Cap. 1: ¿Alguien anotó las placas?

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-Y aquí estaba yo, después de veintiséis años y trescientos días de haber llegado al mundo: arrastrando detrás de mí no solamente la larga cola de mi vestido de novia; también llevando a mis espaldas una historia que al menos para mí no habría podido ser mejor.

Hija única de un matrimonio formado por uno de los jueces más respetados del estado y la criminóloga y forense más brillante de las fuerzas federales a nivel país. Para mí la justicia, la búsqueda de la verdad y valores como el altruismo, la honestidad, la lealtad, la dignidad, el valor y el esfuerzo por la continua superación fueron parte de lo "básico" y del todo. Indefectiblemente tarde o temprano mi camino iba a tomar el rumbo de las leyes o la ciencia, pero siempre de la mano de la justicia y lo correcto. Las clases particulares de gimnasia, natación, idiomas, artes marciales, deportes, música y artes formaban parte de mi preparación.

Elegí lo mejor de ambos caminos, estudié criminología y me especialicé en perfiles y comportamientos, por tanto el campo era extenso. Contrario a lo que esperaba, mi padre se escandalizó y mi madre estuvo orgullosa en cuanto me enlisté en las fuerzas federales. Papá trató de convencerme de quedar detrás de un escritorio o como catedrática o consultora, pero la pasión por el descubrimiento heredada de mamá terminó por convertirme en agente investigador de campo, al menos también le di gusto a mi padre, ya que mi constancia y tenacidad me hicieron ascender rápidamente y acabé como jefa de operaciones de un escuadrón completo, y tenía mi propia oficina desde donde se organizaban las actividades de treinta elementos a mi cargo.

Sigo caminando por el pasillo hasta el altar, mi cabello ondulado a media espalda y recogido en forma simple con una media cola castaña que cubría los hombros desnudos por el tipo de vestido, acompañado por un maquillaje sutil y básico, lentillas de contacto para compensar esa pequeña necesidad de ayuda visual, zapatillas de tacón bajo color perla, un ramo de flores blancas naturales y mi padre llevándome para entregarme en el altar a mi novio desde hace tres años.

Me sentía contenta, todo perfecto y en su lugar, todo encajaba en mi vida, desde estabilidad mental, económica, social, profesional, hasta salud física, planes y proyectos a futuro tanto personales como en pareja... Aún así, al sentir que mi novio Dan tomaba mi mano algo se sintió fuera de lugar dentro de mi: a pesar que siempre fue el novio perfecto, caballeroso, sin vicios aparentes, una familia adinerada, un rostro y cuerpo atractivos... Perfecto en resumen, algo dentro de mí se sintió intranquilo al estar a unos minutos de unir mi vida a ese hombre de negocios que estaba al frente de una de las multinacionales más importantes en el ramo de hoteleria y bienes raíces en general.

Mi padre se colocó en su asiento y la ceremonia comenzó. Por un momento me disocié y continué pensando en cosas que aún no habían pasado y en otras que ya habían dejado huella en nuestra relación. Como aquella vez que llegó ebrio a mi departamento y quiso forzarme a aceptarlo en mi cama: su intento de sometimiento físico evidentemente encendió una alarma en mi, pero después de hablarlo y dejarlo como la "única vez que ocurriría algo así" todo siguió tan "perfecto y monótono" como siempre.

Alguna vez noté también sus celos compulsivos y un par de arrebatos que intentó hacer pasar desapercibidos. "Nadie es perfecto, y en el fondo él es un buen hombre" me vendí a mí misma la versión de la condescendencia hacia su comportamiento.-

-Aunque estoy seguro que esta pregunta está de más, es necesario hacerla por protocolo... ¿Hay alguien que se oponga a esta unión?, si es así, que hable ahora o calle para siempre.-

Por un momento pensé: "yo quiero calle para siempre" y quise tirarme a correr "a la calle y para siempre", pero antes que el sacerdote continuara la ceremonia se escucharon unos tacones entre todo ese silencio: una voz de mujer diciendo "yo me opongo... (¿tienes una amante, infeliz? Pensé mirando a Dan, pero casi me da un ataque cuando escuché el resto de la frase de aquella mujer)... Ella me ama a mí.

Mis ojos se abrieron como platos y voltee a ver totalmente incrédula hacia el pasillo que apenas hace algunos minutos yo misma había caminado por voluntad propia. Se dice que en las bodas, la que se viste de rojo definitivamente lo hace con el peor de los gustos e intenciones, pues grita a los cuatro vientos que la amante de alguno de los novios es ella...

¡¡¡¿Pero qué diablos...?!!! Al mirar hacia atrás abrí la boca grande y me quedé sin palabras: una chica que parecía escultura griega con una piel brillante que se dejaba ver en los escotes de su pecho, piernas y espalda... Dos centímetros menos de tela en ese escote y se le mirarían hasta sus vidas pasadas!!!, tacones negros altos, a juego con ese cabello negro, lacio cayendo hasta su cintura, suelto por completo y esos ojos asiáticos, felinos, unos labios carnosos siendo la cereza de esa obra de arte que tenía por rostro... Una diosa... Una di... Una diabla, que carajos!!! Moví la cabeza ¿Qué estás pensando Rebecca?, ¿Quien es esta tipa y que...? ¡¡¡¿Me acaba de lanzar un beso?!!!, ¿Me sonrió con ella o le pregunto quién rayos es?... En fracciones de segundo la vi darse la vuelta y dirigirse a la salida.

En realidad no puedo decir que fue planeado o desagradable quedarme mirando ese trasero alejarse, y yo aún no cerraba la boca pensando "¿Alguien anotó las placas de ese deportivo rojo de lujo que acaba de atropellar los sueños de un novio y la seguridad de una novia?" cuando sentí un jalón en medio antebrazo, me caí de una nube directo al concreto y al regresar al presente la gente hablaba al mismo tiempo y Dan jalaba y apretaba mi muñeca izquierda con su mano derecha.

-Ahora mismo me vas a explicar...-
-¡Suéltame, me estas lastimando!-

Al sentir la bofetada mi reacción fue instintiva y no pude parar esos tres golpes en nariz, costillas y pómulo que resultaron ser más rápidos y efectivos que mi capacidad de asimilar lo que acababa de pasar, Dan estaba en el suelo desmayado y yo le estaba acabando de gritar: "Ya no me quiero casar contigo, imbécil".

Deshice mi camino hacia el altar, mis padres se quedaron de piedra al igual que todos los presentes, excepto los amigos de Dan que lo estaban levantando del suelo. Tomé el primer taxi que vi, fui a mi departamento, mi bolso, llaves, teléfono, dinero los tenía mi amiga Irina pero sin problema llegué a mi destino y pagué al conductor pidiendo prestados unos billetes al portero del edificio que me los dio sin preguntar.

Saqué la llave de repuesto que siempre tenía en la maceta de inicio de las escaleras y tomé el ascensor al último piso, entré y arranqué mi vestido ya que los cierres, broches y botones que me tenían atrapada en el no cooperaban, me di una ducha, en ropa interior fui a llamar a la oficina d este el teléfono de casa, me vestí con ropa casual: vaqueros, camisa y un saco con botas cortas, me dejé el cabello suelto, volví a usar mis lentes de armazón y salí a buscar comida: un par de cervezas y un par de hamburguesas (si, todo para mi).

De inmediato me enviaron a una dirección que era una escena del crimen y en mi auto llegué al lugar a eso de las 9:15 de la noche. En el camino hablé con mis padres y les dije que iría a verlos mañana. Estacioné el auto, caminé algunos metros, pasé bajo la línea de acordonamiento y llegué hasta Cho, la forense de campo encargada de procesar la escena.

-Victima femenina de unos treinta años, hasta ahora llevo veinte casquillos de bala hallados. Portaba zapatillas negras, vestido provocativo rojo y...-
No la dejé terminar y corrí a ver el cuerpo que ya se encontraba en una bolsa hacia la unidad que la llevaría a la morgue para estudios. Obligué al personal a abrir la bolsa y suspiré cuando la vi: No era ella!

Recordé entonces que me había convertido en una "profuga del altar" a causa de una diosa vestida de rojo que en mi vida había visto pero que al terminar de hacer mi trabajo o en cuanto tuviese un segundo libre la iba a buscar hasta debajo del concreto de cada avenida y calle de todo Vancouver de ser necesario.


Espero les esté gustando, y ya saben, como siempre: los y las leo!

Tras sus huellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora