Capítulo I.

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19 de octubre.
Seúl.
Corea del Sur.


Su mirada, esa que se encuentra con una ausencia notoria de alguna emoción, se posa sobre la ventana de aquella habitación. Es poco el interés que le tiene a lo que ocurre fuera, ni siquiera se siente interesado en lo que en su interior pasa, más allá de lo que lo mantiene aún atado a ese mundo, a ese "algo" que lo hizo querer escaparse de esa vida y dejar todo en él pasado. Aquella idea sonaba realmente perfecta, al menos hasta que dejó de sentirlo todo, perdió todo, lo único que le quedaba era esa vida, aún no presente, que le recordaba que debía seguir esforzándose, pero ¿Cómo hacer tal cosa? Sus pocas fuerzas se iban de a poco, él no tenía el deseo de seguir con eso, ¿Cómo seguir después de todas esas pérdidas? Aunque era hipócrita esa pregunta, después de todo, él siempre lo supo, siempre fue conocedor de la mentira y de que algún día todo se desmoronaría, aún así se cegó así mismo, deseando buscar ese final feliz con un príncipe que no le pertenecía, él fue ese villano que entendió demasiado tarde su lugar, ¿Por qué creyó que era merecedor de un final feliz? Fue un ser lleno de deseos egoístas, donde no considero a lo demás y las consecuencias llegaron demasiado rápido a él. Deseaba morir, porque incluso con las dulces palabras de su compañero, protector en esos momentos, ese amigo que le permitió quedarse un tiempo en su hogar, que le dio su apoyo, no podía volver a ser el mismo que fue años pasados. Se sentía demasiado destrozado para buscar pagar todo aquello que ese hombre y su pareja le dieron, pero sabe que debe hacerlo, cree que es lo correcto, no obstante su corazón roto le impide incluso velar por su propia seguridad. Su cuerpo era pesado, sentía como si hubiese aumentando su peso de una manera desconsiderada, incluso si su cuerpo reflejaba otras condiciones.

El dolor de cada pisada, la quemadura en su garganta y su pecho oprimido le hicieron moverse hasta ese cuarto de baño, cayendo de rodillas sobre el retrete, expulsando lo poco que había logrado comer. Su mirada avellana se posó por breves momentos sobre lo que expulsó, sintiendo cierto temor al ver como un tono rojizo cubría todo aquello, siendo una mezcla que brindó asco y cobardía en partes iguales. De inmediato bajó aquella tapa y dejo que todo se fuera, sintiéndose demasiado exhausto par a levantarse del sueño. Logró oír como la puerta de la habitación se abría, mientras un preocupado llamado se hacía presente. Aun si lo desea, no pudo ser capaz de emitir algún sonido, incluso así, sin palabra o sonido alguno, esa persona logró descubrirlo, adentrándose preocupado y expresando de inmediato las razones del porqué no debía de quedarse ahí, diciendo cosas que a él poco pareció importarle, más que nada por su estado de poca conciencia a su alrededor.

El sonido de lluvia cayendo sobre la ventana de la habitación fue aquello que lo trajo a la realidad, observó a esa persona mirándolo con preocupación y en espera de algo. Un suspiro se dejó oír y una voz suave buscó captar su atención.

—Cariño, ¿puede ver cómo está...? —Se abstuvo de decir aquello, mientras daba una mirada rápida a la zona cubierta por gazas. Él, ajeno a casi todo, asintió, sintiendo como su cuerpo sufría escalofríos al sentir aquella gaza siendo retiradas con sus debidos cuidados, mientras un frío incómodo rodeaba la herida en aquella zona, aquellos tonos, siendo casi similares a los de un atardecer, estaban muy lejos de resultar atrayentes, tan diferentes a los paisajes donde esos mismos colores formaban un precioso ocaso, aquel suave levantamiento en la piel, en una suave hinchazón, que, por muy mal aspecto que tuviese, significaba algo bueno, al menos de seguir así. El hombre suspiró de alivio cuando notó como el menor tenía ladeada, ligeramente, su cabeza, permitiendo tener más espacio para limpiar aquella zona. Como acostumbraba limpio todo, desinfectando aquella herida, en busca de una rápida recuperación, al menos en aquel aspecto, porque sabía que sería más tardado una recuperación completa, incluso, dudaba que eso sucediera algún día. Era sin duda un gran problema, el temor de que algo pudiera pasarle a ambos le brindaba escalofríos. Sonrió con suavidad en cuanto una nueva gaza fue puesta en su lugar—. Está todo listo, cariño, por favor, come un poco, ¿Sí? —El adverso asintió con debilidad, posando su mirada sobre los platos que se encontraban en aquella mesa al lado de su cama, sonrió, como pudo, al hombre que le atendía— Debo irme, sabes que puedes llamarme a mí si algo ocurre o, en dado caso, a Nam —Aquel hombre tuvo dudas de dejar solo al menor, incluso si este había afirmado a su pedido. Hubiese tomado la libertad de quedarse y permanecer al lado de ese hombre tan alejado de su realidad, pero sabía que no podría ausentarse más tiempo del trabajo, necesitaba un sustento para seguir viviendo cómodamente y darle la atención que aquel chico necesitará, teniendo, además, el pensamiento de ir con aquel hombre que también le necesitaba en eso momentos, tanto como un apoyo emocional como laboral. Suspiró y dejó una suave caricia en las hebras castañas del hombre, sabiendo bien que este no aceptaría otro tipo de muestra cariñosa, no cuando se encontraba realmente alterado con el exceso de algún contacto con otra persona—. Mi hermana podrá venir hoy, te hará un chequeo general, ¿No te molesta? —Ambos Omegas se miraron unos instantes. La respuesta negativa del menor alivió al contrario, quien sonrió un poco más amplio— Está bien. Nos veremos dentro de unas horas —Se despidió el hombre, saliendo de aquella habitación.

La lluvia siguió demasiado tiempo. Él, con su estómago un poco revuelto, logró comer un poco de aquella comida preparada por su cuidador. Unas gruesas lágrimas escaparon de sus ojos, pero ninguna expresión no llegó a pintar su rostro, no logró demostrar esa profunda tristeza que sentía, no sabía cómo hacer para llenar ese vacío. Incluso, cuando lograba sentirlo era por breves momentos, sólo sentía cuando el deseo de tener esa vida con él se volvía enorme, tanto que llegaba a sobrepasar sus propios límites. ¿Sería ese ser su salvación o lo arrastraría con él, cargando en todo momento la cruz de las consecuencias que llegaron por sus actos? ¿Sería él la destrucción de su nueva luz?






Perdón por los errores ortográficos.
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Un Nuevo Amanecer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora