Recuerden traer merienda

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Finalmente logré acomodarme en la cama con las sábanas sobre mí, exageradamente lejos de Panizza, con la cabeza mirando hacía la ventana. Las telas se sentían tensas porque las estaba estirando mucho, solamente para estar alejada de ese hombre, y el parecía haberse percatado de eso, porque giró la cabeza hacía mí y me reprochó:

-"Bo, dejá de tirar de las sábanas."

Roté mi cuerpo hacia el y lo miré, fingiendo que no había entendido lo que dijo. Sus ojos eran un sueño.

-"¿Perdona?"-me atreví a contestar, liberando mucho aire mientras hablaba, como si fuera una de esas chicas de las publicidades de perfumes. Él se quedó paralizado mirando mis ojos, y luego, más abajo de mi cuello. Una vez terminó esa sesión de miradas un tanto acosadoras, me contestó.

-"Nada... Nada." -contestó, como si estuviera más atontado de lo normal por alguna razón.-

-"No te sientas incómoda porque si lo hacés, me terminás tirando de la sábana y me jodes a mí. Además, no tenés nada de qué avergonzarte."-cerró su habla con una sonrisa.-

Me seguía dando cumplidos, y yo ya no podía hacer que aquella sensación extraña en mi cuerpo se detuviera. Era desesperante.

-"No... Bueno, perdón, Pani."-le contesté.-

-"¿Cómo me dijiste?"-sonrío-

-"Panizza, Martín Panizza."-fingí no haberme dado cuenta, aunque no pude evitar sonreír.-

-"Me gusta."-siguió-

-"A mí también, suena como un apodo para un bebé."-me dejé llevar por el juego, sin pensarlo demasiado.-

-"¿Bebé?"-preguntó.-

-"No... Bebé no. ¡No me refería a eso!"-le dije, nerviosamente.-

-"¿Estas segura?"-insistió.-

Cuando terminó de preguntar eso, podría haber jurado que mi cara se había vuelto colorada. Puso su mano sobre mi hombro con la intención de calmar mis nervios, sin saber que al hacer eso, los había aumentado al cien por ciento, y yo decidí seguirle el juego, y poner mi brazo sobre su hombro, apoyandome sobre su suave campera colorida. Supuse que eso era suficiente respuesta, así que me mantuve callada. Comencé a juguetear con el cierre de su campera, y me dí cuenta de que no tenía más abajo que su torso desnudo, con un aspecto musculoso y peludo. 

-"¿Puedo hacer eso yo también?"-contestó a mi gesto, dejandome paralizada. 

Al no recibir una respuesta y notar mi sonrisa, bajó la mano de mi hombro hasta mi pecho, permitiendose acercarse cada vez más a, ya saben donde, chicos. Para mejor, aquel pijama tenía un escote en V, acentuando mis pechos. Pani se sonrojaba cada vez más mientras pasaba el tiempo, y finalmente habló, mirando mis labios con desesperación, como si los quisiera besar con tanta intensidad que me los arrancara, mencionó:

-"¿Puedo? Después de todo, me olvidé la merienda."

Miré hacía arriba inferiormente y asentí con la cabeza, refiriéndome a que sí podría besarme.


˚ ༘♡Valenizza ⋆。˚Where stories live. Discover now