Entré en el salón solo con una toalla alrededor de mi cuerpo. Él estaba ahí, sentado en el sofá.
-Louis.
Se giro. Me miro perplejo.
-He preparado un baño con burbujas, velas, pétalos de rosas, vino... -Fui enumerando con susurros cada vez más sensuales.
Él seguía en shock, pero una sonrisa piadosa empezaba a dibujarse en su cara.
Me subí un trozo de la toalla, quedando parte de mi muslo al aire.
-¿Te gusta lo que ves?
El se levantó corriendo.
-¿A que estás jugando? - me pregunto con un tono pícaro.
-Sígueme y lo descubrirás... - susurré y me dirige al baño.
Cuando él llegó yo estaba de espaldas a él.
Tiré mi toalla al suelo.
Su cara se había ruborizado. Se quitó la ropa en menos de diez segundos y se acercó a mi. Directo a mi boca.
Rodee su cuello con mis manos mientras uníamos nuestras bocas. Nuestros labios juntos, nuestras lenguas conociéndose, desesperadas después de tanto tiempo.-Te había echado de menos. - susurré en su oído.
-Cariño, nunca me fui.
-No vuelvas a dejarme.
-Nunca, siempre voy a estar contigo.
Nos metimos en la bañera, el agua estaba caliente. Los pétalos de rosa y las velas daban el ambiente perfecto. Nuestras bocas no se separaron en ningún momento. Cada vez se movían más rápido y con más intensidad. Cada vez tenía más ganas de él. Quería que me hiciera suya.
-Louis, - gemí su nombre- hazme tuya, ahora mismo. - mis pulsaciones aumentaban, no podía hablar sin gemir las palabras -.
-Eres mía. Yo tampoco aguanto más. Te necesito. Necesito estar dentro de mí. - susurraba sus palabras en mi oído provocándome escalofríos -. Vamos a la cama.
Salimos de la bañera y me cogió entre sus brazos. Sentía los músculos de sus brazos agarrándome mis muslos. Nuestras bocas seguían pegadas. Nuestros cuerpos eran uno.
Entramos en la habitación y me dejó en la cama. Se tumbó sobre mí. Nuestras bocas seguían unidas.-Hazme tuya, por favor. - gemí en su oído.
Cada vez que me tocaba sentía emociones que nunca había sentido. Se encendían partes de mi cuerpo que desconocía.
Empezó a lamerme. Iba dejando un rastro húmedo por mi cuello y alrededor de mis pechos. Su boca atrapó uno de mis pezones. Estaban duros.
Su mano comenzó a bajar hasta llegar a mi entrepierna.-¿Te gusta? - gimió en mi oído.
-Sigue, por favor. - mis pulsaciones se aceleraran.
Introdució su mano dentro de mi. Al principio solo fueron dos dedos que se movían dentro de mí arriba y abajo, en un ritmo constante y rápido.
-Me voy a correr... - gemía mientras él seguía.
Después introdució otro dedo, y a continuación otro. Tenía cuatro dedos dentro de mí. Yo no aguantaba más, hasta que me corrí con su mano dentro de mí.
Sacó su mano y comenzó a chuparse los dedos uno a uno.-Me encanta tu sabor. - susurro en mi oído mientras yo recuperaba la respiración. - Ahora si te voy ha hacer mía.
Se colocó sobre mí.
-¿Estas lista?
-Si, hazlo.
De repente sentí su fuerte estocada, haciendo que arqueara mi espalda, envuelta en placer gemí su nombre.
Me tuve que agarrar a su espalda, clavando mis uñas en esta. Sentía que iba a explotar.
Él se movía cada vez más rápido sobre mí.-¿Te gusta?
-Me encanta. - respondi Jade ando.
Ambos llegamos al colapso y estallamos como una supernova, creando una magia única.
Cuando terminó salió de mi. Ambos seguíamos jadeando. Se dejó caer en la cama a mi lado.
-Te amo. - susurró en mi oído.
-Yo también.
Después me quedé dormida. Estaba reventada.
Al despertarme ya era de día. Miré el reloj, eran las nueve y media. Me di la vuelta pero a mi lado no había nadie. No había rastro de que hubiera habido alguien. Ese lado de la cama estaba perfectamente hecho, como si nadie hubiera estado la noche anterior.
Me levante y me dirigí a la cocina. No había nadie. Tampoco en el baño o en el salón. Nada. Había desaparecido sin dejar rastro.
No podía ser, lo había vuelto a soñar todo. Fui corriendo a la cocina, abrí un cajón y saque una caja de pastillas. Me tomé dos de golpe, me estaba volviendo loca.
Lo único que me quedaba de él era el recuerdo. Todavía se me paralizaba el corazón cada vez que me acordaba de la llamada que recibí del hospital.Lo sentimos, no ha sobrevivido a la operación.
No era la primera vez que soñaba que él volvía a mí.
Mi psicólogo decía que solo eran sueños pero yo los sentía muy reales.
Fui al baño. No podía ser, tenía un chupetón en el cuello. Y era de verdad, no una ilusión.
Pero, como era eso posible.
De repente sentí una brisa cálida que me rodeaba. Entonces recordé sus palabras."Cariño, nunca me fui. Siempre voy a estar contigo."
