Prólogo

8 3 0
                                    

¿Por qué?  ¿Por qué no podemos ser felices a pesar de tener una "vida perfecta"? ¿Por qué a veces lastimamos a quienes más amamos sin darnos cuenta? Y, lo más desgarrador, ¿por qué cuando finalmente nos damos cuenta, ya es demasiado tarde?

Siempre he creído que he tenido una vida terrible, o al menos eso pensé, hasta que conocí a él. Hinata era como la luz en plena oscuridad, un rayo de esperanza que iluminaba mis días grises. Cada vez que nuestras miradas se conectaban, sentía que el mundo se desvanecía a nuestro alrededor, y solo existíamos nosotros dos, envueltos en una burbuja de felicidad.

Pero, a medida que nos adentramos en nuestra relación, una inquietud comenzó a germinar en mi interior. Amaba a Hinata, o al menos eso creía. La forma en que él se entregaba por completo a mí, su cariño y dedicación, me hacían sentir importante. Sin embargo, una y otra vez, me preguntaba: ¿realmente lo amaba a él, o amaba la forma en que él me amaba? ¿Qué pasaría si un día él ya no estuviera a mi lado? Esa incertidumbre se convirtió en una sombra que me seguía, oscureciendo cada momento que pasábamos juntos.

Mis inseguridades crecían, transformando la felicidad en un peso. Cuanto más cerca estábamos, más me aterraba la idea de perderlo. Mis palabras a menudo eran torpes, mis acciones erráticas. No quería lastimarlo, pero, a menudo, era como si un impulso oscuro tomara el control. En lugar de ser el refugio que Hinata merecía, me convertía en un caos emocional que podía lastimarlo en cualquier momento.

Cada vez que nuestras miradas se cruzaban, sentía que una batalla interna se libraba dentro de mí. ¿Por qué no puedo dejar de dudar? ¿Por qué me resulta tan difícil aceptar lo que siento? En las noches, cuando la soledad me envolvía, la tristeza se convertía en compañera. Cada recuerdo de su sonrisa se sentía como un eco de lo que estaba en riesgo. La idea de perderlo era como un puñal en el corazón.

Un día, en un momento de vulnerabilidad, dejé escapar una palabra hiriente, una herida que no se podía curar. La mirada de Hinata, llena de dolor, me atravesó como un rayo. En ese instante, comprendí que mi confusión había dejado cicatrices. El silencio que siguió fue ensordecedor, y el abismo de arrepentimiento se abrió a mis pies.

La verdad se hizo evidente: había estado jugando con el fuego. Mis dudas y temores habían creado una tormenta que ahora amenazaba con consumir todo lo que habíamos construido juntos. La tristeza se apoderó de mí, y cada recuerdo de su luz se convirtió en un recordatorio de lo que estaba a punto de perder.

La sensación de pérdida se instaló en mi pecho, como un peso insostenible. Cada vez que miraba hacia el futuro, todo parecía desvanecerse, y con cada día que pasaba, el anhelo por un amor que parecía escapar entre mis dedos se hacía más intenso. ¿Qué haría sin él? ¿Cómo podría seguir adelante, sabiendo que era yo quien lo había lastimado?

¿Realmente Lo Amo? Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora