Iɴғɪɴɪᴛᴀᴍᴇɴᴛᴇ sᴜᴘᴇʀɪᴏʀ - 𝕀𝕫𝕦𝕜𝕦 𝕘𝕠𝕛𝕠

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2- No siempre es buena la soledad

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14 de mayo

Pasó casi un mes desde que empecé a cursar mi último año de preparatoria.

Aunque hoy me escapé de la escuela, no planeo ir. Hace poco terminé de entrenar, aunque es temprano, aproximadamente son las 12:00 del mediodia, o eso dice mi reloj de Endeavor.

Bien, está completamente decidido que no iré a la escuela, solo porque hoy tendría clases de física, lo cual me parece estúpido asistir cuando comprendo la física a la perfección.

Soy la maldita leyenda de la física.

"Debería ir a comer un poco de curry", hablé en voz alta como un loco. Lo admito, padezco de hambre en estos momentos, lo cual es normal después de un continuo y estresante entrenamiento mental.

"Debería encontrar un compañero de entrenamiento, es complicado entrenar el físico sin reírme de otro. Este debe ser el momento donde el guion tiene que estar de mi lado...", murmuré.

"¡Ayuda, ese hombre tomó mi bolso!", al otro lado de la calle, una anciana exclamó. Un tipo de apariencia simplona, de estatura promedio, corría en mi dirección, cortando por completo mi pedido a los cielos. Maldita vieja, te ayudaré solo porque soy una buena persona.

Mientras preparaba mi entrada triunfal, un chico insultó al ladrón, provocándolo. El idiota del ladrón le respondió, y en ese momento, mágicamente, como si se hubiera arrepentido de sus actos, se congeló en su lugar por un segundo.

Rápidamente, para no desaprovechar la oportunidad, me moví y lo inmovilicé, tirándolo al suelo. Como si fuera magia nuevamente, despertó e intentó luchar contra mi fuerza. Lamentablemente, estaba de mal humor, mi pedido a los cielos fue interrumpido por su culpa. Aplicando más fuerza, terminé por noquearlo. Desconozco si fue por el dolor o por la falta de aire en sus pulmones.

"¡MUCHAS GRACIAS, JOVEN!", la señora, con entusiasmo y casi gritando, me agradeció.

"No hay de qué, es mi obligación como futuro héroe", le respondí. Me miró un segundo para, posteriormente, pasar su vista al chico inconsciente. "¿Qué deberíamos hacer?", pregunté.

"Llamemos a la policía", me respondió rápidamente la señora. Le entregué su bolso, y cuando lo agarró, sacó su teléfono y rápidamente marcó a la policía para informar lo ocurrido.

"Deberíamos golpearlo", sin darme cuenta, un círculo de personas nos rodeaba, y sus ideas eran extrañas.

"Deberíamos desnudarlo", dijo un chico.

"Traigan un palo", ¿qué? ¿Para qué querrían un palo?

Para suerte del ladrón, rápidamente llegó la policía, llevándose al vándalo y salvándolo de la sociedad. Me felicitaron por mi valentía, aunque claramente no me importaba nada de eso. Cuando terminó la charla sobre lo valiente que era, dirigí mi mirada directamente al chico que había gritado. Estábamos a unos tres metros de distancia.

"Chico de las ojeras", lo llamé. Al instante me miró, pero no me contestó nada, para mi disgusto.

"¿Qué hiciste?", lo interrogué, aunque nuevamente no me respondió. Creo que lo golpearé un poco, pero sin resentimientos.

"Lo frené utilizando mi don", posiblemente sintiendo lo que iba a hacer si seguía con su voto de silencio, respondió.

"Hmm", en menos de un segundo acorté la distancia entre nosotros. Esto lo sorprendió; tres metros en un segundo debería ser un récord.