Mingi está atrapado en una espiral de adicciones que amenaza con destruir su vida. Alejado de su familia y con una ruptura reciente que lo ha dejado devastado, cada día se convierte en una lucha contra el caos interno. En su búsqueda desesperada de...
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Hongjoong llegó a casa exhausto, pero esta vez no era solo el cansancio físico. Se sentía desgastado, como si cada fibra de su ser estuviera atrapada en un ciclo interminable de desesperación. Cada día se convertía en una batalla para mantener su vida en orden, mientras su hogar se volvía un infierno que parecía arder más intensamente con cada segundo. Entró con una sola intención en mente, poner fin a los abusos que lo habían estado consumiendo.
Al abrir la puerta, fue recibido por un camino de pétalos blancos que lo guio hacia el patio trasero. Su corazón comenzó a latir con fuerza, y sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos. El patio estaba decorado con delicadeza, una mesa en el centro, adornada con velas, y una cena perfectamente servida. Mingi estaba de pie al lado, vestido con una camisa color vino que a Hongjoong siempre le había gustado y unos jeans negros que lo hacían lucir increíblemente atractivo. Una sonrisa encantadora adornaba su rostro, la misma que una vez había hecho que Hongjoong olvidara todas sus preocupaciones.
- Hola -saludó Mingi con una voz suave y profunda, ese tono bajo y romántico que en algún momento había conquistado por completo el corazón de Hongjoong.
Un escalofrío recorrió a Hongjoong. Hacía días que no escuchaba esa voz, pero se negó a dejarse engañar por la fachada que Mingi estaba presentando. Sabía que este momento perfecto duraría poco, quizás solo unas horas o, peor aún, solo unos minutos.
- Mingi, ¿qué es todo esto? -preguntó, su voz cargada de desconfianza.
- Quise hacer algo lindo por ti -respondió Mingi, con un rastro de nerviosismo en sus ojos.
Hongjoong percibió algo extraño. Mingi no solía hacer este tipo de gestos. Siempre prefería planificar con anticipación debido a la agitada vida académica y laboral de Hongjoong. Algo no cuadraba.
- Mingi. -intentó comenzar de nuevo, su tono más serio-. Será mejor que hablemos adentro.
Sin esperar respuesta, Hongjoong se dio la vuelta y caminó hacia el interior de la casa. Mingi lo siguió, sintiéndose herido y frustrado. Había hecho un gran esfuerzo para dejar de consumir durante toda la semana, un sacrificio que lo estaba desgastando, y, sin embargo, no había recibido ni una palabra de aliento de Hongjoong. Ni un "estás haciendo un buen trabajo", ni un "estoy orgulloso de ti", y mucho menos un "te amo" en todo el mes. La sensación de rechazo era insoportable.
- Debemos terminar -dijo Hongjoong de repente, su voz firme pero llena de tristeza.
El silencio que siguió fue aterrador. Mingi lo miró con una expresión que mezclaba incredulidad y un dolor tan profundo que casi lo paralizó.
- Es lo mejor, Mingi. Discutimos todo el tiempo y... -Hongjoong no pudo terminar la frase; el fuerte agarre de Mingi en sus mejillas lo interrumpió bruscamente.
