Primera Mujer

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Capítulo 6

Lilith se deslizó silenciosamente entre los árboles del Edén, su forma de serpiente negra y amatista relucía a la luz del sol que se filtraba a través de las hojas. Había pasado tiempo observando a Eva, la mujer que había capturado el corazón de Lucifer y, en consecuencia, había despertado una serie de emociones en el propio corazón de Lilith. A menudo se encontraba perdida en sus pensamientos, recordando su propia historia, su amor por Lucifer y el dolor de haber abandonado a Adán.

Mientras se movía con gracia, no podía evitar sentirse atraída por la belleza de Eva. A veces se preguntaba si era egoísta por desear estar cerca de ella, pero su corazón no podía evitarlo. La pureza de Eva, su risa melodiosa y la manera en que interactuaba con el mundo la llenaban de admiración. Lilith había sido la primera mujer, creada antes que Eva, pero había renunciado a su lugar en el Edén para seguir a Lucifer. Ahora, en su forma de serpiente, se sentía como una sombra, escondida y distante de aquello que más deseaba.

Finalmente, después de un tiempo de búsqueda, encontró a Eva en un claro. La mujer estaba rodeada de flores vibrantes, sus ojos brillantes reflejaban una mezcla de alegría y melancolía mientras cantaba una canción que parecía hacer eco en el aire. Cain y Abel estaban profundamente dormidos a su lado, ajenos a la belleza del momento. Lilith sintió que su corazón se aceleraba. Era el momento de hacer su movimiento.

Transformándose en su verdadera forma, Lilith apareció ante Eva. Con largos cuernos morados oscuros y ojos que brillaban con un matiz similar, su cabello rubio caía en suaves ondas sobre su piel blanca, acentuando su figura perfecta. Eva se sobresaltó al principio, sus ojos se abrieron de par en par, pero cuando pronunció el nombre de Lucifer, la tensión en su rostro se desvaneció.

—¿Quién eres? —preguntó Eva, su voz un susurro entre la brisa.

—Soy Lilith —respondió, su voz suave como el terciopelo—. La primera esposa de Adán. He venido a hablar contigo.

Eva frunció el ceño, pero no había miedo en su mirada, solo curiosidad.

—¿Lilith? He oído historias sobre ti. Se dice que abandonaste a Adán por… por Lucifer.

—Es cierto —confirmó Lilith, sintiendo un ligero ardor de celos en su pecho ella había llegado primero, ella fue quien había consolado a eva primero entonces no debería sentirse segura a su lado.—. Pero no estoy aquí para hablar de mí. Quiero entenderte. Quiero conocerte.

Eva, aún un poco cautelosa, se sentó en la hierba, indicándole que se uniera a ella. Lilith sintió un alivio inesperado al ver que la mujer no la rechazaba.

—Lucifer es… especial —dijo Eva, sus ojos mirando al horizonte, como si buscara respuestas en el cielo—. A veces siento que hay algo más allá de lo que este mundo me ofrece. Él es tan diferente a Adán, tan… libre.

Lilith sonrió, sintiendo que había una conexión profunda entre ellas.

—Libertad —murmuró—. Es un concepto complicado. Yo también anhelaba libertad, y por eso tomé decisiones que me llevaron a un camino solitario.

Eva la miró con interés, como si intentara desentrañar los secretos ocultos detrás de sus palabras.

—¿Y ahora? ¿Te arrepientes de haberte ido con Lucifer?

Lilith sintió un nudo en su garganta. Había momentos de duda, momentos en que la soledad se hacía pesada. Pero en ese instante, frente a Eva, se sintió más viva que nunca.

—No me arrepiento de amar a Lucifer. Pero hay un precio que pagar por ese amor. Y a veces, el amor puede ser un camino solitario.

Eva asintió, comprendiendo la profundidad de sus palabras.

—A veces me siento sola, incluso con Adán a mi lado. Él me ama, pero no siempre entiende mis deseos, mis inquietudes. Siento que hay tanto más por descubrir.

Lilith sintió que su corazón se llenaba de calidez.

—Tú eres hermosa, Eva. No solo en apariencia, sino en tu espíritu. Tienes un fuego dentro de ti que te hace especial. No dejes que nadie te diga lo contrario.

Eva sonrió, y Lilith sintió que su propia belleza era reflejada en la admiración de la mortal.

—Gracias, Lilith. A veces, necesito escuchar eso. Ser la primera mujer y estar siempre en comparación con Adán es abrumador. Pero cuando canto, siento que me libero.

—La música es un lenguaje del alma —dijo Lilith, sintiendo cómo sus corazones se entrelazaban en ese momento—. Eres libre de expresarte como desees. No permitas que nadie te limite.

Sin embargo, el sonido de la voz de Adán resonó a lo lejos, interrumpiendo su conversación. Lilith sintió un tirón en su corazón. Sabía que era el momento de irse, pero no quería dejar a Eva.

—Debo irme —dijo, su voz un susurro—. No digas nada sobre mí. Solo quiero que sepas que hay quienes te ven y te valoran por quien eres.

Eva asintió, su expresión reflejando una mezcla de tristeza y comprensión.

—Gracias por venir, Lilith. Me alegra haberte conocido. Espero que podamos hablar de nuevo.

Lilith se retiró lentamente, sintiendo una chispa de felicidad en su pecho. Había encontrado en Eva no solo una belleza exterior, sino una conexión que transcendía el tiempo. Mientras se desvanecía entre los árboles, sabía que su vida había cambiado para siempre.

El claro, con su luz brillante y flores florecientes, había sido testigo de un encuentro que prometía ser el inicio de una amistad inusual. Lilith estaba decidida a proteger esa conexión, a encontrar la manera de estar más cerca de Eva, incluso si eso significaba enfrentarse a Adán y a su propio pasado.

A medida que se alejaba, las palabras de Eva resonaban en su mente, un eco de esperanza en un mundo que a menudo parecía sombrío. La amistad y el amor tomaban formas inesperadas, y Lilith estaba lista para explorar cada una de ellas.

Pronto reinaremos juntas Eva solo esperanos

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