botella de champán y vodka, acompañadas de dos servilletas de tela con el logo del hotel.
La habitación del hotel era espaciosa y meticulosamente limpia, con una agradable fragancia a menta, uno de mis aromas preferidos. El suelo era de azulejos blancos, ligeramente resbaladizos, y las luces, en tonos blanco y amarillo, emanaban de sofisticados chandeliers de cristal. Las paredes, en un elegante gris, tenían delicados acentos en blanco.
Este ambiente evocaba una sensación de elegancia, reminiscentes de la combinación clásica del blanco y negro, acompañada de un perfume de alta gama.
En el centro, había una mesita de cristal adornada con dos copas vacías y una botella de champán junto a vodka, acompañadas de dos servilletas de tela que llevaban el logo del hotel.
El baño contaba con todos los elementos esenciales, incluyendo bañera y ducha, además de productos de higiene personal que suponía Matheo había incluido al preparar la habitación.
El hotel era propiedad de un empresario con experiencia en cadenas hoteleras y otros negocios, pero pocos conocían los detalles precisos, ni siquiera yo.
Al ingresar a la habitación, experimenté una sensación de tranquilidad mientras dejaba mi maleta en el interior. Me moví con los brazos en alto, disfrutando del ambiente y dejando que mi sentido del olfato se impregnara del agradable aroma que me rodeaba.
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Dominación Y Fascinación
De TodoAzrael Cassian Jefe de la mafia rusa, incomparable y sin igual; nadie puede igualar sus expectativas, al menos hasta que sus ojos se posaron en ella, evocando un recuerdo oculto. La impecable Lilith Parker, dulce e inocente, aunque nadie permanece a...