DOLOR

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Mercury se encontraba haciendo frente en una de las puertas principales, la puerta norte se encontraba a espaldas del Palacio; afortunadamente para ella no habían tantos soldados terrestres intentando ingresar por ahí, así que entre ella y los pocos soldados de la Alianza pudieron proteger la puerta, tenían 2 horas de luchar sin descanso, ella misma con sus poderes pudo diezmar gran parte del ejercito enemigo hasta que lo vio a la distancia.

Entre todo el caos reinante en ese momento pudo ver su silueta acercarse a ella, aun a la distancia pudo distinguirlo, su larga y rizada cabellera atada ondeando detrás de él.

- Zoisite... - A penas pudo murmurar - ¡Todos reagrúpense! – Ordeno rápidamente. Los soldados disponibles comenzaron a reagruparse alrededor de ella - ¡Zoisite! ¡Detén esto, retírate con tus soldados sobrevivientes! – Le grito pero de pronto sus ojos se horrorizaron, bolas de energía verde comenzaron a rodear a Zoisite y con un movimiento de su mano estas volaron como balas a hacia ellos.

Mercury apenas pudo esquivar la mayoría de los ataques pero algunos lograron impactarla hiriéndola y arrojándola con brusquedad al piso, cuando se levantó miro con horror como la mayoría de sus soldados yacían inertes sobre el piso; aquellos que no estaban muertos estaban desmembrados o apenas podían ponerse de pie pero no solo sus soldados, también los de Zoisite; él los ataco a todos por igual sin importarle aniquilar su propio ejército.

- ¿Qué está haciendo? – Se preguntó mientras se levantaba rápidamente - ¡Basta Zoisite! ¡Tú no eres así! – Le grito con dolor no solo físico mientras lo miraba acercarse a ella lentamente, sus pies pisaban por igual sin importar si eran cuerpos o seres agonizantes, se abría paso entre todo para llegar a ella.

- Sailor Mercury – Dijo con una voz fría y vacía – Me parece que el destino nos ha reunido para una última batalla.

Entre ellos no había mucha distancia y lo vio, sus hermosos ojos verdes estaban completamente enrojecidos ahora con una maldad absoluta que nunca creyó pudiera tener una sola persona; el hombre dulce e inteligente que conoció ya no existía, quería que eso le diera alguna clase de consuelo pero no fue así.

- Zoisite... por favor reacciona, tú no eres así... siempre has sido muy inteligente, intenta recordar – Seguía suplicando, una parte de ella decía que era inútil pero otra no quería darse por vencida con él.

- Sé que lo soy... si tú lo fueras te darías por vencida y me llevarías ante tu Reina para que me entregue el cristal de plata – Le respondió secamente.

Ese fue el recordatorio de su deber, lo amaba pero no podría permitir que ese horrible ente que lo controlaba se apoderará del cristal. La persona más cercana a ella, el hombre que admiraba, el hombre que amaba y al cual se había entregado se había vuelto su enemigo y ella no podía evitar pelear con él.

- Lo lamento Zoisite, no puedo permitirlo – Tras eso extendió sus brazos y una neblina profunda los cubrió por completo.

Mars se encontraba atacando con llamas a los soldados enemigos todo a su alrededor era como un infierno, no podía evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas... muchos de esos hombres terrestres eran simples civiles, algunos incluso demasiado jóvenes para estar en una guerra; deseaba poder cerrar los ojos mientras los inmolaba con sus llamas pero necesitaba estar atenta a la batalla. Los planetas de la Alianza no habían podido enviar más soldados y de los pocos que enviaron decidieron dejar la mayoría en la entrada principal con Venus, la mayor resistencia que encontrarían en las otras 3 puertas serían ellas.

De pronto miro como sus soldados estaban siendo congelados y casi instantáneamente eran pulverizados en pequeños cristales, miro en todas direcciones y finalmente lo encontró; su mayor pesadilla se estaba haciendo realidad.

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