II: Desaparecida

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El camino hacia la estación de policía se me hace eterno, había demasiado trafico para la hora que era, necesitaba llegar pronto, así me daba tiempo a volver, escribir todo en el informe y poder irme a buscar a Ruby a su casa, ella todavía vivía con su padre; la preocupación me estaba matando, era la primera vez que esto pasaba, siempre nos manteníamos en contacto, solíamos mandarnos mensajes cada dos horas para saber como nos encontrábamos, debido a las mujeres que estaban apareciendo muertas, esta era nuestra forma de mantenernos seguras... pero el no saber de ella me estaba haciendo pensar en cosas desagradables y mis pensamientos intrusivos me estaban carcomiendo. Una vez estaciono frente a la estación, bajo de este con mi laptop para anotar toda la información que recaude, antes de entrar, veo salir por las grandes puertas del edificio al señor Evans, el padre de mi mejor amiga, me apresuro hasta él, quien venía con una cara de angustia en el rostro.

— ¡Tío! — sus ojos se llenan de lágrimas al verme, lo tengo que afirmar de los brazos para que no pierda el equilibrio — ¿Todo bien?

— Mi niña... no volvió a casa anoche, Mac... eso no es normal en ella, vine a poner una denuncia de desaparición... y estos desgraciados dicen que de seguro se fue con algún hombre, que ya volverá... les expliqué que ella no es así... que su carrera como Chef es más importante, que no se iría con cualquiera... pero dicen que no pueden hacer nada, que espere hasta mañana y si no vuelve... — el hombre rompe en llanto, ya tenía su edad y hace años que las canas cubrían todo su cabello.

— Tranquilo, tío... ahora tengo una reunión con uno de ellos... trataré de mover unos hilos, me deben muchos favores... haré que la empiecen a buscar. También me preocupa... no responde a mis mensajes desde ayer... Vaya a casa, lo llamo si me entero de algo — este asiente y me da un cálido abrazo.

— Gracias, hija... Agradezco que mi Ruby tenga a tan buena amiga a su lado... — le sonrío y lo veo marcharse, afirmándose de su bastón.

Ingreso en el establecimiento con una cara seria y camino a pasos firmes, hoy llevaba unos botines de tacón bajo, unos pantalones grises a rayas negras y una camisa negra, mi cabello negro que normalmente lo suelo llevar en un rodete bajo, ahora estaba suelto luciendo sus ondas; Ruby siempre decía que de esta forma me veía más intimidante y si quería que estos hombres machistas que nos protegen comenzaran una búsqueda de mi mejor amiga, debía mostrarme autoritaria y segura, no debía flaquear.

— buenas tardes — me acerco al mesón de la entrada, la joven oficial sube su vista y me mira con una expresión aburrida — Tengo una cita con el detective Lester.

Mientras conducía hasta acá llamé a mi contacto para que me otorgara una cita, aceptó de inmediato sin pensárselo demasiado.

— Está ocupado — vuelve a mirar la revista en sus manos.

— Imposible, hablamos hace unos diez minutos, me dijo que solo debía anunciarme con usted — fruncí el ceño parándome erguida.

— Mac, aquí estoy — me giro al escuchar la voz masculina llamarme.

— Steve — se me acerca con una gran sonrisa.

El detective Steve Lester era un hombre de 31 años, tenía el cabello castaño oscuro, lo tenía rapado en los lados con un degradado sutil y siempre lo llevaba peinado hacia atrás, remarcando sus facciones atractivas aún más; varias mujeres se le quedan viendo y suspiran murmurando entre sí, incluida la oficial que no quería dejarme entrar.

— Por que sigues ahí, ven a mi oficina — comienza a caminar y yo me gano una mala mirada por parte de la mujer sentada en frente de mi.

— Nos vemos — le guiño el ojo.

Cazando a la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora