IV: Recuerdos

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"La muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto." 

(Baltasar Gracián)


Viajando en el carro junto a Steve hasta la estación de policía, viendo el paisaje logro divisar a dos adolescentes correr mientras rebosan en sonrisas, molestándose mutuamente y siendo ignorantes frente al futuro que les deparaba; aquella promesa de envejecer juntas había quedado en el aire.  La imagen de ella riendo en mi habitación mientras me pintaba las uñas de un color rosado vibrante que odiaba me hizo cerrar los ojos para fundirme en aquel recuerdo.

— Y el muy idiota creyó que si me ignoraba yo iba a caer rendida a sus pies, grave error —  Una Ruby más joven me sonreía con sus mejillas sonrojadas de tanto que se había reído.

Yo apreciaba su imagen, aquella sonrisa que no iba a poder volver a ver nunca más, aquellas palabras de aliento o aquellos consejos de como reaccionar, cuando no entendía que estaba sintiendo, sabia que con solo un tono su voz me iba a reconfortar, ayudándome en el reconocimiento de mis emociones.

Sus ojos suben a los míos sin borrar su sonrisa divertida del rostro, mis uñas completamente pintadas me hacen colocar una mueca de horror.

— Siempre me las pintas de este color — arrastro mis palabras como si no estuviera allí, escuchándolas en el aire pero no salían de mi propia boca.

—  Ese color te sienta muy bien, Mac... tienes una manos hermosas — el olor a esmalte me hizo ahogar una arcada.

— ¿Mis manos son hermosas? — niego y apunto a sus manos, que estaban guardando todo lo usado hace unos momentos — Mira las tuyas, hacen que las mías parezcan la obra de un niño al lado de una obra de Picasso.

 — No me hace sentir bien que compares mis manos con algo hecho por Picasso... — eso me saca una pequeña risa.

— Ya llegamos, Mac —  la voz del detective me arrastra del dulce recuerdo a la cruel realidad.

— Sí, gracias... —  me doy cuenta de que el auto se detiene cuando Steve rodea la chatarra para llegar a mi lado y abrir mi puerta.

Estuviste callada todo el viaje... ¿estás bien? — bajo de la maquina de cuatro ruedas y fuerzo una sonrisa.

— Todo bien, Steve... Terminemos con esto rápido, tengo que seguir investigando... —  

Soy guiada por un gran pasillo blanco, lleno de marcos de fotos y certificados policiales; mientras Steve y yo caminamos en dirección a las salas de interrogación, veo como varios policías corren de un lado a otro, cargando varias cajas de documentos, eso llama mi atención.

— Ha llegado mucho trabajo... no solo estamos viendo los casos del asesino serial... estamos desbordados de casos de delincuencia como asaltos, robos... abuso intrafamiliar, entre muchas cosas que no te imaginarias... — Steve se escuchaba cansado, saca una llave y abre una puerta que da a ver una mesa metálica con dos sillas en el centro — Toma asiento.

— Claro, del otro lado supongo que nos están viendo tus superiores —  esto le saca una pequeña risa.

—  En este caso no, es solo una interrogación rutinaria, al ser la ultima en ver a nuestra victima, te transforma en testigo y dependiendo de tu coartada... pasarías a ser sospechosa, pero no creo que ese sea el caso aquí — ambos tomamos asiento, uno frente al otro.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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