CAPÍTULO 1

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Nunca imaginé que en algún momento de mi vida me encontraría en esta situación. Cuando eres niño, es difícil prever los drásticos cambios que el destino puede traerte. Sin embargo, hay que adaptarse; de lo contrario, el destino puede arrastrarte. Afortunadamente, he logrado sobrevivir hasta este punto. Si se están preguntando a qué me refiero, es una historia larga que me encantaría compartir, porque de verdad es una locura. Lamentablemente, en este momento estoy ocupada salvando mi vida, así que la historia tendrá que esperar.

Y, bueno, también se preguntarán por qué me encuentro salvando mi vida en este preciso momento. Todo se debe a una idea maravillosa que, desafortunadamente, me ha puesto en peligro. Mi abuelo solía decir que siempre fui una niña imprudente, cuyas ocurrencias terminaban en desastre o en situaciones de riesgo. Tenía una imaginación desbordante y, a menudo, él me reprendía por ello. Estoy segura de que en este momento se estaría tirando de los cabellos, ya que tengo 20 años y aún no he aprendido nada sobre la decencia y la prudencia.

-Maldita sea, perdí su rastro -Sabía que no era una buena idea salir, pero tenía antojo de lasaña y no podía ignorar ese deseo, porque no sabía cuándo sería la última vez que podría disfrutarla. Me desplacé sigilosamente entre los arbustos, tratando de hacer el menor ruido posible. Permanecí inmóvil, atenta a cualquier sonido que viniera de la otra dirección para poder salir al ataque. Sabía que me estaba buscando, pero no lograba identificar su ubicación.

Salí de los arbustos y rápidamente inspeccioné cada rincón a mí alrededor, pero no vi a nadie. Comencé a moverme despacio, manteniendo la vista atenta a los lados; debía estar preparada en caso de un ataque sorpresivo. Continué avanzando durante cinco minutos más cuando, de repente, recuperé el rastro de su aroma. El olor se intensificaba a mi izquierda. Me giré rápidamente, desenfundé mi katana y adopté una posición defensiva. Se estaba acercando, y mi corazón latía con fuerza; sentía cómo la sangre circulaba más rápido por mis venas. Sin embargo, no pude anticipar su ataque sorpresa.

- ¡Mierda! -maldije cuando sentí mi cuerpo estampándose contra el suelo. Abrí los ojos rápidamente, sin saber en qué momento los había cerrado, seguramente cuando había anticipado que mi trasero tocaría el suelo. Localicé de inmediato a mi oponente: venía hacia mí a gran velocidad, sosteniendo una guadaña negra en su mano. Tenía que moverme ya. Respiré profundo y rodé por el suelo, esquivando su ataque. Pero necesitaba reaccionar con rapidez; este era más rápido que los anteriores que había enfrentado. Me levanté rápidamente y volví a colocarme en posición de ataque. Lo vi venir hacia mí de nuevo, así que agité la katana y lancé el primer golpe, pero solo logré rozar su cuello, ya que cambió de dirección con rapidez. Retrocedí agachando mi cuerpo cuando respondió a mi ataque, pero no iba a quedarme atrás. Reposicioné mi katana y, esta vez, la moví de manera diferente, atacando sus piernas y provocando un corte profundo en su pierna izquierda que lo hizo caer de rodillas. Estaba lista para darle el golpe final, pero subestimé sus habilidades. Lo supe en el instante en que una risa ronca brotó de su garganta, distrayéndome. Se puso de pie, aun chorreando sangre del corte que le había infligido. No se había regenerado, lo cual significaba que estaba débil; eso era un punto a mi favor.

-Tus ataques son muy débiles y lentos; son fáciles de predecir. ¿Estás segura de que sabes manejar bien esa katana? -dijo en tono burlón, mirándome a los ojos. Me sacaba al menos una cabeza de altura, pero aún no podía ver su rostro. Sabía que era alguien fornido por la silueta de su sombra, pero no tenía más información; la oscuridad del bosque lo ocultaba todo.

- ¿Y qué hay de ti? Por lo que veo, eres un simple novato. Ni siquiera has logrado regenerar el golpe que te di, lo que significa que no tienes mucho poder que desperdiciar -dije con una sonrisa de suficiencia en mi rostro. Había aprendido que no debía provocarlos, ya que se volvían eufóricos, y eso generalmente significaba que desataban todo su poder. Pero yo, yo nunca hacía nada que tuviera sentido.

El Misterio de las Criaturas de la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora