La Princesa del Eden

Capítulo 2: El Demonio de la Guardia Oscura

El Demonio de la Guardia Oscura

Desde que tengo memoria, mi padre siempre fue un hombre difícil de sorprender. Sin importar el alboroto que algo pudiese causar su expresión era de completa serenidad. Pero en esta ocasión su cara lo decía todo. Sus cejas enarcadas, sus ojos críticos y su boca ligeramente abierta significaban una sola cosa. No solo estaba asombrado sino molesto.

— ¡¿Cómo te atreves siquiera a insinuar tal cosa?!—exclamó profundamente indignada la reina, que para este momento ya había atraído cientos de miradas aterradas ante su reacción.

—Esto es una ofensa tanto para tus reyes como para nuestros invitados y toda la corte. ¿Con que derecho te crees para exigir tal cosa? — cuestiona mi padre dándole una mirada altiva sin perder la compostura.

El marques Carlone parecía intentar calmar su nerviosismo pensando en las palabras correctas para responderle a sus monarcas. Para ser sincera, su postura lo hacía lucir tenso ante la situación en la que nos encontrábamos. Respira pausadamente una vez más antes de pronunciar sus siguientes palabras.

—No necesitamos al Vendelgardiano. A mi lado la princesa estará en buena mano y nada le hará falta. Yo mantendré la gloria de la familia Giorienchi, majestad. Lo mejor para nuestra nación es que un Edengardiano la cuide, no un extranjero.

Los murmullos empezaron a llenar el salón como si de aves se tratase, pero todo esto se detuvo cuando el rey llamo nuestra atención. Mi padre esbozo una sonrisa divertida ante lo anteriormente escuchado. Hace más de un año que no veía a mi padre sonreír, pero esta no era una sonrisa de alegría, sino una de burla. Era como si le hubiese contado la más esplendida broma. Si su sonrisa fuese causada por unas más favorables circunstancias estoy segura de que esto sería como una cálida brisa en un tormentoso invierno. Pero justo ahora, me aterraba su posible reacción.

De reojo, mire al delfín de Vendelgart quien mostraba una pequeña sonrisa de diversión, como si esto fuera algo que no esperaba, pero sí que le hacía gracia. ¿Cómo se atreve? ¿Es que acaso no le importa que otro hombre quiera casarse con su futura prometida? ¿No le importa lo bochornoso que es todo esto? ¿Lo mal que nos hace ver? ¿Lo ofensivo que es?

Una carcajada se extendió por toda la habitación, la risa del rey nos sobresaltó a todos pues esperábamos que toda su ira cayera sobre el joven marques. La sonrisa del joven junto a mí se extendió tan solo un poco, pero parecía aún más divertido por lo que sucedía. Sentí la necesidad de golpearlo en las costillas con mi codo, pero me contuve, después de todo él no era Thomas. No puedo tomarme esas confianzas con alguien que tiene la fama de apuñalar por menos de un empujón.

—La futura reina de Edengart no se casará con un hombre que no pertenece a la realeza. Y aunque no fuese la sucesora al trono ¿Qué te hace pensar que eres digno de una princesa? De una Giorienchi. Ella es la última de mi familia, la única hija de uno de los reyes elegidos por los dioses y de la hija de una de las jefas ninfas más poderosas. Solo un igual seria digno de ella. Eres solo un simple marques, nada comparado con el heredero de un imperio. — Mi padre le lanzo una mirada mordaz a Sebastián al levantarse de su trono. — Si mis difuntos hijos no hubiesen sido tus amigos, ahora mismo te desterraría del palacio y degradaría tu título por tal ofensa. — La ira en sus ojos se disipo ligeramente. — Pero tu rey es piadoso. Mañana acordaremos la forma en que has de recompensar a tus majestades por tal vergüenza. — Hizo una pausa para alzar su copa y regalarles una sonrisa a sus súbditos. — ¡Queridos amigos, continuemos con nuestra celebración!

Pasados unos segundos los músicos volvieron a tocar sus instrumentos intentando calmar el tenso ambiente que se había formado, pero a todos los demás nos tomó un poco más reponernos después de aquella escena. Mi mirada cayó en el marqués, quien tenía una mirada que jamás olvidaría, frustración mesclada de rabia.