Día 1
Allimit despertó alrededor de las diez de la mañana, la luz de la mañana entraba a raudales a través del ventanal, tanto que le lastimó la vista, se frotó los ojos para a continuación estirarse cuan larga era, todos sus huesos crujieron «uno a parte de guapa, crujiente» pensó y se rio de sí misma. Se quedó un rato más en la cama sin pensar en nada más que solo ver la luz que había en su habitación, luego se vistió para bajar a desayunar y dar indicaciones.
Aun así, Allimit acompaño a Lala de compras, ya que Julio y Juan se ocuparían de limpiar la piscina. Y aunque deseo ir en su Porsche, no le sería útil para llevar las compras y serpia demasiado llamativo en el pueblo, así que usó la camioneta que estaba al servicio de la casa.
Como era de esperarse solo compraron lo mejor de lo mejor, Allimit sabía que su hermano Asher era como un grano en el culo, lo cagabas a cada rato y no lo podías ver, así era exactamente su hermano, pero ella siempre le ponía buena cara, era una máscara que llevaba puesta durante todo el día y todos los días que iba a trabajar. No obstante, una vez llegaba a la casa, sentía que podía ser ella, pero solo un poco, porque gran parte de lo que realmente sentía estaba escondida o más bien, encerrada con cuatro candados y con las llaves perdidas.
Su expresión de que nada pasaba era tan falsa como la supuesta felicidad que vivía, ser rica era solo un premio de consolación a todo lo que le faltaba realmente y sabía que nunca lo tendría.
Estuvieron de vuelta a la villa tres horas después y una vez que Allimit quedó libre de obligaciones, al menos por ese día, se permitió vagabundear por el terreno y los jardines para poco después tumbarse bajó la sombra de su árbol favorito, se tendió en el césped cuan larga era, cerró los ojos y aspiro el aire fresco, que, pese al sol de la tarde, no sentía demasiado calor, quizas se debía a que usaba ropa fresca de algodón y en color blanco y llevaba unas simples sandalias.
Tras dejar escapar un suspiro, Allimit abrió los ojos y miró al cielo, la vida era hermosa, pero solo para algunos, no para ella, odiaba su vida, pero pronto estaría a punto de cambiar. Dió un bostezo, últimamente le daba mucho sueño y no lo desaprovechaba, así como en ese momento, que cerró los ojos y se dejó arrastrar por Morfeo.
Allimit durmió alrededor de dos horas sobre el césped bajo la sombra del árbol, se estiró y tras desperezarse, se puso de pie para volver a casa y meterse a la piscina, aprovechar antes de que su hermano llegara y le pusiera malas caras por lucir en traje de baño. Lo odiaba, pero no podía deshacerse de él.
Una vez en traje de baño, se dirigió a la piscina, en donde esperó no hubiera nadie, pero a cierta distancia, se encontraba Julio podando algunos arbustos y tal y como lo esperó Allimit, él no pudo evitar dirigir su vista hacia ella. Allimit se había dado cuenta de que ella le gustaba a Julio, por eso es que la recibía alegremente y sorprendido como lo hizo al verla por la madrugada.
Allimit no era santa, de hecho, era rebelde a su manera y lo hacía coqueteando con los hombres, fingía interés hacia ellos, pero al final no era más que un juego para burlarse de ellos y para que su hermano se preocupara calentándose la cabeza de que alguien en algún momento se apoderara de la riqueza que ella poseía, pero que obviamente Asher manejaba y todo el dinero que Allimit poseía tenía que pedirlo a su hermano o dar cuentas en que se lo gastaba.
Julio se puso nervioso cuando Allimit le guiñó un ojo y dejó caer la tijera con que apodaba y le golpeaba el pie, avergonzado, se alejaba de allí y Allimit se echaba a reír por lo que había provocado. Satisfecha de lo que hizo, se metió al agua y nado, quizas en los días siguientes ya no pudiera disfrutar de la piscina ni de la soledad y la tranquilidad de la que ahora gozaba.
― ¿Ya va a comer, señorita Allimit? ― le preguntó Lala cuando Allimit salió del agua.
―Ahora voy, solo deja darme una ducha.
Allimit no padecía de hambre, últimamente después de que tomaba el desayuno se mantenía llena y el hambre no la acusaba como antes, si comía demasiado le dolía el estómago, por esa razón beber agua le era suficiente. Sin embargo, iba a comer lo que Lala había preparado, no quería ser grosera, pero ella no tenía hambre pese a las horas que llevaba sin comer y de todo lo que había hecho.
Lala le habia servido en la enorme mesa del comedor y ella odiaba comer sola en mesas que era aproximadamente para más de doce personas, la hacían sentirse más sola de lo que estaba y se sentía. Aun así, se sentó a comer, porque Lala la estaba esperando y le hizo breve compañía unos momentos, luego se retiró y Allimit dejó de fingir que comía, simplemente se llevó cuatro bocados a la boca y aunque estaba delicioso, su estómago se sintió lleno de inmediato.
Miró el plato de comida y pensó que era un desperdició, otras personas en su lugar matarían por una comida como esa al día y ella la echaba a perder. Se levantó de la mesa y se dirigió a la terraza, ya que ofrecía un ambiente relajante, ya que la terraza estaba cubierta por una pérgola que proporcionaba sombra, al mismo tiempo que permitía que la luz natural iluminara el área suavemente y la piscina brillaba a lo lejos, provocándole a Allimit una sensación de tranquilidad. Las paredes exteriores de la villa eran de piedra y las grandes puertas que conectaban al interior de la casa eran de cristal, creando una sensación fluida entre los espacios, aun así, la breve paz que estaba disfrutando, no la sentía del todo por su ser.
Allimit se acomodó en las butacas acolchadas y disfruto de ver mirar como moría la tarde y como los grillos y todos esos insectos nocturnos comenzaban a cantar y a hacer sus característicos ruidos, que ella no escuchaba por vivir en la ciudad, allí solamente escuchaba los motores de autos.
Sin darse cuenta, Allimit se quedó dormida y Lala la despertó, para decirle que fuera a dormir a su habitación, aunque Allimit realmente hubiera deseado que Lala no la hubiese despertado y la hubiera dejado pasar la noche allí.
―Sí se queda a dormir aquí, pescara un resfriado ― le dijo Lala ―. Las noches son más frías aquí que en la ciudad.
―Gracias por despertarme ― le dijo de todos modos, aunque lo que Allimit sentía y hubiera deseado era otra cosa.
Con paso cansino y adormilado, subió a su habitación y se tumbó en la cama sin siquiera quitar el cubrecama, buscaba volver a quedarse dormida de inmediato y lo consiguió, se entregó a los brazos de Morfeo.
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Siete días
Short StoryQuizás siete días no sean suficientes, pero para Allimit son algo maravillosos al igual que amargos. En siete días vivirá experiencias que con treinta y ocho años de edad no fue capaz de vivir a lo largo de su vida.