Dos

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El estruendoso sonido de mi teléfono me trajo de vuelta al mundo, solté un quejido mientras me estiraba para alcanzarlo y apagué la alarma. Son las siete de la mañana, es mi hora de salir a correr. La verdad no planeaba hacerlo porque no conozco los alrededores pero creo que es un buen momento para explorar, ya estoy despierta así que, qué más da.

Fui a asearme, muy emocionada por disfrutar de mi baño sin la necesidad de hacer todo rápido. Con papá antes nos turnamos el uso del baño, incluso tuve que establecer horarios que seguíamos al pie de la letra para hacer todo más ameno, y funcionó muy bien. Sin prisa alguna, lavé mi cara y cepillé mis dientes, me puse protector solar y me cambié mi pijama por un short deportivo y una camiseta holgada. Me puse mi tenis deportivos que ya están bastante gastados y tomé mi teléfono y un poco de dinero.

Me dirigí al cuarto de papá y abrí la puerta despacio después de tocar, no me respondió así que como lo imaginé, estaba bastante dormido. Me acerqué a su cama y le pinché su estómago con mi dedo índice, tratando de tener el mayor tacto posible.

—Papá —susurré, volviéndolo a pinchar.

—¿Qué quieres? —contestó sin abrir los ojos, con una voz poco atractiva y no pude evitar pensar que un poco de agua no le caería mal.

—Quiero salir a correr, ¿quieres acompañarme o me das permiso de ir sola?

—¿Te drogas? Vete a dormir, loquita.

—Hay buen clima, vamos —contesté, ignorando su comentario.

Se revolvió entre sus sábanas, todavía sin abrir sus ojos.

—Ni siquiera porque te amo me voy a levantar de esta cama, Harper.

Una risa escapó de mis labios. Miré a papá, con su cabello alborotado y su expresión de sueño. Sabía que salir a correr no era lo suyo, pero aún así, su resistencia a levantarse me sacó una sonrisa.

—Bueno, pero iré a dar una vuelta, ¿está bien?

Soltó un suspiro, y se sentó, apoyando su espalda en la cabecera de la cama. Talló sus ojos, bostezó y rascó su ombligo. Muy encantador.

—Si te drogas, de verdad, lo podemos superar.

—¡Ya!, se me hace tarde.

—Es que no encuentro otra explicación para que quieras hacer ejercicio a las siete de la mañana después de una larga mudanza. Además, no conocemos nada aquí, no me da confianza aún, Harpie.

—Seré rápida, no iré muy lejos, te lo prometo.

Me miró con sus ojos hinchados y agitó su mano, como señal que podía irme.

—Ten tu celular con sonido, por favor, comparte tu ubicación en tiempo real, ¿de acuerdo?

—Sip, vuelvo en una hora, o menos, te avisaré.

Me despedí de él dándole un beso en la mejilla. Salí de la casa, comenzando a estirarme y relajar mi cuerpo, decidí sólo caminar para tener oportunidad de observar todo con cuidado. El fraccionamiento no era tan pequeño pero tampoco abarcaba mucho espacio, el ambiente era dirigido por los pájaros que estaban bastante activos, salí a una calle adornada con árboles por doquier, y el aroma a café recién hecho se deslizaba por el aire. Aunque la mayoría de las tiendas estaban cerradas, algunas ventanas aún mostraban las luces de los carteles que prometían vida en las horas siguientes

Después de explorar un poco más, recorrí todos los lugares posibles. Caminé un rato en un parque cercano que había encontrado, disfrutando del sonido del viento en la hojas y del canto de los pájaros que se asomaban entre las ramas. La brisa fresca me llenaba de energía, y cada paso me hacía sentir más conectada con este nuevo lugar.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora