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Me levanté acostada en el pecho de Ovidio y me removí, volviendo a acurrucarme.

—Ya sé que está despierta —dije.

Me moví.

—Amor, es que tengo sueño. ¿Vas a ir a trabajar?

—Sí, mi reina.

—Bueno, voy a hacerte desayuno.

Me paré y me puse las pantuflas. Salí del cuarto y bajé las escaleras. Saqué las cosas que necesitaba del refrigerador y empecé a hacer el desayuno. Hice huevos rancheros con chilaquiles y un jugo de naranja y fruta.

—¿Qué vas a hacer hoy? —preguntó Ovidio, tomándome de la cintura.

—No sé, salir a comer con Sofía y Marlén o ir al club. ¿Y tú?

—Amor, sé sincero. Saldré a La Perla por unos días. No sé si estaré aquí para ese día.

—Pero ¿por qué no me dijiste antes? Ya tenía planes, amor.—Me miró mal.

—Porque no quería que se enojara.

—Me besó.

—Trataré de llegar. Lo prometo.

—Está bien, no te preocupes.

Desayunamos, recogí todo y lo puse en el lavavajillas. Ayudé a Ovidio a hacer su maleta. Después de que se fue, limpié la cocina y subí a cambiarme. Iré al gimnasio.

Manejé hasta el club, me estacioné y entré al gimnasio. Después de mi rutina, fui a pilates y estaba Sofía.

—¿Por qué haces los ejercicios así? —preguntó.

—¿Así cómo?

—Como enojada.

—Suspiré.

—Ovidio salió de viaje hoy y lo peor es que no me dijo hasta hoy en la mañana.

—Pero eso es así es su trabajo —dijo tranquila, haciendo los ejercicios.

—No estará aquí para San Valentín.

—Dejó de hacer los ejercicios y me miró mal.

—¿Qué pasa?

—No sé, pero ya tampoco me enojaré por eso. Tengo ganas de ir de compras. ¿Vamos?

—Sí, vamos.

Nos bañamos en la regadera del club. Después me cambié en el vestidor. Salimos del club y manejé hasta el salón donde me maquillarían.

Pasaron unos días y decidí irme a la casa de Sofía para no estar sola. Íbamos al gimnasio, pilates y a comer juntas. Estábamos viendo qué hacer para San Valentín.

—¿Qué te parece si nos compramos algo súper bonito y salimos a cenar, Marlén, tú y yo? —preguntó Sofía.

—Está bien, vamos a buscar outfits bonitos.

Después de andar por casi todo Culiacán, nos decidimos por una tienda muy conocida aquí. Entramos, escogimos varias cosas. Me metí al probador y me probé varias cosas.

—¿Cómo me queda este? —pregunté.

—Demás te ves hermosa —dijo Sofía.

—Disculpe, patrona. ¿Puedo hablar un minuto con usted? —preguntó una persona.

—Asentí y caminé hasta la entrada.

—El patrón dice que se compre lo que quiera y salga a cenar.

moonlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora