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La clase se sintió interminable para Hyunjin. Entre las explicaciones monótonas del profesor y los pensamientos dispersos de sus compañeros, el ruido mental a su alrededor era casi insoportable. Cada murmullo, cada mínima distracción en la mente de los demás llegaba a él, formando un caos silencioso pero constante que lo desgastaba. Por si fuera poco, sentía a Seungmin, sentado justo detrás de él, inclinándose disimuladamente para copiar la información de su cuaderno. Hyunjin apenas podía resistir la tentación de suspirar, pero decidió ignorarlo.

Finalmente, llegó el recreo, algo que muchos esperaban con ansias. Para Hyunjin, sin embargo, era el peor momento del día. Las aulas quedaban vacías, pero el bullicio que venía del patio, los pasillos llenos de estudiantes hablando y riendo, y todos esos pensamientos amontonándose a su alrededor, lo abrumaba más que cualquier cosa. La mezcla de voces y emociones ajenas en su cabeza se convertía en una tortura, como si cada persona proyectara sus pensamientos hacia él sin darse cuenta.

"¿Por qué siempre tiene que ser así?", pensó mientras recogía sus cosas lentamente, intentando retrasar lo inevitable. Sabía que una vez que pisara el pasillo, su mente sería un mar de caos; cientos de pensamientos ajenos se arremolinarían sin descanso, chocando unos con otros, tratando de ocupar espacio en su cabeza.

Hyunjin bajó la mirada y suspiró, mentalmente preparándose para el sacrificio que el recreo siempre representaba para él. Intentó convencerse de que podía sobrevivir, al menos hasta que llegara el final de la jornada escolar, pero sabía que sería un martirio.

—¿Te quedarás aquí todo el recreo? —preguntó Seungmin, asomando la cabeza por encima del hombro de Hyunjin, con una expresión de preocupación.

—Sí, no tengo muchas ganas de salir —respondió Hyunjin sin apartar la vista de su cuaderno, fingiendo estar concentrado en algo que claramente no lo mantenía entretenido.

Seungmin suspiró. Estaba acostumbrado a este tipo de respuestas de Hyunjin, pero siempre intentaba, al menos, ofrecer alguna alternativa.

—¿Quieres que te traiga algo de comer o que me quede contigo? —insistió con una voz suave, intentando no sonar demasiado insistente, aunque ya sabía la respuesta.

—No, gracias, Seung. Ve y juega fútbol, o yo qué sé, diviértete. Estaré bien. —Hyunjin agitó una mano en el aire, despidiéndolo sin levantar la vista.

Seungmin frunció el ceño, dudando un momento. Sabía que no conseguiría sacarlo del aula, pero aun así, la idea de dejar a Hyunjin solo le incomodaba.

—Está bien... Pero si necesitas algo, estaré con Félix en la cafetería —dijo finalmente, rindiéndose.

—Lo tendré en cuenta —murmuró Hyunjin sin mucho interés.

Seungmin asintió, aunque no del todo convencido, y se levantó de su asiento, dirigiéndose a la puerta. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de salir, esta se abrió de nuevo, y no fue Seungmin quien apareció en el umbral esta vez.

—¿Por qué tan solo? —dijo una voz familiar que Hyunjin reconoció de inmediato.

Hyunjin levantó la cabeza solo para encontrarse con la penetrante mirada de Jeongin, quien lo observaba desde la puerta del aula, apoyado casualmente en el marco. Había algo en la forma en que lo miraba, con esos ojos oscuros y alargados que parecían afilarse con cada segundo que pasaba. Tenía un aire enigmático que siempre lograba hacer sentir a Hyunjin un tanto inquieto. Pero lo que más lo perturbaba no era su presencia, sino el hecho de que, a diferencia de todos los demás, Jeongin no lo bombardeaba con pensamientos. Su mente estaba... vacía. Y eso le generaba una mezcla de alivio y curiosidad.

Read my heart, love. (hyunin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora