Απόδραση μιας Γοργόνας

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El cielo estaba oscuro mientras caminaba por el camino y la luna brillaba en el cielo. La niebla y la tristeza la consumen a cada paso que daba. Ella se estremeció.

Estaba a solo unos minutos de casa cuando ella miró hacia la carretera y vio un hermoso brazalete de plata. Sin poder evitarlo, lo recogió del suelo, y miro como la luna se refleja en la joya mientras seguía caminando hasta que choco con alguien, pero cuando estaba a punto de caer una mano la agarra del suelo.

― ¿Estás bien? ― pregunto sin dejar de soltarla.

Ella asintió y no dijo nada tratando de alejarse de la misteriosa mujer mientras juraba haber visto cambiar el color de sus ojos en una fracción de segundos.

La mujer miró fijamente a la niña mientras olfateaba el aire:

― Crees que no puedo olerte mestiza, crees que soy así de estúpida ― dijo mientras sujetaba a la niña con más fuerza.

― No sé de que esta hablando señora, déjeme ir, por favor ― hablo la niña preocupada y suplicando por su vida.

Finalmente logra zafarse del agarre de la mujer y comienza a correr. La mujer mayor sonríe con una sonrisa espeluznante y grita:

― ¡No puedes correr, pequeña, te encontraré! ― comienza a perseguirla.

Pronto la mujer alcanza a la joven y la empuja al suelo. Al mirar arriba, Maia ve a la mujer mayor cara a cara y observa como salen serpientes de su cabello que antes era plateado. Tenía escamas que cubrían parte de su piel y le salieron garras.

― ¿Q-qué eres tú? ― preguntó con miedo lo que provocó que el monstruo se burlará.

― Niñita estúpida, soy una gorgona ― el monstruo avanza hacia la joven ―. Me gusta mucho jugar al gato y al ratón, así que corre, niña, pero te encontraré y cuando te atrapé te mataré.

La gorgona la levanta del suelo, en ese momento Maia no lo piensa tres veces y empieza a correr por su vida aún con el brazalete de plata.

El monstruo observa a Maia huir y sonríe con malicia. Maia se coloca el brazalete en la muñeca mientras corrían sin saber porqué, simplemente sintió que estaba bien.

El amuleto de la espada brilla y la niña gira su muñeca y luego vuelve tras ella para ver a la gorgona caminando lentamente tras ella como si estuviese disfrutando de aquel juego.

Maia saca el amuleto del brazalete y una espada cae de su mano. Sorprendida, continúa huyendo por las calles y dobla la esquina hacia la izquierda y ve su casa al final de la calle.

Escucha a la gorgona gruñir a lo lejos y sigue corriendo hacia su casa, nada más llegar abre y cierra su puerta de golpe.

Su padre estaba sentado en el sofá cuando sintió a su hija llegar. Al observar pudo ver que tenía lágrimas en los ojos y traía consigo una espada.

― ¿Qué pasó? ― preguntó preocupado por su hija.

Ella estaba a punto de responder cuando las bisagras de la puerta principal se rompieron y la Gorgona entra con una sonrisa espeluznante en la casa. Corre velozmente hacia la joven pero ella logra apartarse en el último segundo. La gorgona gruñe.

Maia, asustada, mira a su padre quién le indica que use la espada.

La gorgona se incorpora agarrando a la joven y la lanza contra la pared. La niña se golpea la cabeza con fuerza mientras gemía de dolor y se levantaba. La gorgona ataca a la joven semidios y Maia sostiene la espada frente a ella sin saber qué hacer y la gorgona corre directamente a través de la espada convirtiéndose en polvo.

Maia miraba la espada frente a ella en estado de shock mientras pensaba en todo lo que había sucedido en ese mismo tiempo.

Con las piernas aún temblorosas miró a su padre que estaba allí mirando, y corrió hacia él para abrazarlo. El hombre corresponde al abrazo de su hija y la agarra del brazo llevándola hasta el auto, poniéndola justo en el asiento del copiloto.

El hombre corre dentro de la casa y coge un bolso metiendo ropa de Maia dentro y otras pertenencias. Luego vuelve al coche y se las entrega para posteriormente arrancar el vehículo y acelerar.

― ¿Papá? ¿Qué está pasando? ― pregunta mirándolo con sus ojos asustados por ella y por lo que sucedió antes.

Miró a su hija antes de fijar sus ojos en la carretera. Antes de hablar suspiró sabiendo que era el momento de decirle la verdad a su hija:

― Hija, necesito que me escuches con mucha atención, ¿Entendido? ― le dijo mientras seguía mirando la carretera.

Maia asiente y procede a escuchar atentamente a su padre:

― Esas historias que solía contarte antes de ir a dormir sobre los dioses griegos, los semidioses y los monstruos son reales ― dijo mientras miraba a su hija por una fracción de segundo.

― ¿De qué estás hablando papá? ¿Esa cosa era un monstruo? ― pregunta Maia sin entender la situación.

― Sí, ese monstruo era una gorgona, quería matarte porque eres una semidiosa, pensaba que teníamos más tiempo pero supongo que no ― le dijo a su asustada hija.

― ¿Qué estamos haciendo, papá? ― pregunta mientras mira a su padre sin estar muy segura de lo que está pasando.

― Te llevaré al campamento mestizo donde estarás a salvo.

Maia asiente recordando las historias que él le contó sobre el campamento y como protege a los semidioses del mundo exterior.

El coche se detiene en medio del bosque mientras la luna llena brillaba hacia padre e hija. El hombre sale del vehículo seguido por su hija quien lo abraza antes de salir corriendo hacia un árbol el cual marcaba la entrada al campamento, lo que significaba que una vez allí estaría a salvo de los monstruos.

De repente se oye un fuerte gruñido y se da la vuelta para ver a un escorpión gigante mirándola fijamente, Maia no esperó ni un segundo para comenzar a correr pasando el árbol que le había indicado su padre y el gigante arácnido dejó de perseguirla.

Ella dejó escapar un suspiro mientras se dejaba deslizar por el gran árbol con la espalda apoyada en el tronco. Mira el cielo y ve la luna brillando. La sensación de la luz de la luna brillaba sobre su piel siempre la consolaba. Después de un segundo, toda la adrenalina en su cuerpo desaparece, comienza a marearse y se desmaya.

La hija de la nocheWhere stories live. Discover now