⠀⠀ | ͜͝ |⠀⠀ 𝐆𝐔𝐀𝐑𝐃𝐈𝐀𝐍 𝐀𝐍𝐆𝐄𝐋 𓈓
⠀⠀ incluso si el mundo se pone en tu
⠀⠀ contra pienso protegerte y estar
⠀⠀ a tu lado, seré tu guardian.
⠀⠀ Percival ✘ Male! Oc
⠀⠀ Gráficos hechos por mi
⠀⠀ persona, prohibido el
⠀⠀ uso...
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CHAPTER ONE a trip, apocalypse and fox?
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Era una mañana de verano, y los rayos de sol se filtraban a través de las ventanas, iluminando la habitación con un brillo dorado. La brisa mañanera se hacía notar, sacudiendo las cortinas rojas en un vaivén que recordaba a un lento baile. En una de las habitaciones del inmenso castillo, un muchacho dormía plácidamente, sumido en el mundo de los sueños. Las hebras rojas de su cabello estaban esparcidas por la cama, y sus grandes alas emplumadas lo protegían de la luz solar, envolviéndolo en un manto de calidez.
En el pasillo resonaron pasos, firmes y decididos, que anunciaban la llegada de cierto chico heterocromático. Ángel, aún medio dormido, ya sabía quién era: Se trataba Tristan, su querido hermano, que venía a despertarlo para que todos desayunaran juntos. Para Ángel, esa acción de su hermano era adorable, aunque preferiría que no lo hiciera tan temprano. Después de todo, ¿quién se levanta a esa hora, especialmente en verano? Apenas eran las 11:30 de la mañana.
Cuando los suaves golpes en la puerta interrumpieron su somnolencia, Ángel supo que debía separarse de su grandiosa cama. Conocía a Tristan lo suficientemente bien como para saber que no le gustaba esperar y no quería verlo haciendo pucheros tan temprano. Aunque... tal vez a Héctor le gustaría ver a su amado frunciendo el ceño de manera tierna. Esa idea lo hizo sonreír mientras se acercaba a la puerta.
Con un bostezo, Ángel abrió la puerta y se encontró con la radiante imagen de Tristan, que lo miraba con una sonrisa brillante. Su cabello blanco parecía brillar con la luz del sol, y sus ojos, uno azul y otro verde, reflejaban una curiosidad genuina.
─── ¡Buenos días! ¿Que tal descansaste? ─── Preguntó Tristan, con curiosidad del estado de su hermano.
─── Días, Tris. Descanse bien. ─── Respondió Ángel, aún con la voz y cuerpo adormilados y sin ganas de entablar una conversación demasiado extensa. El contrario respeto el deseo de mantenerse en silencio, sabiendo que su hermano no estaba de humor para hablar por la mañana.
