―Creo que ahora sí está bien ―dije, parpadeando rápidamente la gota de sudor que cayó en mi ojo ya que no podía secarla al tener mis manos ocupadas.
―Hmm, no lo sé. Creo que tal vez deberías subirlo un poco más...
Bufé con cansancio y dejé el pesado y horrible reloj en el suelo antes de girarme, encontrándome con la mirada de la mujer en mi trasero antes de que ésta la desviara rápidamente hacia otro lado.
―No puedo creer que haya caído otra vez en uno de tus engaños, mujer ―entrecerré mis ojos y crucé mis brazos sobre mi pecho, intentando lucir amenazador, pero ella simplemente arqueó una ceja e intentó luchar contra la sonrisa que intentaba asomar en su boca.
Fracasando estrepitosamente cuando estos se curvearon hacia arriba.
No pude evitar sentirme un idiota al caer de nuevo en las artimañas de la pequeña mujer a unos metros de mí.
―No necesitas un reloj nuevo, ¿no es así?
Tina alzó sus brazos por encima de la cabeza en un gesto de exasperación.
―¿Y qué quieres que haga? ―soltó ella― Estoy aburrida, chico. No hay nada que hacer hoy. Ni siquiera hemos recibido el llamado por el gato de los Roberts que siempre se trepa al árbol. ¡Nada!
―Pero yo sí tengo cosas que hacer ―gruñí en respuesta, secándome una vez más el sudor con la manga de mi camiseta antes de encaminarme hacia la puerta―. No puedo creer que haya desperdiciado media hora de mi tiempo de esta manera... ¿Por qué demonios hace tanto calor en esta oficina?
Los ojos de la mujer brillaron con picardía.
―Tenía la esperanza de que te quitaras la camiseta como la última vez.
―Eres terrible, Tina Hudson.
Abrí la puerta, dispuesto a marcharme de esa calurosa oficina, y me topé con la mirada azulada del Jefe Sinclair, quien me miró extrañado.
―Por qué estás tan sudado... ―sus ojos se abrieron de golpe cuando una ráfaga de aire caliente casi lo deja sobre su trasero, haciendo que su piel, naturalmente sonrojada, se enrojeciera aún más― ¡Tina! ¿Qué demonios está ocurriendo aquí?
―No me grites, Ryan ―contestó la mujer, la escuché trajinando a mis espaldas y pronto el aire comenzó a sentirse más fresco―. Además, la menopausia me está volviendo loca. A veces siento calor y otras veces como hoy, sentía frío. Por eso llamé a Harrison.
―Debes dejar de sexualizar a mis hombres si no quieres una denuncia, mujer ―gruñó mi jefe una vez más. Provocando que Tina riera con fuerza.
―Cuando las vacas vuelen, cariño.
―¿Necesitaba algo de mí, Jefe? ―dije, con la esperanza de atraer la atención del hombre nuevamente hacia mí, de lo contrario, pasaría el resto de mi día escuchando como el par discutía.
Siempre era entretenido ver a esos dos peleando por cualquier cosa, pero hoy no estaba de humor para eso.
Era curioso, porque mi mañana había comenzado increíble, pero se había ido a la mierda rápidamente al escuchar la conversación entre mi novia y mi cuñada.
―¿Me escuchaste, hijo?
La pregunta de mi jefe me trajo de vuelta al presente.
―Perdón, Jefe, ¿me repite lo que dijo?
―Tu cuñada está afuera preguntando por ti.
Me extrañó saber que Ellie se encontraba en la estación.
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ENTRE LLAMAS
RomanceÉl sabía que ella ocultaba cosas de su pasado. Pero jamás imaginó que sus secretos fuesen tan peligrosos. Kane y Natalie llevan una vida ideal. Se aman, tienen un par de gemelos y una casa propia en construcción. Y, aunque Kane sabe que Natalie guar...