Min Yoongi, un omega con un delicado aroma a lirios y frambuesas, está harto del constante acoso de alfas que no lo dejan en paz. Decidido a poner fin a esto, busca una pareja que lo proteja de tanta atención no deseada.
En medio de su búsqueda, con...
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Cuando Yoongi llegó a casa al atardecer, su hermano mayor, Namjoon, estaba esperándole de brazos cruzados.
Había estado preocupado por él al no verle llegar a almorzar como de costumbre, así que había llamado a Hoseok solo para darse cuenta de que el beta no sabía dónde estaba su hermano. El omega había apagado su teléfono mientras almorzaba con Taehyung ya que estaba bajo de batería. No creyó que su hermano haría un escándalo por ello, ya que le había dicho a su padre que iba a ir a almorzar con un amigo.
—¿Dónde estabas? —preguntó el alfa con una mezcla de preocupación y enfado, con sus cejas fruncidas y la postura tensa al ver a Yoongi cruzar el umbral de la sala de estar.
—Hola, Nam. Estaba con un amigo —respondió con una pequeña sonrisa, intentando tranquilizar al alfa, fallando en el intento.
—¿Un amigo? —dijo él con ironía—. Min Yoongi, estuve llamándote toda la tarde. No quise decirle a nuestros padres porque creí que estarías con Hoseok, pero ni él sabía dónde estabas.
La voz del alfa vibraba en los oídos de Yoongi, quien podía sentir las feromonas de enojo picar en su nariz, pero por alguna razón, no hacían efecto.
—Namjoon...
—No quiero excusas, quiero la verdad —dijo el alfa, su voz hizo que Yoongi se encogiera en su lugar.
Eran pocas veces en que lo regañaban de esa manera; en ocasiones como esa, sentía que su corazón latía rápido y sus ojos picaban por dejar las lágrimas salir. Pero esta vez, Yoongi no estaba sintiendo nada de eso, el aroma de Taehyung funcionaba como un calmante a su alrededor.
—Estaba con un amigo —repitió Yoongi haciendo énfasis en sus palabras, mientras dejaba las llaves del Mustang en el cajón donde su padre acostumbraba a ponerlas.
No había hecho nada malo. Sí, había tardado más de lo debido, pero le había dicho a su padre que iría a comer con alguien y que estaría en casa para cuando ellos llegaran. Y por lo que sabía, sus padres todavía no habían llegado, así que no había mentido.
—Y yo estaba preocupado —admitió Namjoon, su ceño se profundizó con confusión al percibir el nuevo y extraño aroma que rodeaba a su hermano menor.
—Lo lamento... —susurró Yoongi, su voz sonaba muy tranquila en comparación a la de su hermano—... te avisaré también la próxima vez, lo prometo.
Namjoon quiso hablar, pero nada salió de su boca. La reacción de Yoongi a su regaño no era lo que esperaba.
—Estaré en mi habitación —dijo Yoongi, acomodándose la mochila en el hombro.
