Había llegado el día en que partirían de regreso Inés y Victoriano. Por insistencia de los jóvenes, los niños se quedaron.
Inés les estaba dando las últimas indicaciones a las jóvenes sobre los niños.
Alejandro: Mamá, van a perder el avión. Ellos estarán bien -dijo, acariciando su espalda.
Inés besó y abrazó a los niños igual que Victoriano.
Victoriano: -Pórtense bien, César, haces caso -les dijo, besando sus frentes antes de partir hacia el aeropuerto.
-Estarán bien.
Inés: -Nunca los he dejado, sé que es solo una semana, pero me da algo de nostalgia, son mis bebés aún -dijo derramando un par de lágrimas.
Victoriano: -Si deseas quedarte, no hay problema, mi amor. No quiero verte triste -tomó su mano y le dio un suave beso en el dorso mientras estaban en el taxi.
Inés negó con una pequeña sonrisa.
Victoriano: -Iremos en primera clase para que puedas descansar. El viaje será largo
Ya había despegado el avión, Inés notó que el espacio estaba bastante despejado, con solo ellos y un par de pasajeros más. Cerró los ojos y se acomodó en el hombro de Victoriano.
Victoriano: -¿Te gustaría ir a la suite?
Inés: -¿Hay suite?
Victoriano: -Claro que sí, mi amor. En los vuelos largos, a los pasajeros de primera clase les ofrecen suites. Yo propuse venir en primera clase, pero, como siempre, ustedes y su terquedad no me hicieron caso.
Inés: -¡Hey! -le dio un codazo- que grosero
Victoriano: -Lo siento, pero es la verdad. Vamos -se levantó, extendiendo su mano.
Inés asintió y, con una ligera sonrisa, lo siguió hacia la suite.
Ya en la habitación, Inés se recostó con una sonrisa mientras Victoriano iba a buscar algo de picar.
Inés: -¿Para qué tanta comida, amor? Si recién comiste algo en la cafetería
Victoriano: -Solo si nos da hambre más tarde.
Inés asintió, cerrando los ojos por un momento. Los volvió a abrir al sentir las manos de Victoriano acariciando suavemente sus piernas. Él apartó su cabello y le dio un par de besos tiernos, haciéndola sonreír aún más.
Inés: -¡Mi amor, estamos en un avión! ¡Cálmate!
Victoriano: -¿Y eso qué tiene que ver? -respondió con una sonrisa traviesa mientras se levantaba, quitándose la camisa y los zapatos.
Inés: -¡Victoriano, estás loco! ¡Quédate quieto! -exclamó, levantándose de inmediato y tratando de contener la risa.
Victoriano: -Vamos, un poco de diversión no hace daño. Además, estamos en primera clase. Nadie nos molestará aquí.
Inés se mordió el labio, sintiendo cómo la adrenalina de la situación la emocionaba.
Inés: -Eres imposible -dijo, acercándose un poco -. ¿Y si nos descubren?
Victoriano: Solo hay que disfrutar el momento. Además, tú y yo sabemos cómo mantener las cosas en secreto.
Inés lo miró con complicidad, su corazón latiendo más rápido.
Inés: -Está bien, pero si nos descubren, ¡tú serás el culpable! y te voy a matar si me haces pasar por esa vergüenza-dijo en forma de broma
Victoriano se rió y la abrazó, atrayéndola hacia él