ERES LUZ EN MI OSCURIDAD (Poolverine)

EL DEMONIO

¡Buenas!

¡Aquí Eider_Stilinski con la que es mi primera historia 100% Poolverine (que eso no quita que pueda haber roces con otras personas e__e)!

Es una historia bastante corta, he de decir, pero no por ello menos intensa. ¡Agarraos a la silla, que esto va a empezar!

Muchísimas gracias, de antemano, por todo el apoyo y los comentarios que me dejáis. Amo tantísimo escribir como leer vuestros comentarios y feedbacks.

¡Se os quiere!

Eider

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Tras los eventos caóticos de la batalla contra Cassandra Nova y la destrucción del "Time Ripper", Wade Wilson y Logan se encontraron de vuelta en la Tierra-10005.

Para Wade, aquella victoria habría traído felicidad y, sobre todo, mucha calma.
Libre de preocupaciones extra mundanas, continuaba trabajando como vendedor de autos usados junto a su amigo y ex miembro de X-Force, Peter.
Volvía a instalarse en su apartamento, compartido con la ciega Al, y acogiendo a dos nuevos polizones: Wolverine y Dogpool.

La emoción de Wade, los días posteriores a su vuelta, era tan palpable que se le salía del cuerpo, y se levantaba cada día con una sonrisa imborrable en su desfigurado rostro.

Pero Logan... Logan no parecía compartir ese entusiasmo.

Desde que se instaló en el apartamento estaba apático, huraño y gruñón, incluso más de lo habitual. No había ni rastro del feroz guerrero que había sido en el pasado.
En su lugar, había una sombra de hombre, siempre con el ceño fruncido, manteniéndose apartado y en silencio, con un cigarrillo en la boca la mayor parte del tiempo. Incluso Mary Puppins, que solía tener el don de caerle bien a la mayoría, no lograba sacarle una sonrisa.

Mientras Wade se esforzaba por continuar con la vida, organizando fiestas absurdas con sus amigos o planeando actividades que nunca se concretaban, Logan apenas se movía del sofá.

Wade, con su entusiasmo desbordante, intentaba sacar alguna reacción, cualquier cosa que le recordara al Wolverine que había conocido: el guerrero inmortal, rudo pero con corazón. Sin embargo, lo único que conseguía era un gruñido o una mirada vacía.

—¿Y si te llevo al Sister Margaret's y aceptamos alguna misión sangrienta? —le preguntó esa noche de viernes, mientras Logan, Al y él miraban el partido de baloncesto en la televisión, con sendos botellines de cerveza en la mano.

Mary Puppins se encontraba acurrucada en el regazo de Wade, medio dormida y con su viscosa lengua fuera de la boca.

—Por tercera vez, Wade —gruñó Logan, hastiado—, déjame ver el puto partido.

Al soltó una carcajada áspera y se giró hacia Logan, con esa sonrisa cínica que parecía disfrutar de las miserias ajenas.

—¿De verdad, Logan? ¿Prefieres ver a los Knicks? —le dijo—. Esos capullos siempre pierden. ¿Para qué te molestas?

Logan no respondió, pero la mirada que le lanzó a Al habría asustado a cualquiera, incluso a ella, si hubiera podido verle.

—Son perdedores como tú —siguió la mujer, metiendo el dedo en la llaga—. Eres un gruñón con malas pulgas. Si tienes ganas de seguir con esa actitud de mierda, mejor ve con Wade a matar a alguien. Igual te desfogas un poco y dejas de apestar a amargura.

Wade soltó una risa contenida mientras acariciaba la cabeza de Dogpool, que seguía dormida sobre él.

—Al tiene razón —la apoyó—, aunque yo habría sido menos brusco.