Capítulo VIII

0 0 0
                                    

Ryan.

Durante tantos años desee librarme de los platillos raros y asquerosos de Sophie, por fin lo he logrado. Nunca me permitió pedir algo diferente a lo que había encargado que cocinara, por lo que terminé de acostumbrarme a sus comidas, en la minoría de los casos, llegué a vomitalras o enfermarme por comerlas, y era un castigo de más por eso.

Ahora que ya no vivo bajo su techo, creí que me habría librado de ello. Hasta que Manu me dijo que tenía la orden de Sophie de cocinar los platillos qué mamá le había puesto en la lista.

Nunca olvidaré la cara de Allyson al ver esa langosta gigante, o esa sopa rara de oveja. Ella era la excusa perfecta para dejar de ingerir esas comidas tóxicas a mi cuerpo. Además, las veces que fui invitado a su casa, jamás vi que preparan estas cosas raras. Solo comida normal, de personas normales, o de gente inculta y sin dinero como decía Sophie.

No se me hacia justo que Allyson tuviera que adaptarse a lo inadaptable.

Ahora ella está en casa de Katy, su amiga del colegio. Personalmente fui a acompañarlas como había dicho. Después, Juan paso a dejarme a la universidad, y volvió a dejarme en casa, en unas horas más iré a acompañarlas de regreso.

Solo quiero evitar que Allyson vuelva a escaparse, y que Ramona le solape la acción. Aunque ya ha pasado bastante tiempo y no lo ha hecho, ni intentado; no me puedo confiar.

Iba aprovechar este momento para tener un poco de paz. Y fingir que mi vida es la vida de un universitario soltero aparentemente normal, pero tuvo que llegar la persona menos indicada a arruinarlo.

—No vi a tu esposa por ningún lado—dice mi madre entrando a mi habitación.

—Esta en casa de su amiga, haciendo un trabajo del colegio—no me molesto en saludarla.

—¿Con permiso de quien? ¿Tu permitiste eso?

—¿Algún problema?

—Ahora es una mujer casada. No puede hacer lo que se le antoje cuando se le antoje.

—¿Quien lo dice?

—Yo lo digo. Te falta poner orden en esta casa. Te falta ponerle orden a tu esposa.

—Esta casa no es una prisión como para que no salga, ya suficiente tiene conmigo encima cada mañana como para querer controlar hasta el aire que respira—me incorporo para verla a los ojos—Además tiene derecho a salir, ya cumple con los deberés de la casa, no te estés quejando.

—Pues, eso no es lo que me han dicho.

Me pongo de pie de inmediato.

—¿Quien?

Mariano.

—Mariano, el jardinero.

Lo sabía, ese tipo nunca me ha caído nada bien.

—.Me dijo que no se ha hecho cargo de mi hermoso jardín. Y, que el otro día rompió una de mis macetas a propósito.

Ese hijo de...

—Yo fui quien rompió la maceta.

—Ryan, no quieras hacerte responsable tu de las acciones de ella.

—Te digo la verdad.

—¡No, estas mintiendo para encubrir a esa mustia!

—No miento. Yo fui quien rompió tu maceta, la tome con mis manos, y la arroje hacia el suelo con todas mis fuerzas.

—Me niego a creer...

—No me creas, pero no voy a permitir que culpes a Allyson por algo que no ha hecho. Ni tu, ni el estúpido del jardinero.

Nunca Pensé Enamorarme De ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora