Importancia

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Tres días habían pasado exactamente desde lo sucedido con Nyon y Sebastian no había parado de pensar en que tipo de relación tenía con el de lentes además del de amo y mascota.

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Era miércoles, miércoles por la tarde. Randal había ido a la escuela y Sebastian estaba tranquilo mirando la televisión, esperando a que su amo regresara. Y a los pocos minutos así fue, la puerta se abrió.

Randal estaba entrando, con la cabeza agachada y en silencio, algo lo cual se le hizo raro al de pecas, ya que normalmente siempre que regresaba este se encontraba saltando, feliz, tarareando o yendo directo a molestarlo.

"Tal vez está cansado" pensó, pero ni siquiera le había dirigido la mirada y en cuanto entró a su habitación la cerró de un portazo.

Media hora...una hora...una hora y media. Una hora y media había pasado desde que Randal no salía de su cuarto, ni siquiera había salido para comer, con la excusa de que se sentía algo enfermo, algo que claramente todos creyeron menos Sebastian, no, el no iba a caer, lo conocia lo suficientemente bien y no creia que fuera eso.

El de pecas estaba decidido, hizo un sándwich y se dirigió a la habitación de Randal. Su plan era que además de hablar con el, hacer que comiera un poco, pero quería saber principalmente que le pasaba.

Cuando entro a la habitación lo primero que vio es como el de lentes estaba tumbado en la cama, echo bolita y cubierto por una sábana.

Prendio la luz, se acerco hacia el y con cuidado y cautela le quitó la sabana sin que se diera cuenta. Randal estaba semi dormido, pero en cuanto lo intento destapar este abrió los ojos rápidamente, se quitó la sabana de encima y se sentó en la cama.

-¡Sebi!-dijo mientras se paraba a abrazarlo.

-Randal...¿Porque no bajaste a comer?-pregunto mientras intentaba que Randal lo soltará para ver con claridad la cara de este, ya que pensaba haber visto golpes, solo que no estaba seguro, los lentes de este mismo se lo impedian.

-No tenía hambre...¡La escuela es cansada, hace que se me quite el apetito!- respondió haciendo puchero, enterrando su cara en el hombro del de pecas.

Sebastian con algo de brusquedad pero sin lastimarlo lo alejó de el, sujetándolo de los hombros y mirándolo fijamente a la cara.

-¡¿Que carajos te paso en la cara?!-Diko preocupado, agarro la cara de Randal, sujetando sus mejillas, viendolo algo asustado y nervioso.

Tenía unas cuantas heridas en la cara.

-Oh...eso...¡No te preocupes Sebi! Los compañeros de mi clase son muy raros, a ellos les gusta jugar así conmigo.-respondio con tranquilidad, como si fuera lo más común y corriente del mundo.

-¡Randal!-grito-¿No te duelen aún? ¿Quieres que le diga a tu hermano Luther?-solte la cara de Randal y lo agarro con fuerza de la mano-¡Ven, apúrate!-reclamo mientras lo llevaba hacia el baño rápidamente.

-¡Tranquilo Sebi, no duelen para nada!-respondio de manera juguetona-Solo no le digas a mi hermano ¿Está bien?

-¡Claro que me diré! Literalmente me estás diciendo que tus compañeros te golpearon-dijo molesto.

El de pecas sentó a Randal en un pequeño banquito que estaba en el baño, remojo un trapo y con cuidado empezó a limpiar la cara del lentes, quitando las pequeños manchas de sangre por las heridas. También agarro un poco de pomada que había en uno de los estantes y se lo empezó a colocar con cuidado y delicadeza a su amo, cuidando de no lastimarlo por accidente.

-Sebi tu...-dijo con un tono algo triste.

-¿Yo?...

-¿Piensas que soy raro?-pregunto mientras agachaba su cara, estaba casi al borde de las lágrimas, pero no querida que alguien a quien amaba lo viera en ese estado.

-Mas que otros si...-respondio con sinceridad-¿Pero que hay de malo?-siguio-Todo el mundo es raro, incluso yo, hasta cierto punto.-en cuanto terminó esa frase también termino de limpiar las heridas de Randal, agarro el rostro de este mismo y con su pulgar limpio las lágrimas que estaban apunto de salir de los ojos.-a mi me gusta que seas así...a veces.

Era claro que Randal era más que raro, pero Sebastian era demasiado empático y odiaba ver a la gente llorar, además, sabía que está vez no eran lágrimas de cocodrilo, era más que claro eso, y no iba a decir que alguien a quien le estaba agarrando cariño, alguien que le importaba, alguien por el cual se preocupaba, se sintiera mal. Además, ya se estaba acostumbrando a la rara forma de ser de este

La cara de Randal no tenía forma de describirse, estaba feliz, contento, emocionado y sobre todo se sentia amado, era la primera vez que alguien le decía eso.

-¡¡Sebi!!-se abalanzó y lo abrazo con fuerza. Estaba apunto de llorar en los brazos de su enamorado, pero ya no, Sebastian se estaba esforzando a su manera para hacerlo sentir mejor, así que no quería que esté se preocupara más.-¡Te amo!-dijo para después darle un beso en la frente.

-Yo...también te amo...-suspiro. Era el momento indicado para preguntarle, ambos se estaban poniendo sinceros, estaba solos, cómodos, sin nadie que les interrumpiera ni molestará.-Oye Randal...

-¡Dime mi querido Sebi!

-Tu y yo... ¿Que somos?

Molestoso  // RansebDonde viven las historias. Descúbrelo ahora