Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
El reloj que cuelga adornando el comedor de la familia Lee marca las siete en punto. Un hogar típico de familia tradicional y estrictamente religiosa, cruces, figuras de santos y un pequeño altar iluminado con velas son parte de la decoración del lugar.
La pintura color crema de las paredes lo hace ver apagado, casi sin vida, es aburrido y deprimente de sólo pasar un segundo allí y peor para él, que tiene que ver aquello cada día de su vida.Mantiene un codo apoyado sobre la larga mesada de mármol y su mejilla descansa en la palma de su pequeña mano, ni siquiera su madre adentrándose y aventándole el periódico logra sobresaltarlo, no se inmuta.
— ¿Qué quieres para desayunar? — Pregunta la señora Lee a sus espaldas, junto a la estufa.— ¿Huevos revueltos o cereales?
— Mhm... huevos revueltos.— Responde una vez que sale de su pequeño trance.
El rubio de pecas toma el periódico entre sus manos, uno de los llamativos títulos del día es: “Se debate el matrimonio igualitario”.
Cuando su padre ingresa al comedor Félix esboza una pequeña sonrisa y un “Hola, pa” sale de sus labios, como era de esperarse, no recibe respuesta alguna por parte de su progenitor, el hombre tiene una notoria expresión de descontento y al parecer no amaneció de buen humor.— ¿Dónde está mi desayuno? Apúrate, mujer, tengo que irme a trabajar.— Demanda impaciente.
La expresión en el rostro del australiano decae, por más que lo intenta no logra entender por qué su padre debe ser una persona tan áspera con él y con su madre, siempre que intenta sacar algún tema de conversación en la mesa es ignorado o recibe una respuesta negativa por parte del señor Lee. Da por hecho que jamás logrará tener una buena relación de padre e hijo, es inútil seguir intentando.
Su madre sirve el café a su esposo, atendiendo a todas sus necesidades como siempre, sin siquiera recriminar el destrato y frivolidad en su voz y sus palabras. Ya era habitual en él.
Félix suspira rendido y pretende leer las noticias, su padre enciende el televisor y la mujer que anuncia las noticias capta por completo su atención.— Últimas noticias, el próximo viernes se someterá a votación la reforma al artículo ciento cuarenta y tres del código civil, permitiendo el matrimonio entre personas del mismo sexo.
— Malditos sean esos degenerados.— Dijo su padre con asco y desprecio palpable en su voz.
— Bendito sea Dios...— Dijo su madre totalmente horrorizada con la noticia.
— Dame eso.— Gruñe quitándole el periódico de las manos.
Y así es como un nuevo día en la vida de Lee Félix comienza.
El desayuno transcurrió en un incómodo y tenso silencio, se apresuró en terminar su comida lo más rápido posible para lograr huir de sus padres, aunque también debía apresurarse si no quería perder el autobús y llegar tarde al instituto.Observaba con impaciencia el reloj en su muñeca mientras movía el pie sobre el césped, daba pequeños vistazos a la carretera para ver si el autobús se dignaba a aparecer.
Por el rabillo del ojo ve a un chico caminar por el parque con el teléfono pegado en su oreja y cuando pasa por detrás suya no puede evitar oír la conversación que mantiene en la llamada telefónica.— ¿Has visto que Lisa salió del clóset? o sea, yo salgo con mi novio y eso, pero no lo ando publicando...
No era de escuchar conversaciones ajenas, no es como si le incumbiera meterse en los asuntos de los demás, pero era difícil no oír si el chico parecía tener un altavoz en la boca.
Mentiría si dijera que no le pareció un comentario de mal gusto, ¿A caso las personas no eran libres de expresar sus gustos y preferencias? ¿Debían mantener oculto lo que sentían sólo porque a alguien más le molestaría su libertad?Ve el autobús acercarse, por fin y aunque estira su brazo para frenarlo el chófer sigue de largo, Félix frunce su ceño y lo ve alejarse. Genial, estupendo, ¿Hoy no sería su día?
Un taxi disminuye la velocidad al verlo y frena a su lado una milésima de segundos más tarde.— ¿Te llevo? — Pregunta el hombre a través de la ventanilla.
Tiene suerte de que lleva su billetera y de no ser porque comenzaba a hacerse tarde para sus clases hubiese esperado el próximo autobús. Camina resignado y abre la puerta de los asientos traseros y se adentra al vehículo, se coloca el cinturón de seguridad y observa por la ventanilla, rogando con todas sus fuerzas que no le haya tocado uno de esos conductores parloteadores y entrometidos.
Si para Félix ya le era difícil socializar porque no era alguien de muchas palabras, menos lo era ese día en particular, que parecía ser que todo se había alineado para arruinarle el día.— Oye, ¿Y qué tal la escuela?
Bueno, al parecer sí era uno de esos conductores parloteadores y entrometidos.
— Bien... supongo.
— Qué bueno, sigue así.— Tras un segundo de silencio y al no recibir respuesta por parte del chico de pecas, continúa hablando.— ¿Ya has escuchado eso de que quieren que los gays se casen?
No, puede, ser.
— Digo... a mí no me afecta que salgan, pero eso de que ahora se quieran casar me parece algo extremo.— Lo ve a través del espejo retrovisor, pero rápidamente vuelve su vista al frente.— Pero bueno, esa es mi humilde opinión.
La incomodidad del australiano debió ser notoria porque el hombre dejó de insistir en querer mantener una “conversación” con él y lo agradecía internamente, no podía soportar un sólo comentario homofóbico más ese día.
Apenas el taxi estacionó en el instituto le pagó por su servicio y salió rápidamente del auto, pudo respirar con tranquilidad al entrar a su salón, justo cuando estaba por sentarse en su banco una chica de la cual desconocía su nombre lo empujó para poder pasar primero y tomar asiento.Félix no se destacaba por ser popular y tener muchos amigos, mejor dicho, Félix no destacaba.
Era considerado como el callado y reservado del salón, siempre se sentaba en primera fila y aunque sus notas no eran excelentes se esforzaba y aprobaba lo exámenes.
Se sentaba justo en medio de Minho y Changbin, no eran sus amigos y decir que les caían del todo bien era mentira.— Oigan...— Mencionó el pelinaranja, Minho, mientras tomaba su teléfono.— ¿Ya vieron que Hyunjin ya se puede casar? — Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios y logró contagiar a Changbin.— No entiendo por qué existen los maricones, habiendo mujeres que están tan buenas...— Mencionó haciendo una vulgar seña con su mano, como si estuviese sosteniendo un seno.
Y allí el motivo por el cual no le agradaba.
Ignoró por completo a Minho y de una manera poco disimulada giró su rostro, observando por encima de su hombro a Hyunjin, el rubio que se sentaba unos cuantos asientos más atrás, fueron tan sólo unos segundos antes de volver su vista a la pizarra y para su sorpresa cuando el chico levantó su mirada y sin que el australiano lo notara, le sonrió.
Jamás se habían hablado, compartían algunas clases y aún así sabían de la existencia del otro, ambos solían mirarse pero jamás se habían percatado de aquello... o tal vez Hyunjin sí.Cuando las pesadas horas de clase transcurrieron y Félix volvió a su hogar no tardó en encerrarse en su habitación, su padre aún seguía en el trabajo y su madre probablemente había ido a visitar a su abuela. Podía respirar paz, al menos durante algunas horas.
Se dejó caer en su cama y se colocó los audífonos para escuchar algo de música que pudiese relajarlo un poco mientras chequeaba sus redes sociales, de manera inconciente terminó entrando al perfil de Hyunjin.
Por supuesto que lo seguía y por supuesto que cada una de sus publicaciones militando activamente por la comunidad le dejaban una cálida sensación y el orgullo ensanchando su pecho.
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Orgullo | HyunLix ( Terminada )
FanfictionHyunLix Fanfic | Levántate y anda, con la frente en alto y una sonrisa plasmada en el rostro, que la vida es una y es demasiado corta para vivir encerrado en un armario de cristal. Levántate y anda, libre, feliz, con orgullo de ser quien eres, que n...