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El plan de Zak

La semana se había arrastrado con una lentitud insoportable. Sabía que la fiesta sería el escenario perfecto para ejecutar el plan de Zak, pero la espera me estaba volviendo loca. Me mantenía ocupada con las salidas de compras y las corridas matutinas, siempre bajo la mirada atenta de Oleg y Yulian. Los gemelos no hablaban mucho, lo cual me venía bien, porque yo tampoco tenía ánimo de conversación. Con mi padre la situación era aún peor. No nos habíamos dirigido la palabra en días, cada uno encerrado en su orgullo, y esa tensión me pesaba como una losa.

Esa tarde, después de un entrenamiento agotador, me dejé caer en una de las sillas del jardín. El sol acariciaba mi piel mientras revisaba el teléfono, buscando ansiosa el mensaje de Zak. No pasó mucho hasta que su nombre apareció en la pantalla. Mi corazón dio un pequeño salto. La conversación se volvió rápidamente emocionante cuando Zak comenzó a detallar su plan para escaparnos de la fiesta sin que mis “guardaespaldas” lo notaran.

— Confía en mí. —tecleó, seguido de un emoji cómplice.

Mis labios se curvaron en una sonrisa involuntaria. Zak siempre tenía esa manera de hacerme sentir como si estuviera a punto de embarcarme en una aventura peligrosa y emocionante. Era exactamente lo que necesitaba.

A lo lejos, sentí la mirada fija de los gemelos. Estaban sentados en el borde del jardín, uno junto al otro, como dos sombras perfectamente sincronizadas. No me había dado cuenta de que me observaban hasta que levanté la vista y los vi con los ojos entrecerrados, como si trataran de adivinar con quién estaba chateando. Dejé escapar un suspiro, sin prestarles mucha atención. Estaba acostumbrada a sus miradas curiosas, pero algo en Yulian esta vez me hizo sentir un leve temblor de nervios.

—Hoy mismo lo hacemos, Nina, —leyó el último mensaje de Zak— prepárate.

No podía evitarlo. Mi corazón latía a toda velocidad. Hoy sería la noche. En pocas horas, estaría fuera de las garras de los gemelos, fuera de las reglas de mi padre, fuera de mi propia cárcel. Libre, aunque fuera solo por un rato.

Pero, justo en ese momento, Yulian decidió acercarse. Sentí su presencia antes de que hablara, su sombra bloqueando el sol mientras se detenía a mi lado. No había estado tan cerca de él desde que llegaron. Mantuve mi mirada en el teléfono, fingiendo no notar la incomodidad de su proximidad.

—¿Qué te tiene tan entretenida? —preguntó, con su tono habitual de tranquilidad. Sus ojos se clavaron en mi rostro, buscando algo más allá de las palabras.

Me encogí de hombros, tratando de sonar casual.

—Nada importante.

Sabía que no me creía, y su mirada escrutadora lo confirmaba. Pero no me importaba. No quería hablar con él ni con nadie. Solo quería que la noche llegara. Y, además, si Yulian se enteraba del plan, había una buena probabilidad de que se lo contara a Oleg, y con eso, a mi padre. No podía arriesgarme.

—Te ves diferente hoy. —Su tono era más suave esta vez, casi curioso. Bajó la vista hacia mi teléfono—. ¿Es ese chico?

Fruncí el ceño, aunque sentía cómo el rubor subía a mis mejillas. ¿Tan obvia era mi emoción por los mensajes de Zak? Eso me molestó, pero no iba a darle el gusto de saberlo.

—Es solo un amigo, Yulian, y además  es Gay—dije secamente, apagando la pantalla del teléfono y levantándome bruscamente—. Tengo que irme.

—Mi ex también estuvo con su amigo Gay, ¿Lo recuerdas?

No contesté su respuesta. Sabía que su mirada seguía fija en mí mientras caminaba hacia la casa, pero no me volví. Subí las escaleras con rapidez y me encerré en mi habitación. El sonido del pestillo al cerrarse fue casi un alivio.

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⏰ Última actualización: Oct 13 ⏰

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