JUEVES

3 2 0
                                    

Esa misma mañana no permitiría que nadie le arruinase el día, Félix despertó aún más temprano que de costumbre para poder ducharse y arreglarse para su cita con Hyunjin.
No quería verse excesivamente emocionado, pero tampoco se esforzaba mucho por ocultar la enorme sonrisa en su rostro, cuando terminó de alistarse bajó las escaleras y pasó por el comedor sin saludar a su madre, quien se encontraba preparando el desayuno como habitualmente lo hacía.
Ella no tenía por qué saber que faltaría a la escuela.
Ni que faltaría para ir al cine. Con un chico.

Incluso parecía que el ciclo de mala suerte se había roto por fin, al caminar por el parque no se encontró al chico con su homofobia internalizada. Si se ponía a pensar le resultaba tan triste y sorprendente que siendo parte de la comunidad aún tuviese una mentalidad tan cuadrada, hablando a espaldas de quién, suponía, era amiga suya.
¿Había algo peor que ser un homosexual homofóbico?
Guardó el teléfono en el bolsillo de pantalón y giró su rostro, visualizó el autobús y sin la necesidad de estirar su brazo el vehículo frenó, subió y saludó cordialmente al chófer, una media sonrisa y el brillo en sus ojos no tardaron en aparecer, estaba teniendo su día de suerte y por supuesto que lo aprovecharía hasta el último segundo.

Mary Poppins se proyectaba en la pantalla grande y parecía que el cine era exclusivamente de ellos, estaban sentados en la tercera fila con un enorme bote de palomitas reposando sobre el regazo de Hyunjin y pese a que sus ojos estuviesen fijos en la película ninguno de los dos podía poner su atención en algo más que no fuera el otro.
Pocos asientos estaban ocupados, tal vez no a todos les gustaban los clásicos y por eso ese día la sala se encontraba casi vacía o quizá era el universo dándole palmaditas en la espalda a modo de compensación por haberlo hecho pasar unos días tan agotadores mentalmente. Lo agradecía.

Félix sonreía como nunca antes lo había hecho y esa sonrisa para Hyunjin era mucho más bella y entretenida que la película. Al observarlo se vió contagiado y las comisuras de sus labios no tardaron en curvarse también, parecían dos jovencitos experimentando por primera vez el amor.
¿Qué podría haber de malo en eso?

— Así me mirabas en el salón, con esa sonrisa tan bonita...— Susurró el rubio, obteniendo como premio un sonrojo en las mejillas del australiano.

Se sentía flotando, como si se hubiese sentado sobre mullidas nubes, incluso podría tocar el sol con la yema de sus dedos si se lo proponía, ahora mismo se sentía invencible.
Cuando sus manos se encontraron en el bote de palomitas ambos giraron sus rostros para verse, ese segundo exacto en el cual sus miradas colisionaron y todo en su interior comenzaba a descontrolarse, el corazón latía con rapidez y veía todo en cámara lenta. Hyunjin se inclinaba lento hacia él, como si tuviese miedo de asustarlo si se apresuraba o hacía algún movimiento brusco, no quería incomodarlo.

Sus respiraciones se entremezclaron y sin soltarse de las manos en ningún momento cerraron sus ojos uniendo así sus labios. El primer beso para ambos, inexpertos, tan sólo era la unión de sus labios, no se movían, únicamente el deseo de sentirse cerca el uno con el otro, de sellar sin la necesidad de palabras un sentimiento mutuo que habían guardado durante tanto tiempo, la revelación de puros y genuinos sentimientos.
Juntaron sus frentes y suspiraron extasiados de felicidad, se miraron sonrientes y ahora vivían en su propia película.

Iré a la marcha al salir de aquí y me preguntaba... bueno, quería saber si tú, ¿Quisieras acompañarme, Lix?

¿Y cómo negarse? Si una vez que sales y ves del maravilloso mundo del cual te estabas perdiendo es imposible volver atrás, una vez que logras salir ya no quieres regresar a ese lugar oscuro en donde te viste obligado a permanecer.
Habían colores, un mundo lleno de personas diversas que no les importaba que fueras diferente, que no se escondían, que no se avergonzaban, que te abrían los brazos y te rodeaban en un cálido abrazo que se sentía como la libertad.
Porque el amor es para todos y quizá conocer a Hyunjin había sido el empujoncito que necesitaba para salir, porque ahora tenía un motivo para no querer ocultarse ante el mundo.

El rubio daba vueltas con el chico de pecas entre sus brazos, le dolían las mejillas al sonreír con tanta alegría, la euforia se había apoderado de sus cuerpos que ahora corrían libres.
Saltaron, bailaron, cantaron, gritaron con todas sus fuerzas para demostrar su orgullo. Estaban exhaustos, pero felices.
Cuando el momento de llegar a casa llegó no lo dejó solo, lo ayudó a limpiarse el brillo y maquillaje que adornaba sus mejillas y se quedó de pie frente a la puerta de su hogar, no quería soltar sus manos, no quería dejar de mirarlo a los ojos, no quería separarse, ¿Y si era aquella la última vez?

— No quiero que esto se termine.— Dijo con sinceridad mientras se quitaba el collar que colgaba de su cuello para extendérselo al rubio.

— No tiene por qué terminar...

Hyunjin tomó el dije entre sus manos, acariciándolo con su pulgar, una media sonrisa nació en sus labios, elevó su mirada y sin dudarlo dió un paso más hacia adelante, acortando la mínima distancia que lo mantenía alejado de su chico.
Y aunque el temor de ser descubierto estaba latente en su pecho Félix decidió arriesgarse, a la mierda sus padres homofóbicos y la sociedad intolerante. Rodeó los hombros del más alto con sus brazos y se paró en puntas de pie para poder alcanzarlo y tomar la iniciativa del beso, ahora un poco menos inexperto y menos avergonzado.

Eran sólo dos chicos besándose.

Hasta que la puerta fue abierta.

— ¿¡Qué mierda está pasando aquí!?

Rápidamente se separó de Hyunjin, su padre había salido de la casa como si fuese un toro al que acaban de liberar y le enseñan una bandera roja, hay odio en sus ojos y el miedo junto a la desesperación de quien presiente el peligro lo invadió, pocas veces había visto esa mirada en su padre.
Decir que estaba furioso era aminorar sus sentimientos y emociones al ver a su hijo besar a otro chico, el australiano murmuró un “Corre”  que Hyunjin no tardó en acatar cuando vió al hombre irse encima suya. Para su suerte — y para la mala de Félix — el señor Lee no corrió tras él, en cambio giró hacia su hijo y lo tomó del cabello para jalarlo dentro de la casa, ignorando sus gritos de dolor y súplicas porque lo soltara, la señora Lee solamente se encargó de ver hacia ambas esquinas, asegurándose de que los vecinos no hayan presenciado tal atrocidad antes de cerrar la puerta y seguir a su esposo.

Su intento por zafarse de su agarre y encerrarse en la habitación fue en vano, no tenía las fuerzas suficientes y su padre logró abrir la puerta antes de que Félix siquiera intentase cerrarla en su cara. Lo tomó nuevamente del cabello y lo arrojó dentro del armario, las lágrimas de su hijo no hacían más que aumentar la ira.
Su figura permanecía imponente frente al chico mientras se retiraba el cinturón y lo elevaba en el aire, iba a golpearlo.

— Papá...— Félix intentó cubrirse poniendo sus manos frente a él.— por favor, no lo hagas... ¡No!

El primer azote llegó y con ellos varios más, el llanto desgarrador y los gritos suplicantes hacían eco en los oídos de la señora Lee, quién entre lágrimas de angustia y los ojos cerrados rezaba en voz alta frente al altar.

Líbranos de nuestros pecados...

Ese día sería inolvidable para todos.

Orgullo | HyunLix ( Terminada )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora