22 de octubre.
Los días parecían tomar una marcha lenta, algo que no hacía más que hundirlo en su propio dolor. La Omega Kim lo había visitado esos días, no llegó a estar con él en todo momento como en esa primera visita, pero lograba darle ciertas fuerzas, pocas, pero suficientes para sacarlo de su cama y llevarlo a comer hasta el comedor, algo que no solía hacer con tanta facilidad, incluso aquel Omega mayor que le brindaba cobijo no había obtenido resultados positivos en sus intentos. Eran casi las ocho la noche, pronto llegarían los propietarios del lugar, por lo que él se mantenía esperando en aquel comedor, la Omega Kim se había marchado antes, dejando toda la comida lista. No pudo evitar sentirse lleno de ilusión al verla cocinar una vez más para él, el golpeteo constante en su pecho y sus mejillas ardiendo le dieron a entender que disfrutaba de su compañía, era ella con quien más se sentía seguro, no podía negar aquello, esa mujer fue su compañera junto a esa persona que ahora no podía ver, esos dos primos se habían vuelto casi que sus hermanos menores, ver como ella cuidaba de él era algo que jamás pensó ver algún día, no cuando siempre era a la inversa, él buscando cuidar a ambos allegados. Se sentía bien ser querido de tal manera, tanto que dolía, se asustaba al creer que pronto no tendría a nadie, le asustaba la idea de dañar a esas personas y alejarlos, ¿Cómo podría sanar sin herir a nadie en el proceso? Algunas lágrimas solitarias fluían sin algún impedimento, mientras él se apoyaba en la mesa, mirando con poco interés un punto fijo. Escuchó como la puerta se abría, y supo que había llegado la pareja, o por lo menos alguno de los dos. Recordando las palabras de la Omega decidió moverse, respirando profundo, soltando sin fuerzas el aire, se levantó, en su mente aún rondaban las palabras de la mujer, él había tratado de seguir sus instrucciones, sabiendo que está lo único que deseaba era su pronta recuperación, tal vez con esos pequeños cambios lograría algo, al menos esos deseaba. Cualquier movimiento que pensaba realizar se quedó en un mero intento al oír un llanto, con sorpresa alzó su mirada, aunque no halló a nadie, el llanto siguió y pronto algo en él se activo, logró sentir ese impulso, uno que lo llevó a caminar con rapidez hasta la entrada. Su mirada se agrando con sorpresa la encontrarse, no sólo a su amigos, sino también a otro hombre, mismo que cargaba a dos pequeñas bebés, mientras el dueño de aquel departamento sostenía a otro, un varón pequeño y quién emitía aquel llanto. Su cuerpo se encogió y retrocedió unos pasos, algo perturbado por aquella mirada que el desconocido le lanzaba. Por el contrario, aquel Omega mayor se mostraba sorprendido al verlo ahí, no esperando que llegará a verlo fuera de su habitación, al menos no sin la compañía de su hermana menor.
—Cariño, creí que estarías dormido —expresó con sorpresa, sintiendo un cierto sentimiento de dicha al ver como aquel Omega menor permanecía fuera de su habitación, para él eso no significaba más que un gran avance en esos pocos días.
—No sabía que tenía visitas —murmuró el menor, retrocediendo, su mirada puesta en aquel pequeño que aún lloraba, sabía que de no calmarse, esas dos pequeñas también iniciarían un llanto y eso sería aún peor.
—Será mejor que me retiré, supongo que debes estar ocupado —comentó aquel hombre desconocido, notando la mirada del Omega sobre su hijo, algo que no hacía más que alterarlo.
—Yo... —el Omega miró a los dos hombres, para luego mirar al bebé, empezó a sentir suaves cosquillas en sus manos, mientras en su interior algo empezaba a ser incómodo, una sensación extraña, el deseo de calmar ese llanto, más por temor al pequeño ser, que por fastidio propio ante el sonido. Dio un corto paso al frente, retrocediendo otros dos cuando la mirada del hombre se posó sobre él. No debería sentir miedo, aquel hombre, a pesar de ser un Alfa, no entraba en esa estirpe donde se encontraba él, tenía un rango superior, incluso si sólo era un Omega, sin embargo, reconoció su estado, él sabía bien lo vulnerable que se encontraba, aquellos sentimiento que cargaba consigo no hicieron más que darle la razón, en esos momentos no tenía alguna oportunidad de contra-atacar, él estaba demasiado débil, además, no podia simplemente irse contra un hombre que sólo protegía a sus hijos.
El mayor de todos notó aquello, sin dudarlo mucho tomó el hombro de su acompañante, dándole una suave sonrisa, algo que lo calmó un poco.
—Tranquilo, no piensa dañar a ninguno, es alguien bueno con los bebés. Está bien si no lo quieres cerca, pero no les hará nada, tienes mi palabra —El hombre lo miró unos segundos, antes de llevar su vista hacía el Omega desconocido, quien se mantenía quieto en su puesto, aunque no bajaba del todo la mirada, algo que lo tomó con cierta confusión y sorpresa, pues aquello sólo podría significar una cosa—. YoonGi, ¿Puede mi pequeño cargar al tuyo? Es alguien bastante conocedor de los cachorros y sabe bien como tratarlos. Aunque está bien si te niegas, sabes que tienes el derecho de hacerlo —El nombrado miró con poca confianza al hombre, quien aún mantenía su mirada puesta sobre el pequeño bebé, aunque solía posarla cortos momento en él, como si buscará su aprobación para acercarse, al tiempo que intentaba no llegar a ponerlo alerta, en esos momentos no debía alterarse o empeoraría el estado del bebé. Él terminó accediendo, aún sin demasiada confianza y aquel Omega se acercó cauteloso.
—Es muy bonito —murmuró encantado, meciendo suavemente entre sus brazos al pequeño. Pronto inicio un suave tarareo, logrando que el bebé dejara su llanto. La mirada de aquel hombre se mantenía en todo momento sobre él.
A su lado, aquel Omega mayor sonreía, mientras observaba con cuidado a su menor, él sería siempre un hombre amoroso con los más pequeños, sin importar sus profundas heridas, eso lo hizo sonreír, no podía evitar sentir cierto gozo y orgullo al verlo dejar ese vacío de expresiones, en ese momento sonreía, se veía mucho más como era antes, un fino reflejo de lo que alguna vez fue.
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Un Nuevo Amanecer.
FanfictionEn el rincón de dos corazones rotos, se encuentran sin saberlo, sin alboroto. Buscan sanar las heridas del pasado, y en su unión encuentran un nuevo legado. No importa quién los hirió en el camino, pues juntos encuentran un nuevo destino. Se complem...