4. Familia

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Mi hermano se llamaba Jacob. Era muy alto, tenía el pelo marrón algo ondulado y unos ojos verdes de los que siempre presumía. Siempre llevaba ropa de vestir, no le gustaba mucho la ropa de deporte, lo que era extraño ya que su gran pasión era el fútbol. Lo había jugado desde que era pequeño, yo empecé a jugar gracias a el, me apoyo mucho para ir y que intentará engancharme a ello. Y lo hice. De pequeño me hacía gracia que en las gradas había poca más gente aparte de Dave y Ryan, pero ahora solo lo recuerdo como algo bastante triste. Entro a la habitación sin llamar, como ya era una costumbre en el. Una que yo odiaba.

–Hola! –cuando se percató de que estábamos solos, pensé que retrocederia, pero no, lo que demostraba que poco conocía a mi hermano. –Que hacéis aquí todavía? Tenemos que ir al partido de polo!

–Ya Jacob, pero es que estábamos...

–Ya se lo que hacíais, dios, no soy un niño de tres años...

Era tan condescendiente... Pero en eso tenía razón. No tenía tres años, tenía dos. Al menos mentales. Por qué Jacob era tan solo un año mayor que yo. Me levanté con pesadez de la cama y Olivia me miró con mala cara. Le di un suave beso en la frente y mientras Jacob salía de la habitación le sacó el dedo corazón. Me encantaba su carácter.

–Porque tenemos que ir a ese estupido partido de polo? –dije en voz baja, aunque no lo suficiente para que Olivia no me oyera.

–Will... Tu familia esta implicada en uno de los mayores acontecimientos del año, no deberias dejarlos tirados. –asintio como si pensara que yo tambien lo haria. Mierda, siempre tenia razon.

–No son mi familia, Olivia. Solo la mitad lo son, y se avrguenzan de mi.

–¡Claro que no! –sonaba tan pura, tan real. No queria admitir lo mucho que me gustaba que me hablara así. –Solo están preocupados por ti... ¿Y si tu padre es un imbécil y no te merece? –la forma tan sincera de hablar siempre me sacaba una sonrisa. –Tienes a los Brown! Y sois geniales. –me beso la mano como si yo fuera una damisela.

Queria decirle que no. Decirle que no tenia razon y que deberiamos quedarnos en casa. Pero no lo hice, Olivia tenia razon y en ese momento si que me apetecio ir.

El precio del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora