IV.

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El grupo de Karina, Winter y Seulgi, se dirigió a la zona acuática del parque, donde la estructura del viejo tobogán se alzaba imponente, cubierto de moho y con colores desvanecidos por el tiempo. A medida que se acercaban, el aire se volvió más fresco, y la sensación de abandono se hacía cada vez más presente, como si el lugar mismo estuviera esperando a que alguien lo despertara.

—¿Estás segura de que esto es una buena idea? —preguntó Seulgi, mirando el tobogán con una mezcla de entusiasmo y desconfianza.

—Vamos, Seulgi. ¿Qué es lo peor que podría pasar? —respondió Karina, intentando mantener la energía positiva del grupo.

—Podríamos caer y golpearnos, o lo que es peor, podríamos quedarnos atrapadas aquí arriba.— protestó Winter, sintiendo que el aire se volvía cada vez más tenso.

—Pero imagina la vista desde arriba. Este lugar es legendario.— dijo Karina, tratando de motivar a sus amigas. Sus ojos brillaban con emoción, y la aventura que tenían por delante parecía tentadora.

Finalmente, después de un breve debate y algunas miradas de duda, el grupo decidió que no podían dejar pasar la oportunidad. Con un último empujón de Karina, se acercaron a la estructura del tobogán y comenzaron a subir las escaleras oxidadas que conducían a la cima.

Las escaleras chirriaban con cada paso, el sonido resonando en el aire tranquilo. A medida que subían, la sensación de nerviosismo se mezclaba con la adrenalina. La pintura desgastada y la oxidación de los peldaños hacían que cada escalón se sintiera inestable. Winter y Seulgi intercambiaron miradas nerviosas, mientras Karina lideraba el camino, empujando a las otras a seguir.

—¡Esto es aterrador! —exclamó Seulgi, tratando de mantener el equilibrio en uno de los escalones que crujía bajo su peso.

—Solo un poco más, chicas. ¡Estamos casi arriba! —animó Karina, que ya podía ver el final de las escaleras. La emoción la invadía mientras subía con determinación.

Cuando llegaron al último peldaño, Winter se adelantó un poco, emocionada por ver la vista desde arriba. Justo cuando su pie pisó el último escalón, un crujido ensordecedor resonó, y la escalera se rompió de inmediato, enviando a Winter tambaleándose hacia atrás.

—¡Cuidado! —gritó Seulgi, extendiendo la mano, pero no reaccionó lo suficientemente rápido para alcanzarla.

El escalón bajo Winter se desmoronó completamente, y en un instante, su cuerpo cayó hacia el vacío. Con un grito ahogado, logró aferrarse con ambas manos al borde de la plataforma del tobogán, quedando colgada en el aire. Su corazón latía desenfrenado mientras miraba hacia abajo, viendo cómo el suelo parecía demasiado lejos.

—¡Ayúdenme! —gritó Winter, su voz llena de pánico—. ¡Me voy a caer!

Karina, que ya había comenzado a descender, se congeló por un segundo, sus ojos fijos en Winter mientras procesaba lo que acababa de suceder. Entonces, la adrenalina tomó el control. Bajó rápidamente por las escaleras oxidadas que aún quedaban en pie, sus pasos apresurados resonando en el metal. Su mente estaba en blanco salvo por un solo pensamiento: Tengo que salvarla.

—¡Aguanta, Winter! ¡Ya voy! —gritó Karina, su corazón en la garganta mientras descendía.

Seulgi, por otro lado, se quedó paralizada en su lugar, mirando la escena con horror. No podía mover un músculo, como si sus piernas se hubieran vuelto de piedra. Karina alcanzó a Winter justo a tiempo y se agachó para agarrar sus brazos, pero la fuerza no era suficiente. Necesitaba ayuda.

—¡Seulgi! —gritó Karina, su voz llena de desesperación—. ¡No te quedes ahí como tonta, ayúdame!

El grito de Karina pareció romper el trance de Seulgi, quien, al escuchar el tono angustiado de su amiga, finalmente reaccionó. Corrió rápidamente hacia ellas, descendiendo lo más rápido que podía cuidando de no caerse por las inestables escaleras.

Mind Game (Red Velvet x aespa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora