1. KANE

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―Debemos dejar de encontrarnos de esta manera, cariño.

Mis ojos se abrieron al escuchar esa voz, y mi corazón se desbocó al encontrarme de frente con su mirada grisácea.

Mi dulce tormento me había encontrado.

No pasaba un día en el que el recuerdo de esta mujer no cruzara por mi mente.

Vivía frente al mar, así que era verlo y recordar el dulce color de su mirada. Esta hermosa mujer siempre estaba presente en mi cabeza.

―¿Kane? ¿Estás bien?

Salí de mis pensamientos poéticos para enfocarme una vez más en mi enfermera favorita, hecho que me recordó la razón de mi visita en urgencias.

―Lo siento ―murmuré, mi garganta se secó aún más cuando Natalie se detuvo a mi lado con una expresión de preocupación.

―Me dijeron que te lastimaste el pie ―comentó, y yo no pude evitar tensarme al sentir su palma sobre mi brazo antes de que se inclinara hacia mí―. ¿También te lastimaste la cabeza, cariño? Debes ser honesto conmigo. Podrías tener una concusión.

―Sólo me lastimé el pie derecho ―dije algo jadeante cuando dirigió su mano libre hacia mi cabeza para peinar mi cabello hacia atrás.

Mis ojos se cerraron automáticamente al sentir las suaves caricias que sus dedos prodigaban y mi cara se inclinó hacia esa suave mano buscando alargar el contacto.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que alguien me tocara de esta manera? No lo recordaba, pero sabía que era bastante.

―¿Qué estás haciendo? ―pregunté, abriendo los ojos cuando la mano sobre mi brazo bajó hasta enlazar sus dedos con los míos.

―Siempre huyes cuando me ves ―dijo ella, sentándose a mi lado en la camilla y haciendo que nuestras caderas se rozaran en el proceso―. Así que debo aprovechar la ventaja de que tu pie no te permitirá escapar.

―¿Aprovechar? ―repetí nervioso― ¿Qué quieres aprovechar?

―Siempre desapareces cuando me ves llegar, Kane ―explicó ella, su hermosa boca se curveó en una sonrisa burlona―. Así que debo aprovechar la oportunidad de preguntar el por qué.

―¿Por qué, qué? ―inquirí, mis ojos se habían desviado hacia su mano, hipnotizados con el suave vaivén de su pulgar moviéndose en lentas caricias sobre el mío.

―¿Por qué huyes cada vez que me ves llegar? Ambos sabemos que te gusto, Kane. Y el sentimiento es recíproco, cariño.

―¿Qué? No. Yo... Yo no...

―¿Es porque soy madre soltera? ―me interrumpió ella, ahora seria― No busco un padre para mis hijos, Kane. Aunque no creo que se trate de eso. Te he visto hablando y riendo con los gemelos cuando coinciden en el hospital, aún más luego de descubrir que eran míos.

―No me importa que seas madre soltera, Natalie. Eso no tiene nada que ver en...esto ―dije algo molesto―. Elliot y Axel son unos niños increíbles. Y no tienen nada que ver con lo que me ocurre cada vez que te veo.

―Entonces soy yo ―suspiró ella con pesar, pero cuando intentó soltar mi mano, yo se lo impedí.

―Soy yo, Natalie ―solté finalmente, mis ojos jamás dejaron de verla fijamente, haciéndole saber cuan honesto estaba siendo en ese momento―. ¿No lo ves? Eres hermosa y delicada e inteligente. Eres una excelente enfermera y una increíble madre. ¿Qué demonios puedes hacer conmigo? La gente me ve y me rehúye. Siempre debo tener cuidado con lo que toco porque a veces no mido mi fuerza y termino dañando las cosas. Apenas logré terminar la secundaria y fui aceptado en la academia, preciosa. Yo...no tengo mucho para ofrecerte, Natalie. Soy un bombero cuyo sueldo le alcanza para lo justo y que necesita un segundo trabajo reparando casas para no terminar el año en números rojos. Mi vida gira en torno al trabajo, Natalie. No tengo mucho tiempo libre.

ENTRE LLAMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora