"Un regalo especial"

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Dobie, el comelón y amable agente de la comisaría, llevaba días dándole vueltas a una idea en su cabeza. El joven pastor alemán había desarrollado sentimientos por su compañero de trabajo, el siempre justo y encantador sheriff Labrador. Pero con la misma intensidad que su cariño crecía, también lo hacía su inseguridad. ¿Cómo podría expresar lo que sentía sin parecer ridículo?

Dobie no era de los que se preocupaban demasiado por los detalles, siempre más enfocado en la acción y el cumplimiento del deber. Pero cuando se trataba del Labrador, todo cambiaba. Quería algo especial, un gesto que fuera significativo. Y ahí radicaba el problema: no tenía ni idea de cómo hacerlo.

Caminando de un lado a otro en su oficina, sus ojos se posaron en Papillon, su compañera del equipo de rescate, que revisaba algunos archivos. Ella siempre parecía tener una solución para todo, y con ese aire refinado y astuto, tal vez podría guiarlo en este nuevo desafío personal.

Dobie suspiró profundamente, y con pasos firmes, se acercó a Papillon.

—Oye, Papillon —comenzó con su tono habitual, pero con un matiz de duda—, necesito... tu consejo.

Papillon levantó la vista de sus papeles, arqueando una ceja. Era raro que Dobie pidiera ayuda, lo que significaba que debía ser algo importante.

—¿En qué puedo ayudarte? —preguntó, dejando a un lado su trabajo y prestándole toda su atención.

—Es sobre el sheriff... —Dobie miró a su alrededor, asegurándose de que nadie más estuviera escuchando—. Quiero hacerle un regalo. Algo especial, pero... no sé qué podría gustarle.

Papillon sonrió con sutileza. Sabía que había algo entre esos dos, aunque Dobie siempre lo negaba o lo disimulaba.

—Entiendo —dijo, meditando por un segundo—. El sheriff Labrador es alguien con un corazón enorme. Le gusta la justicia, la honestidad... tal vez no necesite algo material. Quizás deberías enfocarte en algo más personal.

Dobie frunció el ceño, confundido.

—¿Algo personal?

Papillon asintió.

—Sí, algo que le demuestre lo bien que lo conoces. Podrías hacerle algo tú mismo. No tiene que ser costoso, solo significativo.

Dobie se cruzó de brazos, pensativo. ¿Qué podría hacer que fuera significativo para el Labrador? Y entonces, una idea empezó a formarse en su mente.

—Recuerdo que hace un tiempo mencionó lo mucho que le gustaba el amanecer —dijo, sus ojos brillando de repente—. Siempre habla de lo pacífico que es verlo cuando comienza su patrulla matutina...

Papillon sonrió aún más, complacida de ver a Dobie conectar los puntos.

—Ahí lo tienes —dijo, animándolo—. Podrías prepararle una pequeña sorpresa. Llévalo a su lugar favorito y sorpréndelo con algo simple, como un desayuno mientras ven el amanecer juntos. Será un gesto que no olvidará.

Dobie asintió, más seguro de sí mismo.

—Gracias, Papillon. Haré eso.

Esa misma noche, Dobie se preparó para la mañana siguiente. Se levantó mucho antes de lo habitual y preparó un pequeño desayuno con lo que pudo encontrar. No era un chef, pero lo intentó con esmero. Tomó una manta, un termo con café caliente y algunos bocadillos, y fue al lugar donde sabía que el sheriff solía ver el amanecer.

Cuando Labrador llegó para su patrulla, se encontró con Dobie esperándolo en el sitio, ya listo. El sheriff lo miró sorprendido.

—Dobie, ¿qué haces aquí tan temprano? —preguntó, desconcertado.

—Pensé que podríamos tomar un descanso antes de la patrulla —respondió Dobie, tratando de sonar despreocupado mientras extendía la manta—. Sé que te gusta este lugar para ver el amanecer. Traje algo para desayunar.

Labrador lo miró con una mezcla de sorpresa y gratitud, y una cálida sonrisa apareció en su rostro.

—Eso es... muy considerado de tu parte, Dobie.

Se sentaron juntos, en silencio, mientras los primeros rayos del sol teñían el cielo de tonos rosados y naranjas. Dobie sentía su corazón latir con fuerza, pero al mismo tiempo, una calma lo invadía. Sabía que no era solo el amanecer lo que hacía especial ese momento, sino la compañía.

Mientras compartían el desayuno y disfrutaban del paisaje, Labrador se volvió hacia Dobie y dijo, con una sonrisa sincera:

—Este es uno de los mejores inicios de día que he tenido. Gracias.

Dobie, un poco incómodo con los elogios, simplemente asintió, pero por dentro se sentía más feliz de lo que habría imaginado.

Y aunque las palabras no se dijeron en ese momento, ambos sabían que ese amanecer marcaba el comienzo de algo nuevo entre ellos.

One-shot's - Sheriff labrador x DobieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora